POV HILARY
El estúpido problema estaba tardando más tiempo del necesario en solucionarse y todo por la culpa de mi cuñada que se negaba a entrar en razón al negarnos su ayuda.
¿Cómo si le estuviéramos pidiendo algo difícil? ¿Acaso no conoce el trabajo en equipo?
En este preciso instante mi papá seguía en arresto domiciliario, mi suegra nos ofreció su casa para estar más cómodos en lo que todo se arreglaba. Tener todas nuestras propiedades siendo clausuradas y posiblemente embargadas era simplemente ofensivo y más traumante hubiera sido mudarnos a una casa de un piso.
El edificio de Tecnologías Nova parecía que se burlaba de mí, si me apresuraba llegaría justo a tiempo para toparme con el vicepresidente de la compañía, eso confiando que el viejo que trabaja para mi padre tuviera razón. El vicepresidente fue la segunda persona en la que pude pensar el cual podría ser cercano al Sr. Cabrera después de Lizzie. ¿Por qué ese hombre con tanto poder no contaba con personas cercanas? ¿Se creía tan intocable? Si no fuera por las fotos que me entregó el detective privado que la estaba siguiendo nunca hubiera creído que tuvieran una relación. Que frustración era verla siendo feliz cuando nuestro mundo estaba destruyéndose, pero esta sería mi oportunidad.
Me recargué sobre el capo de un carro rojo el cual tenía las mismas placas que me enviaron, este piso del estacionamiento era exclusivo para los directivos y él siempre era el penúltimo en irse, solo que ahora no veía el carro de su jefe por ningún lado. ¿Estaría perdiendo el tiempo con Lizzie?
Saqué un cigarrillo de mi bolsa, el humo esparciéndose por mis pulmones me tranquilizaban al toque, según mi esposo era un hábito asqueroso, según yo podría irse al diablo.
Veinte minutos fueron los que esperé hasta el que auto sobre el que estaba sonó al abrir sus seguros por un mando a distancia, a través de mis lentes oscuros pude ver el señor de las fotografías caminando distraídamente en mi dirección.
- Hola guapo – saludé exhalando el humo hacia su dirección. Se detuvo a cinco pasos de distancia, desconcertado y listo para huir.
- ¿Quién eres?
- Soy quien te va a ofrecer el mejor trato de tu vida, uno que nos beneficiará a ambos.
- No estoy interesado – pareció convencerse de que era inofensiva ya que continuó su avance ignorándome y abriendo la puerta de su carro dejando el maletín primero en el asiento de atrás.
- Pero si no has escuchado de que trata – dije con una voz tierna y al mismo tiempo protruyendo mi labio inferior, esto solía servir con la mayoría de la gente, le gané un poco de respeto al ver que seguía ignorándome - ¿Qué tal si te vuelves el presidente de la empresa? Entonces ... ¿si te interesaría?
Se detuvo. Seguía sin creerme, pero su curiosidad era obvia y más su ambición. Le estaba ofreciendo el sueño de su vida. Perdió su pelea interna de huir y por fin hizo la única pregunta que importaba.
- ¿Qué quieres decir?
- Mi nombre es Hilary Merckel – sus ojos se expandieron confirmándome que estaba enterado de toda la situación, pasó su mano por su pelo canoso viendo al fondo del estacionamiento vacío.
- Esto no es una buena idea, no me pueden ver contigo
- Estamos completamente solos – me acerqué unos pasos – sé que estás cansado de trabajar bajo la sombra del señor de piedra, con su cara petulancia. – sus ojos volvieron a escanear el espacio, paranoia y terror lo consumía, pero también sabía que nadie vendría. Tomé su silencio como mi señal de continuar – Esto es sencillo sólo tienes que ayudarme con tres simples pasos – levante mis dedos enfatizando mis palabras y con una sonrisa de comercial en mi cara. No podía perder su interés, no ahora.
- ¿Qué quieres que haga? No digo que vaya a aceptar solo... -
- Uno, tienes que darme información confidencial de la empresa, pero no cualquier información quiero la que me permita robar los clientes de tu jefe destruyendo por completo su negocio, ya sabes – le guiñe un ojo
- ¡Estás loca! Eso no es nada simple ¿Por qué haría algo así? Después de todo es mi empresa porque destruiría algo que también me ha costado – creo que se ofendió.
- Déjame terminar Sr. Hernández – escuchar su nombre lo congeló – faltan dos pasos más ¿lo recuerda? – elevé mi mano marcado el número – Dos, yo me encargaré de plantársela a su novia, como ya sabe Lizzie es muy cercana al Sr. Cabrera, esa será nuestra puerta de entrada y tú – con el dedo índice toque su pecho – serás quien siembre la semilla de duda en Christopher.
- ¿Cómo diablos haré eso? Si apenas me tolera, dudo que confié en mí.
- Ese será tu problema, solo ocupamos una pequeñita semilla de desconfianza, si logras eso su relación se destruirá, perderá concentración y credibilidad ante los socios, tanto que lo destituirán por violar las cláusulas de confidencialidad y permitir que alguien de su confianza haya tenido acceso a aquella información. Perderá la empresa, nosotros ganaremos el caso, mi padre regresará a su puesto, los clientes permanecerán en la empresa y al final te ayudaremos a que tu seas quién tome el cargo de presidente de Nova Tecnologies.
- No suena muy sólido, no perdería el caso por una mujer
- Es ahí donde te equivocas corazón, por esa mujer perderá hasta su empresa.
- Imposible
- ¿Estás seguro de eso? – sus ojos seguían moviéndose de forma inquieta por todo el estacionamiento, después de unos aburridos y tediosos segundos trago saliva de forma ruidosa.
- Está bien, lo haré
- Qué maravilla – aplaudí con las puntas de los dedos – Te enviaré mi dirección de correo por mensaje, ahí es donde tendrás que mandarme la información cuando la consigas, pero tienes una semana.
Me fui sin mirar atrás, escuchando el eco de mis tacones conforme avanzaba a la salida.
Que molestia que tenga que regresarme en taxi otra vez, esta vida de miserable no era para mí. Saqué mi celular del bolso blanco que me negué a vender y llamé a quién también resultó un inútil para resolver mi vida.
- Hola corazón, ¿Adivina que acabo de hacer? Solucioné todos nuestros problemas – escuché su suspiro cansado al otro lado de la línea molestándome de sobremanera.
- ¿Qué has hecho Hilary? Te dije que te quedaras quieta – Diego me había tratado con indiferencia los últimos días, ya no podía soportar como me ignoraba o me volteaba los ojos siempre que daba mi opinión. Esto también era para recordarle quién diablos era su esposa, que dejará de decirme que me mantuviera callada. Le conté todo sin dejar pasar ningún detalle.
- ¿QUÉ DIABLOS HAS HECHO? – gritó – CANCELALO... DE INMEDIATO! – alejé el teléfono de mi oreja dejándolo hablar solo mientras me acababa el cigarrillo en mi mano.
- Sabes perfectamente que esta es nuestra salida te gusté o no... fuiste muy cobarde para hacerlo por ti mismo – me mantuve firme, este plan mío era una maravilla, sin defectos, puras ganancias, por completo impecable.
- Mi hermana podría salir lastimada, esto no está a discusión – como me molestaba cuando se ponía a la defensiva tratándose de hacer el héroe. ¡Que hipócrita! Ni era cercano a su hermana y ¿Cómo se atreve a defenderla y ponerla antes que a mí?
- No me vengas con el papel de buen hermano que no te queda, por algo no quiere nada de ustedes. Ella decidió de que lado estaba hace tiempo. No me hagas recordarte de que lado estas tú. Le debes tanto a mi padre que no tienes decisión sobre esto. – dije antes de colgar, gracias a esta estúpida demanda mi familia y la suya perdieron todas las inversiones y acceso a las cuentas bancarias, éramos todos contra uno e íbamos a ganar.
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UN POCO MÁS QUE ORDINARIOS
Romance- Sube- me dijo con tono seco y demandante - ¿disculpa? - Te llevare a donde necesites- segunda frase completa, bien por él. Pero seguía siendo un extraño - No, gracias, estoy bien- sonreí, se me quedo viendo como si hubiera hablado un dialecto desc...