Entre criaturas fantásticas

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Dumbledore no dudaba en que Newt Scamander hasta ahora había demostrado ser la viva encarnación de lo que debería ser un verdadero Hufflepuff. Su desinterés y amabilidad incluso por las bestias que otros temían, dejaba en evidencia su devoción y amor por aquellos a los que tenía cerca, tanto humanos como bestias, lo cual una vez el mago pudiera finalizar sus estudios les hizo pasar mucho más tiempo juntos en sus inicios antes de que Newt tuviera que emprender su propio camino y sólo tuvieran tiempo para intercambiar cartas.

Scamander nunca había sido tan bueno interactuando con otros pares como lo era con sus bestias, que en este punto, trataba como si fueran seres totalmente inofensivos, y lo cual le llevó tiempo entender. Había visto algo especial en él. No sólo por ser un joven era bastante diferente de su hermano mayor, Theseus.

Si su mente debía buscar algo que le evocara a Newt, eran las reiteradas ocasiones en que lo atrapaba escribiendo notas en un libro, con ilustraciones de diferentes criaturas decorando cada página. No obstante, fue solo cuando vio que el obscurus era también una fascinación de su joven estudiante, que Dumbledore realmente comenzó a prestar verdadera atención al joven Scamander. Muy en el fondo esperaba a que Newt persiguiera su amor por las criaturas mágicas, ayudando a informar a las comunidades mágicas de todo el mundo sobre cómo cuidar a estas bestias, en lugar de matarlas, y así también, obtener alguna información desconocida por él de los obscurial. Dumbledore aprovechó ocasión que pudo en ser parte de alguna parte de sus quehaceres.

Estar un par de días le permitió conocer a Bunty, su asistente y la labor que ambos realizaban dentro del maletín o en la propia casa del Magizoologo.

Albus no dejaba de aprender un poco más y de sorprenderse.

— Profesor —le dijo, mientras removió dos grandes galones rellenos de alimento. —¿Está seguro que quiere conocerla? Bunty me ha dicho que durante estos días pasó de estar deprimida a malhumorada. Está pasando por un mal momento debido a la muerte de su primera cría. Aún así estoy dispuesto a hoy cambiarle su hogar por uno más cómodo y evaluarla en su hábitat natural otras semanas más.

—Completamente —sostuvo Dumbledore, otorgándole algo de ayuda con el desplazamiento.— No es mi intención evadir su espacio e ignorar su dolor. Pero nadie merece sentirse por mucho tiempo sólo. —concordó —Me imagino que ese lugar se llama Rumanía.

—Así es — asintió Newt.

—Oh, no ella no lo está...—aclaró Bunty. —Puede ser algo hormonal, después de todo también es una chica.

Ninguno pareció darle sentido a la comparación, sin embargo Albus respondió amablemente — Puede que no, pero su tristeza no le permite ver otros panoramas.— respondió Albus. —Entre dos podemos hacer algo. ¿Usted por qué no descansa, Bunty? Se ve agotada.

La mujer sonrió nerviosa y entrecogio los hombros, y Newt la animo a descansar tras una dura semana de cuidado.

—Descansa, Bunty. Lo has hecho increíble. —agradeció Newt calidamente y la mujer sonrojada, como si las palabras fueran bálsamo a su herida salió del lugar de mejor humor dejando a ambos magos solos y a Albus sobretodo investigar una criatura animal peligrosa que se había instalado en una de las tierras en Londres y resultó atacada. Él había estado allí y desde algún tiempo su curiosidad por los poderes de la sangre de dragón y entre otros, alimentaron su interés por ser parte de ese momento.

Era una extraña raza de dragón absolutamente desconocida. Con escamas de color rojo oscuro la vio acurrucarse mientras tomaba una siesta.

La bestia era mucho más grande que cualquier otra raza de dragón que hubiera visto nunca, por lo que una vez estuvieron tan cerca se detuvo a contemplarla impávido con las manos bajo el vientre, y fue cuando solicitó un papel y una pluma.
Newt le cedió una desde su alcance. Siempre contaba con una para mantener un registro diario de sus criaturas, evaluando su recuperación, pero Albus no quería precisamente solo evaluarla como si fuera un experto en la materia, sino, que sentía deseos de plasmarla.

Los Secretos de DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora