Todos los años, cuando llegaba el mes de septiembre, la antigua estación de King's Cross se llenaba de particulares magos y brujas que empujaban sus carros llenos de maletas de aspecto antiguo y jaulas con animales exóticos a la vista de cualquier muggle. Las lechuzas ululaban, las ratas se asomaban sus pequeñas cabezas a través de los barrotes curiosas con los bigotes alzados hacia el cielo como quien busca algo de comer, y los sapos simplemente croaban y se quedaban quietos resguardandose en sus cajas.
—...lleno de muggles— murmuró Percival Dumbledore a su mujer. Ambos de estatura bastante llamativa, con vestimentas poco convencionales de la epoca. Acompañaban al pequeño niño sin la presencia de sus dos hermanos menores. —Vamos, Albus... corre y entra antes de que alguno de los muggles se de cuenta.—le ordenó su madre dándole un pequeño empujoncito para que empezase a correr hacia el muro entre los carteles del andén 9 y el andén 10.
Albus contrariado por la forma en que hablaban de las personas sin magia, cuando su madre era una bruja mestiza, no se atrevió a cuestionar en ese mismo instante, además de que nunca tuvo la opo de conocerlos realmente.
Era la primera vez que iria a Hogwarts y el orgullo característico de la familia le invadió, junto a el tentador gusto hacia lo nuevo y desconocido. Corriendo con ciertos reparos, cerró los ojos antes de llegar al ladrillo que se interponia delante de él y justo cuando una muggle vestida de ejecutiva pasó frente al muro ni se dio cuenta de que Albus acababa de atravesarlo y había desaparecido por completo. Sus padres miraron a ambos lados y lo siguieron entrando mucho más sosegados.
Era un lugar realmente fascinante.
No dudaba en que había atravesado aquella estructura solida sin romperse la cabeza. Grandes y pequeños debían pasar por ella, pues era la única entrada a la estación hacia Hogwarts.
Albus Dumbledore apenas era un pequeño aprendiz, pero estaba ansioso por saciar su cabeza de conocimiento. Se despidió de sus padres en este primer trayecto y se unió a otros magos que debían seguir una rutinaria y a la vez excitante tradición de subirse al tren mágico que recorrería prácticamente todo el Reino Unido hasta llegar a Escocia y a la desconocida ubicación del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
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Los Secretos de Dumbledore
General FictionTodos los escritos son de mi propiedad. No copie o se inspire en ellos.