POV Elizabeth
En cada uno de los recuerdos de mi infancia en donde fui genuinamente feliz se encontraba presente mi padre.
Uno de ellos fue cuando tenía cinco años, era primavera así que mi escuela estaba preparando un desfile donde nos disfrazaríamos de flores y animales en honor a la llegada de la nueva estación.
Mi papá me estaba ayudando a arreglarme, pétalos amarillos caían sobre mi frente negándose a permanecer erguidos y dar la imagen adecuada de un girasol.
- Quería ser una rosa – le dije tan triste como una niña puede estar al no conseguir lo que quiere.
- ¿Por qué amor? – se hincó para que sus ojos estuvieran a mi altura y así estudiar mi rostro, una acción común en él.
- Porque son bonitas
- Los girasoles también – sonrió tiernamente acomodando un mechón de mi pelo igual de terco que los pétalos.
- Pero quiero ser bonita como una rosa –
- Eres preciosa Lizzie y te diré un secreto, los girasoles son mejores que las rosas.
- No es cierto, estás mintiendo – hice un puchero, obligando mis lagrimas a salir.
- Te lo prometo – levantó una mano en forma de juramento – además, sabes que siempre buscan el sol y lo siguen durante todo el día hasta que se hace de noche ¿Sabes que significa? – negué con la cabeza, su pulgar limpió mi mejilla húmeda – Que nunca dejan de ver su objetivo. También pueden ser gigantes y tu cariño, ya eres grandiosa, se que llegarás muy lejos hija. – un hipo me atacó ganando una risa suave de mi padre.
- Pero yo quería ser una rosa – siguió riéndose, regalándome un beso en la frente.
- Qué lástima, porque los girasoles son mis favoritos. – continuó su lucha con los pétalos
Así como mi papá y yo teníamos una relación especial, mi madre la tenía con Diego. Ella fue criada con valores muy antiguos donde los hombres eran preparados para educarse y trabajar mientras que las mujeres estaban destinadas a casarse y cuidar de los hijos.
Según tengo entendido, mi mamá siempre quiso un solo hijo y cuando se enteró que estaba esperando a Diego se convirtió en la mujer más afortunada del mundo por su nuevo hijo varón. Sin embargo, por sorpresa de todos se volvió a embarazar y esta vez venía yo. No puedo decir que no me quisiese, pero su atención siempre fue dirigida a su primogénito, desbordándolo de amor y cumpliendo sus necesidades primero antes que a cualquier otra persona. Nunca sentí la falta de afecto o algún vacío dentro de mí, ya que tenía a mi padre, todos tenían lo que querían.
Conforme fui creciendo las peleas entre mis padres se fueron volviendo mas frecuentes. Frases como: "Porque le vas a dar clases de francés, nunca las va a necesitar, mejor dale clases de japonés o alemán a Diego, le servirán cuando sea grande." "Cómo es que pusiste a Diego a lavar los trastes, él no tiene tiempo para eso" "Lizzy debería de aprender a ser más femenina, que es eso de que este jugando fútbol, mejor debería de aprender a cocinar". Por obvias razones mi padre se molestaba por aquellos comentarios y siempre, en cada momento posible, me recordaba que podría hacer y ser lo que quisiera.
"No tengas miedo de soñar alto Elizabeth"
"Las cosas que parecen imposibles son las más divertidas ¿no crees?"
"Siempre estaré aquí contigo"
Su muerte fue algo abrupto, justo a dos semanas de cumplir dieciocho años. Era una tarde fría de enero, recuerdo estar saliendo de la preparatoria e iniciar el camino hacia la casa. Incluso antes de llegar noté la presencia de la patrulla enfrente de la cochera y aún sin saber que estaba sucediendo un vacío se creó dentro de mi estómago. Inicié a correr.
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UN POCO MÁS QUE ORDINARIOS
Romance- Sube- me dijo con tono seco y demandante - ¿disculpa? - Te llevare a donde necesites- segunda frase completa, bien por él. Pero seguía siendo un extraño - No, gracias, estoy bien- sonreí, se me quedo viendo como si hubiera hablado un dialecto desc...