Capitulo 2.13

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Eran días fríos a pesar de que el invierno ya estaba acabando. En algunas áreas verdes del colegio, aún persistían los restos de nieve, que tan pronto el sol saliese, se consumirían en pequeñas partículas de agua regando el pequeño pasto que comenzaba a crecer.

Se sentó alrededor del césped en compañía Elphias por esa mañana, con sus manos alrededor de la taza de café caliente en sus manos que había sacado del gran comedor después del desayuno. Contemplando como el sol comenzaba hacer su voluntad sobre la nieve.

Aquel acto tan natural y ordinario, le generaba un bienestar que generalmente expresaba a su mejor amigo.

-¿Notas como un objeto desencadena un valor importante en otro, y así este mismo requiere de alguien más para sobrevivir? -cuestionó Albus, esperando una respuesta de su compañero, y en aquella pregunta recaía su búsqueda en la necesidad del ser humano en estar destinado a compartir con otro para sobrevivir, pero que para él era algo difícil.

Albus era alguien muy talentoso, de diálogo fácil, pero que vivía muy adelantado para su edad. Muchas veces había llegado a sentirse solo a pesar de sentirse bien con su propia compañía, porque así había tenido que aprender a vivir. Reconocía en sí mismo, lo difícil que era comprenderlo cuando su mente exploraba cosas nuevas. Siempre había contado con el amor de sus padres, y el cariño dulce de Ariana, no obstante, no encontraba en nadie, un complemento total que satisfacerse sus necesidades incomprendidas.

-Es interesante, Albus. - repuso tardío Elphias, quien estaba en ese momento mirando el radiante sol que golpeaba su rostro marcado aún por las huellas de la viruela de Dragón. - El sol está muy fuerte, podríamos movernos a la sombra, ¿no crees?

Su respuesta había sido algo predecible. Era obvio que su amigo no sentía esa valoración por la vida como él hacía las criaturas vivientes, pero aún así se mostró interesado por el comentario del joven Albus, y él agradeció es esfuerzo.

-Vamos a sentarnos y a hablar de lo que nos conviene entonces a ambos- sonrió y convino en cambiarse de lugar entre los ventanales del jardín junto a la sombra para seguir bebiendo su taza de café. Dentro de unos días el curso finalizaría y se encontrarían en diferentes destinos y no quería llenar su cabeza de ideas de su compañero de viaje.

Pero mientras la conversación entre ambos se hizo fluida entre planes, el viejo búho de la familia de Dumbledore apareció en el cielo como un punto que fue creciendo a medida que se acercaba directamente hasta él. Elphias lo alertó y Albus dejó la taza a un costado para ver el ave que ya venía bastante cerca.

Nunca acostumbraba a recibir nada, por lo que la visita del animal le advirtió que algo había pasado. De un salto el joven recibió al búho y le desató la carta entre sus patas, aliviándole de la ataruga y le dio una palmada antes de que emprendiera el vuelo. Los ojos del mago por primera vez se convirtieron en fichas glaciares a medida que la carta se desplegaba y se leía:

Estimado Sr. Dumbledore:
Lamentamos informarle de que su madre, Kendra Dumbledore, ha fallecido recientemente. Ofrecemos nuestras más sinceras condolencias. Sin embargo, la razón de este anuncio, además de informarle de su dolor, es que este desafortunado evento lo ha dejado como cabeza de familia. De acuerdo con este puesto, ahora ha adquirido una serie de responsabilidades, incluida la organización del funeral de su madre, así como la gestión de sus cuentas familiares y la responsabilidad de dos menores; un Sr. Aberforth Dumbledore y la Sra. Ariana Dumbledore.

Un duende de Gringotts le ayudará a presentar el papeleo necesario y a cumplir cualquier último deseo. Sin embargo, no tenemos registro de algún testamento. Lamentamos su pérdida.
Nuestras disculpas.
Atte: Primer Secretario del Departamento de Servicios Públicos del Ministerio de Magia.

Albus se sentó allí tratando de aceptarlo todo. Toda clase de pensamientos giraron por su mente mientras trataba de aceptar este malestar en su vida, ¿Mi madre está muerta? ¿Cómo es posible? ¿Mi madre cariñosa, preocupada nunca me va a volver a hablar para recordarme que lave la ropa? ¿Nunca voy a recibir otro montón de galletas que me envía porque sabe que me gustan?

El dolor agobó a Albus mientras asumía plenamente las consecuencias que trajo esta breve carta. Pero también el repentino cambio de comportamiento de Albus alertó a su amigo de que algo estaba pasando.

- ¿Qué ocurre? - preguntó Elphias, quien para ese entonces ya estaba de pie a su lado y había visto la transformación en su rostro.

-Mi madre, Elphi... -respondió sin poder mirarle porque sus ojos ya estaban cristalinos. -ella falleció...

-¡Por la barba de Merlín, Albus! lo siento mucho. -El sincero arrepentimiento de Elphias obtuvo una mirada de dolor. -Tenemos que posponer el viaje. Tienes que organizar el funeral. De verdad no sabes cuanto lo siento, Albus -dijo desesperado- ¿Vas a estar bien? -preguntó finalmente. Sin embargo, Albus levantó la vista y, por primera vez desde que recibió la carta, un poco de vida volvió a sus ojos. Aprovechó la simple declaración de Elphias como un salvavidas.

-Sí, por supuesto. Tengo mucho que hacer; el funeral, informarle a Aberforth hoy, decirle a Ariana. Ya casi debíamos partir a casa...-pero un impulso desenfrenado lo obligó a caminar de regreso al castillo y querer ir en ese mismo momento a empacar sus cosas, algo que sorprendió a Elphias nuevamente.

-Elphias, tienes razón, pero tengo que irme ahora mismo. -le dijo mientras caminaba rápidamente por el pasillo en dirección a la siguiente planta. -Necesito decírselo a Aberforth y cuidar de Ariana, debe estar terriblemente angustiada.

- Espera. Pero no puedes ir sólo. Estás a pocos días de terminar las clases.

Pero Albus no le escuchaba y continuó caminando con determinación hasta la siguiente escalera y llegar al corredor de la Sala Común. Quería tomar la decisión correcta antes de que los profesores le dijeran algo y asumir la responsabilidad con Ariana.

Llegó a la Sala Común con los ojos empapados en lágrimas y una vez en su habitación comenzó a empacar su parte de mapas y paquetes turísticos y recogió su ropa, sus capas. El sombrero que tanto le gustaba y cuando vio que su amigo seguía allí se volvió hacia él completamente: -Puedo entender si no puedes venir, después de todo, no quiero que pospongas un viaje que hemos estado planeando durante tanto tiempo cuando parece que no podré escapar durante algún tiempo.

Elphias lo miró fijamente, tratando de adivinar a dónde había ido la mirada perdida y dónde Albus había conseguido de repente su determinación. Aun así, Elphias se encogió de hombros ante su preocupación, de cualquiera que hubiera conocido. Albus siempre había sido el que había avanzado después de un cambio.

-Bueno, amigo, no creas que tienes que hacer esto solo. -respondió Elphias-Además, ¿qué tipo de amigo sería yo, o cualquiera de nosotros, si no nos quedáramos para ayudar?

Albus le dio una sonrisa triste y comenzó a empacar nuevamente. Ahora, tenía una dirección diferente, y quizá por cuánto tiempo.

-Yo también empacaré mis maletas para acompañarte, Albus. Pero antes, les avisaré a los profesores que iré contigo-dijo, recogiendo la carta sobre la cama antes de salir de la sala.

Los Secretos de DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora