I. Sirius Black

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1994

En el Número 12 de Grimmauld Place, Sirius y Harry se encontraban desayunando en silencio.

El joven que había se había despertado el día anterior devoraba con ferocidad lo que se encontraba a disposición.

—Supongo que estás en crecimiento?— comentó Sirius en broma al percatarse del apetito de su ahijado.

Harry se detuvo al escucharlo, y se sonrojó un poco al darse cuenta que no estaba teniendo buenos modales en la mesa.

—Lo siento, Sirius. Me levanté muy hambriento.

Sirius se rió levemente por la vergüenza que sintió Harry.

—Es una buena señal.

En ese momento un estallido de fuego los puso ambos en alerta, pero se relajaron cuando vieron al familiar fénix perteneciente a Dumbledore, que dejó una nota en la mesa.

—Hola Fawkes— saludó Harry con sentimientos encontrados. Estaba contento de verlo nuevamente, aunque un poco triste al recordar el final que tuvo su querida varita.

El ave graznó una suave melodía que ahuyentó las emociones angustiantes de Harry, haciéndolo sonreír. Luego se posó en su hombro y le dio un picotazo cariñoso, antes de tomar vuelo y desaparecer en otra explosión.

—Vaya. Eso sí que fue asombroso— dijo Sirius.

—¿Qué cosa?—

—El canto primero y luego la demostración de afecto. —dijo Sirius —Los fénix son criaturas extraordinarias y es raro ver uno. Menos tanta cercanía con una persona con la que no está familiarizada— comentó extrañado.

Harry se tomó un segundo para pensar en sus palabras.

—Bueno, supongo que estamos un poco familiarizados. Mi varita tenía como núcleo una pluma suya— dijo encogiéndose de hombros, como si esa fuera toda la explicación para el comportamiento del ave. —Además que sus lágrimas me salvaron la vida, por lo que eso también debe contar.

—¿Cómo dices?– inquirió rápidamente. Harry se dio cuenta de que había hablado sin pensar y miró a su padrino que lo miraba estupefacto.

—¿Qué quieres decir con que sus lágrimas te salvaron la vida?— preguntó mirándolo fijamente.

Harry se encogió en su asiento, un poco incómodo ante la mirada del mayor.

—Hubo una situación en segundo año, un lío realmente grande en el que me vi envuelto —empezó Harry buscando las palabras para explicarle dando la menor cantidad de detalles sobre lo ocurrido. — viste como los problemas suelen encontrarme— añadió con una risita nerviosa.

Sirius no se tragó el desastroso intento que tuvo Harry de minimizar lo que había sucedido.

—Escupe lo que tengas que decir y no te detengas, Harry. He perdido tiempo valioso.

Harry suspiró y procedió a contarle los sucesos que tuvieron lugar en su segundo año, dejando a Sirius mareado entre estar orgulloso, horrorizado por el hecho de que casi muere al ser mordido por un maldito basilisco o estar enojado con él por entrometerse en esa situación.

—¡Demonios, Harry!— exclamó luego de unos momentos de silencio.

El joven esperaba una reprimenda con la cabeza baja, por lo que se sorprendió y levantó la vista, aumentando su sorpresa al ver que Sirius estaba sonriendo enormemente. Luego se puso de pie y se sentó a su lado, poniendo una mano en su hombro.

—Realmente tengo muchas sensaciones, pero la mayor es que estoy increíblemente orgulloso de que hayas hecho lo que consideraste correcto. Hiciste algo increíblemente valiente y sumamente estúpido. Pero salvó la vida de la chica Weasley, y supongo que varias más dentro del colegio— dijo Sirius, mirándolo a los ojos. —Lamento no haber estado ahí para protegerte— añadió con claro arrepentimiento.

Los Secretos de DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora