12. Asiento trasero

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***Este capítulo puede contener escenas explicitas (smut)***


Nuestra salida a comer pasó sin ningún incidente, era esperado que todo el mundo lo conociese y una mesa ya nos esperaba a nuestra llegada. La conversación giró en torno a mi vida y familia, parecía que le interesaba mucho mi relación con ellos. Cuando trataba de regresar las preguntas en su dirección respondía superficialmente y de alguna forma regresaba el tema hacia mí. Lo que me pareció un poco extraño, pero lo dejé pasar ya que siempre he sido de las personas que prefieren escuchar a los demás hablar de si mismos que compartir detalles personales, tal vez él era igual.

Estábamos esperando a que su chofer nos recogiera enfrente del restaurante cuando su celular timbró, como siempre contestó sin saludar a la persona del otro lado. Traté de alejarme un poco para darle privacidad, pero su mano en mi cintura solo apretó su agarre al notar mi movimiento.

- ¿Tiene que ser ahora? – su respuesta llamó mi atención, parecía no agradarle lo que escuchaba ya que su ceño se pronunció y fastidio se reflejaba en sus ojos. – Bien, llego en 10 – terminó la llamada.

- ¿Todo bien?

- ¿Te importaría acompañarme a otro lugar? no nos tardaríamos - prometió

- ¿Qué clase de lugar? – me sentí más consciente de mi atuendo, notó mi nerviosismo al pasar mi mano por la falda del vestido.

- Estás perfecta, es de hecho un deportivo. – acomodó un mecho rebelde detrás de mi oreja - Hay un gerente que me ha estado evitando por las últimas semanas, lo vieron en la cafetería perdiendo el tiempo – sin dificultad tomó a el papel de jefe que tanto me gustaba.

- Iré contigo

- Excelente – besó mi frente al mismo tiempo que su carro se detuvo frente a nosotros, el chofer se bajó para abrirnos la puerta, pero Christopher lo detuvo con una señal adelantándose y abriéndola para mi – Prometo que será rápido.

Ya acomodados, subió el vidrio polarizado que nos dividía con los asientos delanteros antes de contestar otra llamada. Me enfoqué en la vista de la ventana tratando de darle su espacio, mis manos entrelazadas sobre mis piernas, mi mente inició a recordar los eventos del día. Un pase permanente, él cual no sabía si algún día utilizaría, se encontraba en mi bolsillo. Mis pensamientos tomaron otro camino, se fueron a las miradas que sus empleados nos dirigieron al salir y las palabras que logré captar. Pareciese que Christopher no las escuchó o simplemente las ignoró ya que no percibí ni una señal que indicase lo contrario.

"¿Viste?, le está tocando la cintura" "Habían dicho que no aceptaba contacto físico ¿no?" "¿Quién es ella?" "Dijeron en la recepción que es muy importante, le dieron un pase especial" "¿Una inversionista?"

Solía ser fácil para mi bloquear las voces, pero en esta ocasión me encontraba mas sensible a mi ambiente por encontrarme fuera de mi zona de confort, no entendía porque todo aquello me daba ansiedad. Solté un suspiro. Una mano buscó su camino entre las mías acariciándome desde mi antebrazo hasta mis dedos y finalmente entrelazándose. Su contacto me regresó al presente, sus ojos negros ya me esperaban cuando elevé mi vista, mi mente se aclaró.

- Lamento que tenga que arrastrarte a esto – amaba el tono suave que tomaba su voz al hablarme ¿Pensaba que no quería ir? no me molestaba en lo absoluto acompañarlo ya que su presencia siempre me resultaba interesante y cómoda. Supe la forma perfecta de transmitirle lo que pensaba.

Liberé mi mano de la suya y la llevé directo a su cuello, un ligero toque hizo que sus pupilas se dilataran, recorrí mi mano hacia su nuca acariciando la base de su cabello causando que sus ojos se cerraran y recibiendo un gruñido como recompensa. Sus labios se separaron unos centímetros su aliento cálido chocando con mi rostro. Me moví lo suficiente para que nuestras miradas se conectaran a la misma altura.

- ¿Sabes? Me encanta pasar tiempo contigo – susurré, su vista bajo a mis labios, solo un respiro nos separaba.

En segundos su mano se encontraba detrás de mi cabeza obligándome a cerrar el espacio entre nosotros, la fuerza y necesidad con la que poseyó mis labios me dejó sin aliento obligándome a buscar aire, sin embargo, no permitió que llenara mis pulmones ya que lo tomó como una invitación para que su lengua entrara y buscara el dominio. Era una lucha donde el oxígeno se volvió innecesario, respirar dejó de ser importante y mi mente solo era capaz de enfocarse en el calor que estaba creciendo en mi interior.

Sin darme cuenta me había levantado del asiento poniéndome sobre sus piernas encarcelando sus muslos entre los míos. Mis brazos rodeándolo del cuello para no permitir espacio entre nosotros. Nuestro beso nunca fue interrumpido, solo se profundizaba. Una de sus manos descendió por mi cintura en busca del borde del vestido que no tardó en encontrar. El frío contacto con mi piel hizo que soltara un gemido por la sorpresa, sentí su sonrisa en mis labios, pero su agarre se intensificó, su mano en mi muslo siguió un camino interno en búsqueda de algo más, llegando a mi glúteo el cual apretó, el movimiento aumentando la fricción contra su creciente dureza que reclamaba mi atención. Si seguíamos así ya no podríamos detenernos. Podía sentirlo crecer debajo de mí, mis caderas querían tomar el control, hacerlo suplicar, pero no podía olvidar en donde nos encontrábamos y a donde íbamos. No estábamos solos. Definitivamente no era un buen momento para esto así que me obligué a detenernos empujándolo del pecho. Se quejó al sentir la distancia, pero no opuso resistencia, ambos respirábamos con dificultad. Estaba segura de que sus ojos reflejaban los míos, deseo. Fuego negro invitándome a continuar, a ceder.

- Creo que nos encontramos cerca del deportivo, además nos van a escuchar si... - aguanté un grito por el súbito movimiento, se giró sin soltarme y ahora me encontraba con la espalda pegada al asiento de cuero, su peso encima de mí, mis piernas alrededor de su cintura con una deliciosa fricción en mi centro.

- Si no haces ruido nadie nos escuchara – una sonrisa maliciosa fue lo último que vi antes de que volviera a chocar nuestros labios.

Tomó el control de la situación por completo, me tenía en su merced y disposición, elevó mis brazos sobre mi cabeza encarcelando mis muñecas con una de sus manos. Con su mano libre escuché como desabrochó su cinturón y cremallera. Elevó mi vestido encontrando mi ropa interior a la cual solo movió a un lado. Lo sentí en mi entrada, estaba a punto de suplicar, pero solo fue suficiente un asentimiento mío para que con un único impulso entrara hasta el fondo, sus labios silenciando mis sonidos de placer, inició a moverse fuerte y profundo, incapaz de esperar. Cada embestida hacía crecer el nudo en mi abdomen que estaba cerca de explotar. Su boca dejó la mía para enfocarse en mi cuello encontrando mi punto débil al cual le dio su mayor atención, mi boca parecía estar perdiendo ya que cada vez era más difícil que los sonidos de placer escaparán entre mis labios, uno trató de escapar libremente, pero fue interrumpido justo a la mitad por su mano silenciando mi boca. La vibración de su risa en mi cuello fue de lo más seductora, quería grabar con fuego esa sensación. Elevé mis caderas encontrándose a la mitad del camino con las suyas, tomándolo desprevenido apretó su mandíbula escondiéndose más en mi cuello para evitar que el gruñido se escuchara.

Aceleró el ritmo más fuerte, más profundo dando justo en el lugar adecuado. Enterró su rostro en mi cuello callado sus sonidos, su mano aún firme sobre mi boca callando los míos. Rápido, profundo y fuerte, repitió hasta que el nudo reventó, arrugué su camisa al tomarla en mis puños por la explosión de placer. Sentí su liberación en mi interior y su respiración entrecortada al lado de mi oreja.

Liberó su agarre usando su brazo para elevarse solo lo suficiente para verme a los ojos.

- ¿Qué estás haciendo conmigo Elizabeth? – selló sus palabras con un último beso antes de levantarnos y arreglar el desorden en el que nos habíamos convertido. 

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora