UN POCO MÁS QUE ORDINARIOS

10. Regreso a Casa

***Este capitulo puede contener escenas explicitas (Smut)***

Una voz dulce me trajo de vuelta al mundo de los vivos pronunciando mi nombre, al abrir los ojos me percaté de que aún me encontraba acostada sobre el pecho de Christopher, me levanté rápidamente sin estar del todo despierta, su risa me reconfortó la repentina timidez que me embargo.

Parpadee varias veces tratando de reconocer donde nos encontrábamos, era mi calle, estacionados justo enfrente de las puertas de mi edificio. La placentera sensación de encontrarme en un lugar conocido tomó control de mi cuerpo y me abalance sobre la puerta saliendo lo más rápido posible del vehículo. Al encontrarme ya en la acera me percate que él no se había movido.

- ¿No vas a venir? – la pregunta salió sin permiso de mis labios, sus ojos pasaron de la confusión a la curiosidad en milésimas de segundos, mientras que yo trataba de mantener una sonrisa tranquila e inocente, como si mi pregunta no hubiera sido completamente involuntaria por mi cerebro aun dormido. Mi corazón iba a salirse de mi pecho esperando su respuesta. Al final tomo una decisión, sacó dinero de su cartera pagándole al chofer y se bajó con toda elegancia del viejo taxi amarillo.

Sabía que si se hubiera ido, el sentimiento de rechazo iba a consumirme, pero al verlo a mi lado mi corazón se tranquilizó y la ansiedad por la invitación se transformó en emoción. Caminó a mi lado en silencio hasta llegar a mi departamento, abrí la puerta sin problemas dejándolo pasar primero para cerrarla con seguro detrás de nosotros. Al escuchar el click un peso desapareció de mis hombros, sentí que mi cuerpo por fin se relajaba al estar en un lugar seguro, logramos llegar sanos y salvos a la ciudad después de horas de estrés y aislamiento.

Su camisa ya se encontraba seca pero el agua había dejado pequeñas arrugas a través de la tela. Su cabello despeinado, pero de alguna forma seguía viéndose como si acabará de salir de un salón. ¿Cómo me vería en este momento?

Mi mente repasó todo lo vivido y sorpresivamente un ataque de risa atacó mi cuerpo. La mirada que me brindó era nueva, llena de extrañeza y diversión, una sonrisa se extendió por su bello rostro mostrando sus relucientes dientes blancos.

- ¿Estas bien? – logró preguntar entre risas

- No...sé – apenas complete la palabra, el aliento me faltaba y mi estomago iniciaba a doler por los espasmos de mis carcajadas, busqué apoyo en su brazo, lo acomodó para que tuviera mejor agarre esperando con paciencia que regresará mi autocontrol. Mis respiraciones profundas por el cansancio hacían que hablar fuera imposible en este preciso momento.

Al elevar la mirada la suya me recibió, aun sonriendo y con un brillo en sus ojos que acompañaba a sus pupilas que podría jurar que se oscurecieron levemente.

- Es bueno estar en casa – dije encogiéndome de hombros como si eso explicará mi ataque de risa. Pero pareciera que entendió todo lo que trataba de decir.

- Si lo es – susurro, su rostro serio regresó, se acercó tomándome del rostro con ambas manos la oscuridad de sus ojos cambio por deseo o solo estaba imaginándome todo – no sabes la urgencia que tenía de sacarte de ahí – su mirada bajó a mis labios como lo había hecho en aquel bar, pero ahora no existía nadie que nos detuviera. Su manzana de Adán se movió al pasar saliva y aquello fue lo último que vi antes de que perdiéramos la compostura.

Nuestras bocas chocaron llenas de necesidad, mis dedos se enterraron en su cabello sedoso atrayéndolo hacia mí para profundizar el beso, me empujó con delicadeza hasta que mi espalda chocara con la fría madera de mi entrada. Nuestras lenguas luchaban por el dominio podía saborear la desesperación en su boca y era simplemente adictivo.