O H MCada vez que tenemos que interactuar en público, cuando todos están viéndonos y yo tengo que dar un show, siento que están mirando mucho de nuestra intimidad.
Es parte de mi trabajo, y estoy acostumbrado, supongo.
—¿Qué te pasa? —me pregunta Nanon, sin despegar su mirada de mi teléfono y yo suspiro relajándome.
Miro a otro lado, para evitar mirarlo a él.
Las personas están caminando a nuestro alrededor, y escucho los gritos afuera, porque están ansiosos, esperándonos.
No tuve antes este nivel de presión.
Todo está resultando mejor de lo que esperaba y no sé que tan preocupado debería sentirme al respecto.
El éxito puede ser aterrador, a veces.
Nanon baja su teléfono y me mira, estirando su mano derecha hasta la mía.
Juega con sus dedos sobre mi piel y le sonrío nervioso.
—Saldrá bien —me dice y el aire vuelve a pasar a mis pulmones con normalidad.
Él lo entiende.
Es la única persona acá que sabe como me siento, y me reconforta tenerlo.
Sé que lo que teníamos antes, cambió.
Incluso llamarlo mejor amigo es poco ahora, y me he sentado a pensar en buscarle otro nombre a lo que tenemos.
—¿Por qué estás mirándome así? —me pregunta y noto como mi cerebro desapareció todo por un momento, para concentrarme en él.
Había dejado de prestarle atención a lo demás, sentí que estabamos solos acá, aunque no es así.
En un medio en el que mostrar que estamos juntos es importante, empiezo a querer cuidar más lo nuestro.
No quiero fotos, no quiero que sepan lo que hacemos, me asusta arruinarlo y volver a estar solo.
—Eres muy feo —le respondo y él me lanza la botella que tiene en la mano al hombro.
Me río quitándome, porque sé que no va a parar.
Cuando me asomo hacia el escenario, me pregunto cuánto más va a durar esto.
De lo único que estoy seguro, es de que voy a disfrutarlo, porque es con Nanon.
Volteo, porque me salta encima y ya se me dobló la espalda.
—Me pesas —le digo desde el suelo y él me mira a los ojos.
—El gimnasio no te está funcionando —responde tocando mis brazos, y mis labios se entreabren mirándolo.
—¿Qué están haciendo? —nos pregunta alguien del staff y ambos aclaramos nuestras gargantas, alejándonos— ya dejen de jugar, van a arruinar la ropa.
—Ya oíste, compórtate —me dice Nanon, sacándome la lengua, cuando solo yo estoy mirándolo.
Sonrío, dejando que acomoden mi camisa, pero no alejo mi atención de él.
Es insoportable.