19. Gala Benéfica

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Christopher POV

- Un segundo –el sonido de su voz a través de la puerta me hacía sonreír, algo nuevo y desconocido para mí. Escuchar cómo se movía e imaginarme su prisa era lo mejor del día hasta ahora, lo que me hacía preguntarme sobre lo miserable de mi existencia hace unos meses. Me hacía feliz pensar que estaba ansiosa de verme, saber que no era el único que vivía con prisa para nuestros encuentros. Momentos después la puerta se abrió y agradecí al universo por la vista que me recibió, una imagen tanto mítica como inalcanzable. Dejé mis manos en los bolsillos de mi pantalón esperando que eso me frenara un poco a la inmensa necesidad que tenía de tocarla. Su sonrisa podría matarme.

- Hermosa – salió más como un suspiro, como si de un sueño se tratara y no estaba seguro de que no lo fuera. Recorrí su cuerpo con mi mirada tratando de memorizar cada una de sus curvas como mi ritual privado que realizaba siempre que se encontraba a mi alcance. Aun así, cada vez que estaba enfrente de mi era una experiencia nueva y embriagante.

Gruñí al percatarme de la abertura en su muslo la cual dejaba a la vista su esbelta y larga pierna. Nunca había comprendido a los hombres posesivos hasta que llego Elizabeth a mi vida, luché contra todos mis instintos de rogarle que buscará algo más que usar, pero ese no era el hombre que ella merecía o al cual aceptaría. Cuando por fin fui capaz de despegar mi atención de lo que sería la perdida de mi cordura, sus ojos me estaban esperando con diversión y una calidez que podría hacerme cenizas. – Tan perfecta.

Siendo débil y sucumbiendo ante mi necesidad de tocarla, liberé mis manos de las bolsas del pantalón y las deslicé por su cintura llegando a su espalda desnuda, otro gruñido satisfecho salió de mi pecho, quería marcarla, que todos supieran que era mía. La pegué a mi cuerpo mientras la guiaba al interior del departamento cerrando la puerta detrás de mí. Su aroma fue mi perdición, cualquier rastro de control se evaporó cuando enterré mi cara en su cuello inhalado como un adicto. Encontré con facilidad aquel punto sensible que amaba ya que sus piernas se debilitaban y terminaba cargando la mayoría de su peso con mi brazo. Nunca la dejaría caer. Rodeé su muslo desnudo con mi mano subiendo peligrosamente a donde no habría retorno – ¿Esto es para mí cierto? – mi voz se había hecho áspera, acomodé su pierna para que rodeara mi cintura y pudiera sentir el efecto que tenía sobre mí.

- Todo tuyo, pero... - tomó aire como si necesitara convencerse de sus propias palabras – No ahora – su negativa solo me hacía más insistente, su cuello una delicia y sus sonidos más. Podría sentir su indecisión, sólo un poco más y cedería.

- ¿Segura? – unió nuestras bocas dándome un beso suave pero profundo por unos segundos antes de separarnos con su dedo índice sobre mis labios. Sus mejillas coloridas y sus pupilas dilatadas, me encantaba el efecto que tenía sobre ella.

- Tenemos que irnos – escuché la resolución en su voz, aunque su cuerpo estaba en sintonía con el mío, ella era quién nos mantenía en control la mayoría de las ocasiones. Así que la liberé robándole un último beso mostrándole lo que se perdería por aquella decisión, pero con la promesa de que terminaríamos esto más tarde.

- Vamos – entrecerró los ojos acusatoriamente al ver mi sonrisa de suficiencia.



Elizabeth POV

Observarlo manejar era una de las mejores y más sensuales experiencias de mi vida, y el día de hoy desconocía como seguía conservando mi cordura ya que se encontraba utilizando un esmoquin a la medida que se ajustaba como guante a su cuerpo.

Mi necesidad de estirar la mano y comprobar que en realidad existiese era grande, pero no tuve que controlarme ya que como siempre, Christopher tenía un don para sincronizarse con mis pensamientos y tomó mi mano en la suya sosteniéndola durante todo el trayecto, manteniendo una caricia con su pulgar de forma inconsciente.

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora