20. Biblioteca

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***Este capítulo puede contener escenas explicitas (smut)***


- Sígueme – me relajé al escuchar su voz, me guío por todo el largo pasillo ignorando mi destino previo que eran los baños. Llegamos a unas escaleras, las cuales tomó con decisión sin siquiera voltear para estudiar si había más personas rodeándonos. Siempre actuaba como si todo le perteneciera y justo en este momento eso era malditamente sexy.

Daba la impresión de que conocía todo como la palma de su mano, se dirigió a la tercera puerta a la derecha cerrándola detrás de mí sin preocuparse por encender las luces y sin decir palabra alguna me besó. 

Fue un beso posesivo y demandante. Sentía sus manos por todas partes, el alcohol de la noche había dormido mi inhibición y me dejó de importar que estábamos cerca de miles de personas y cualquiera podría encontrarnos en cualquier momento.

- No puedo controlarme más cielo, ¿Sabes cómo te miran todos los malditos hombres? ¿Sabes cuántas ganas tengo de marcarte para que sepan que eres mía? – su susurro sobre mis labios fue más como un gruñido, sin embargo, no esperó mi respuesta ya que apoyó mi espalda a la fría pared detrás.

Su mano encontró la abertura de mi vestido tomando mi muslo y elevándolo para que lo rodeara por la cintura como lo había hecho en mi departamento horas antes. Sólo que ahora estaba convencida de que no podría detenerlo y tampoco quería intentarlo.

- Podría entrar alguien...- aunque no quería que se detuviera, parecía necesario que mencionara aquel detalle, pero agradecí que me callara intensificando el beso haciendo mi cerebro papilla. El toque y sus labios exigían mi atención de una forma agresiva y placentera.

Una de sus manos encontró lugar entre nuestros cuerpos, sus dedos moviéndose a lo largo de la orilla de mi ropa interior antes de bajarlas y eliminarlas de su camino. Ahora, con mi piel expuesta y mis piernas de regreso a su alrededor, el contacto era casi una tortura, una que solo quería que continuara.

- Me fascina este vestido, fácil acceso a todo lo importante – ronroneó al mismo tiempo que sus dedos hacían contacto con el nudo de nervios que hacían que mi espalda se encorvara manteniendo precisos movimientos circulares elevándome rápidamente a la cima. – siempre tan lista para mí, tan perfecta.

Introdujo un dedo con facilidad mientras su pulgar continuaba atacando mi zona de placer, otro dedo le siguió haciendo que tomará su camisa entre mis puños para soporte. Sus movimientos eran minuciosos, sabía a la perfección mis lugares sensibles y los usaba sin reservas. Su boca sobre la mía callaba mis sonidos mientras que con su otra mano mantenía la mayoría de mi peso y de igual manera, evitaba cualquier intento de fuga. No que tuviera la intención de huir de este pequeño paraíso.

Con rapidez el nudo creció llegando a mi límite, explotando en ondas intensas de placer recargué mi cabeza a la pared cerrando los ojos. Mientras buscaba controlar mis latidos escuchaba el sonido de su cinturón desabrochándose y sin darme tiempo de abrir los ojos lo sentí llenarme con fuerza de un solo movimiento haciéndome gritar de la sorpresa y la sensación placentera.

La presión de su agarre en mi cadera aumentó mientas iniciaba a moverse con profundidad, cada embestida más precisa que la anterior. Su descontrol palpable y bien recibido, fácil de leer y mostrado sin inhibiciones por los ruidos que su garganta liberada junto con cada movimiento. Cada sonido una descarga eléctrica en mi vientre, pronto la velocidad aumento perdiendo el ritmo, nuestros clímax estaban cerca, tan cerca.

- Di mi nombre cielo, ¿Di quién te está haciendo gritar de placer? – ordenó

- Chris... - lo obedecí con desesperación, pero no logré completar su nombre ya que tocamos el éxtasis al unisonó. Sentí la fuerza abandonar mi cuerpo, mientras mi mente era una gelatina sin pensamientos.

Amaba esta sensación.

Después de unos segundos sus ojos me buscaron, elevó mi barbilla con un dedo dulcemente.

- Repítelo

No pude comprender al instante a lo que se refería después de todo aún me encontraba recuperándome del increíble orgasmo que me había dado.

- ¿Qué? – mi voz salió sin fuerza

- Di mi nombre Elizabeth, una vez más

- Christopher

- No... como lo dijiste antes – su mirada acarició mi rostro - Como si me amaras – la realización de que estaba siendo vulnerable calentó mi pecho, sonreí con ternura tomando su rostro entre mis manos.

- Chris

- Si – junto nuestras frentes, cerrando sus ojos y respirando profundo como si quisiera hacer parte de su cuerpo su propio nombre.

- Te amo – abrió sus de golpe, la sorpresa y duda que se reflejaban me tomó desprevenida y rompió un poco mi corazón, ¿ Acaso dudaba de que pudiera amarlo? aquello hizo que se volviera una necesidad confirmarle lo que había dicho – Chris, te amo... - aún nos encontrábamos entrelazados, mis brazos en su rostro, los suyos en mi cintura y mis piernas abrazándolo por sus caderas. Lo acerqué a mi hasta que nuestras narices se tocaron no esperaba que contestara, solo quería que escuchara y que viera la sinceridad en mi confesión.

- Maldición Elizabeth, no tienes idea de cuanto he deseado escuchar esas palabras. También te amo cielo, te has metido a mi piel y ahora no puedo respirar sin ti. 

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora