El sol en lo alto del cielo y el aroma a tierra recién trabajada invadía mis sentidos, la nube de tierra que se formaba al pasar con el carro debió de informar a quién sea que nos estuviera esperando que ya habíamos llegado, y efectivamente, al llegar a la residencia principal un hombre con barba blanca ya se encontraba al final de los escalones sus manos en la espalda y una sonrisa amable en el rostro.
- Buenas tardes y bienvenidos a Tierra Cobalto, mi hogar. Un gusto volver a verlo señor – asintió hacia Christopher y prosiguió a extender su mano para darme un efusivo saludo – Señora Cabrera es un gusto conocerla, yo soy Juan Pablo, Jefe de cosecha y calidad – la sinceridad de su alegría era contagiosa.
- Mucho gusto, pero en realidad soy Elizabeth Za...-
- Que bueno que ya llegaron, estamos listos para ustedes – la voz de una señora interrumpió mi aclaración.
- Permítame presentarles a mi esposa, Alma – los ojos del hombre brillaron al ver a la mujer- Cariño el es el señor Cabrera del que te hablé y su esposa Elizabeth-
- Yo no... - traté de volver a aclarar el malentendido, pero un brazo firme rodeó mi cintura congelándome y deteniendo mis pensamientos.
- El gusto es nuestro, Elizabeth estaba muy emocionada de poder unírsenos el día de hoy ¿verdad amor? – podría jurar que su última palabra hizo que mi corazón se saltara un latido. Christopher me brindó una mirada de complicidad, quería que le siguiera la corriente. Era la segunda ocasión en el día de hoy que me arrinconaba de esta manera, sin aviso previo y sin oportunidad de preguntar o prepararme. Tendría que decir algo al respecto, pero no en este momento. Puse la mas brillante sonrisa.
- ¡Por supuesto! Christopher solo ha hablado maravillas de este lugar, tenía que verlo con mis propios ojos.
- Que bueno que pudieron venir juntos, haremos su visita lo más amena y romántica posible – dijo la señora pasando su sabia mirada entre nosotros – Vamos Juan guíalos hacia el restaurante, iré a avisarle a los demás que estén listos y a checar la bodega – se alejó a un paso apresurado.
- Esa mujer siempre ha tenido un lado suave por los enamorados – movió su cabeza en una desaprobación, pero la sonrisa de ternura en su rostro era el reflejo puro de adoración– Síganme por favor, podrán catar nuestros productos cómodamente.
Nos llevó a un área techada sin paredes, mesas y sillas de madera esparcidas con flores en el centro de cada una, pequeños focos colgaban de la techo y columnas del espacio. Este lugar prometía diversión a plena luz del día y magia cuando el sol se escondía. Nos acomodamos en una mesa alta con bocadillos y vasos de agua esperándonos. Juan pablo fue a buscar, según sus palabras, "Una botella de la mejor cosecha que han tenido en todos sus años", dejándonos solos y dándome la oportunidad de enfrentar a Christopher.
- Entonces ya estamos casados – su risa baja me hizo sonreír, disipando un poco de la molestia que tenía
- Solo por hoy – estudió mi rostro por un momento antes de continuar - Planeaba decirte durante el camino... solo que me metí tanto en mis pensamientos que se me terminó olvidando, lo siento.
- ¿Cuál es tu plan? – asentí aceptando sus disculpas, por el momento. Después habría tiempo de hablar sobre esto, ahora los negocios eran primero.
- Ellos quieren retirarse, después de veinte años de trabajo buscan vender el negocio y llevan varios meses rechazando ofertas de compra sin dar razones específicas. Al investigar, no notamos ningún aspecto importante que pueda causar un rechazo, la mayoría de las ofertas eran mas que generosas, incluso el dueño de una marca reconocida mostro interés. Al final, los que pudieron conseguir una segunda entrevista fueron personas sin experiencia que lo único que los distinguía fue que eran matrimonios. –
ESTÁS LEYENDO
UN POCO MÁS QUE ORDINARIOS
Romance- Sube- me dijo con tono seco y demandante - ¿disculpa? - Te llevare a donde necesites- segunda frase completa, bien por él. Pero seguía siendo un extraño - No, gracias, estoy bien- sonreí, se me quedo viendo como si hubiera hablado un dialecto desc...