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El sol sobre ojos terminó por despertarme, quise alejarme de la luz para poder conseguir unos minutos más de sueño, pero un pesado y cálido brazo sobre mi cintura detuvo mi movimiento. Me hice consciente del cuerpo que se encontraba pegado a mi espalda, me encantaba despertar de esta manera. Solía buscarme en sus sueños siempre, pegándome a su cuerpo y murmurando cosas poco entendibles en mi cuello.

 Con cuidado y muy despacio me giré encontrándome frente a frente. Con sus ojos cerrados y su rostro relajado aparentaba su edad, lo cual era toda una visión ya que siempre por su trabajo y el estrés agregaban años a sus facciones. Estiré mi mano para tocar con suavidad aquellas ojeras que con el paso de las semanas ya eran menos perceptibles, sonreí al pensar que era por el tiempo que pasaba conmigo en cama, últimamente era raro despertarme a mitad de la noche y encontrarme sola. Y cuando lo hacía, lo encontraba con facilidad en su despacho lo cual siempre terminaba con él de regreso a su cuarto. Pasé mi mano por sus cejas, cabello y mejillas sabiendo que no lo despertaría.

Mis necesidades biológicas exigieron mi atención obligándome a zafarme de su abrazo para dirigirme al baño. Aproveché para lavarme la cara y estudiarme en el espejo. Yo también dejé de tener ojeras y existía un color permanente en mis mejillas.

Mi teléfono empezó a vibrar dentro de la habitación, Christopher se movió en sueños, pero no se despertó cuando conteste. El nombre de la pantalla advirtiéndome sobre la conversación poco placentera y larga que me esperaba. Salí del cuarto hacia la cocina, ocuparía cafeína para esto.

- Buenos días mamá

- Lizzie ¿Dónde estás? Diego pasó a buscarte en tu casa, pero dijo que no estabas – nunca habían ido a mi departamento, ni siquiera para saludar por lo que me puse alerta.

- ¿Qué paso? - ignoré su pregunta sabiendo que cualquier problema que su hijo tuviera sería más importante que mi ubicación.

- Necesito que vengas a la casa de tu hermano

- No creo que pueda - contesté automáticamente, no quería alejarme de la persona que seguía durmiendo en la habitación de al lado.

- Sucedió algo urgente, tenemos que hablar – la desesperación en su voz era algo nuevo, pero urgencias para ella podría ser desde que no consiguió un vestido para una fiesta, hasta el fin del mundo. Inicié la cafetera necesitando con más rapidez despertarme.

- ¿Qué sucedió? ¿Todos están bien?

- ¡Nadie está bien! Esta familia esta en la ruina – inició a susurrar dándome a entender que no se encontraba sola.

- ¿Ruina? ¿A qué te refieres?

- Aparentemente el jefe del Sr. Merkel metió demanda penal contra él, congeló todas sus cuentas y retiró sus propiedades. Estamos en la quiebra Lizzie, no tenemos nada.

- ¿Nosotros? ¿Por qué nos afectaría la demanda? ¿Qué tiene que ver el Sr. Merckel con tú dinero?

- Ay niña, ¿Qué no entiendes? Él es quién maneja el dinero, prometió ganancias millonarias – recordé cuando lo rechacé en la fiesta de compromiso cuando quiso ofrecerme sus servicios, diciéndome que mi madre ya había confiado en él.

- ¿De que se trata la demanda?

- ¡Ugh! porqué preguntas cosas que no importan – guardó silencio, le sigue el ejemplo, ya que sabía que me diría sí yo no cedía – Bien, aparentemente el Sr. Cabrera descubrió que existía desvío de recursos dentro de su propia empresa, fraude y unas cuentas en el extranjero que nunca fueron aprobadas. Y ese cretino culpó al papá de Hilary sin bases ni pruebas. Aunque el abogado del Sr. Merckel no se ve muy convencido de que pueda ganar, le recomendó aceptar los cargos – dejó de susurrar, se escucharon más voces en el fondo – Es mejor que vengas inmediatamente, solo faltas tú. No te tardes. – colgó.

Mi mente le estaba dando muchas vueltas a la información que acababa de recibir. Mi mirada estaba perdida observando como la cafetera se llenaba muy lentamente para mi gusto. Si mi mamá perdió todo su dinero significaba que Diego también. ¿Pero eso incluye sus propiedades? Todo el dinero de ambos viene directamente de la herencia de mi padre, a la cual yo nunca tuve acceso. Mi mamá siempre dedicó todos sus recursos para ella y mi hermano invirtiendo en su futuro y comodidades, en cuanto a mí, basta decir que tuve que pagar mi propia carrera para poder terminar mis estudios. Después de la muerte de mi padre dejé ser parte de la familia. Diego siempre fue... es el favorito de mamá, nunca supe la razón y en realidad es algo que me dejó de importar hace tiempo.

En cuanto al dinero, no tenía ninguna preocupación ya que todo lo que tengo es por mi trabajo. Lo único que no entendía de todo esto era la razón por la cual solicitaban mi presencia, para algo que dudo me involucre. ¿Debería preguntarle a Christopher sobre esto? ¿Por qué no me lo dijo antes? Tal vez no confíe en mí del todo, para ser justos seguimos conociéndonos.

- Buenos días – unos fuertes y familiares brazos me rodearon por la cintura interrumpiendo mis pensamientos. Me dio un beso en la mejilla antes de apoyar su barbilla en mi hombro - ¿Dormiste bien? ¿Por qué no me levantaste?

- Quería que descansaras, no sueles dormir lo suficiente – me apretó a su cuerpo escondiendo su nariz en mi cuello - ¿Quieres café?

- Por favor – lo sentí asentir haciéndome sonreír. No quería arruinar nuestra mañana, no quería tener que mencionar el tema que estaba girando en mi mente, pero sabía que era algo que tendría que abordar. No podía llegar a la casa de mi familia sin saber antes su versión de los hechos. Beso mi cuello antes de separarse para buscar dos tazas de su alacena poniéndolas en la barra.

Cuando ya teníamos nuestras tazas humeantes y nos encontrábamos sentados en la mesa decidí terminar con mi ansiedad rápidamente.

- Hace rato habló mi mamá – mantuve la mirada en mis manos – me dijo que el señor Merckel esté en quiebra y posiblemente termine en la cárcel - Levanté la vista encontrando unos ojos negros llenos de cautela, sus manos firmes en su taza – aparentemente a causa de eso mi familia también esta en bancarrota. – sus nudillos palidecieron cuando la presión alrededor de la taza aumento. – dicen que no existen pruebas de acusarlo, sinceramente no me importa que pase con él, pero quería preguntarte directamente que estaba pasando, antes de suponer cualquier detalle – pasó su mano por el cabello huyendo de mi mirada. No dijo nada.

El silencio se extendió iniciando a ponerme incómoda. Suspiré, tal vez lo mejor era arreglarme para ir con mi familia. Me levanté de la silla pasando a su lado. Su mano en mi muñeca detuvo mis pasos.

- No te vayas – suplicó, me jaló levemente para ponerme entre sus piernas enterrando mi rostro en mi abdomen, mis manos automáticamente se fueron a su nuca acariciando su sedoso cabello oscuro. Después de un momento levantó su mirada buscando la mía – Necesito que confíes en mi Elizabeth, en este momento no puedo decirte mucho sobre lo que está pasando, pero prometo que nunca haría nada para lastimarte y pronto sabrás todo... Se que pido mucho pero sólo necesito que confíes. 

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora