N A N O NLa mano de Ohm se mueve rápido sobre mi erección, besando mi hombro.
Mis piernas temblando intentan aguantar sus embestidas.
Giro la cabeza hacia él y atrapa mis labios, manteniendo el ritmo con el que me penetra.
Me corro de nuevo, pero no se detiene.
Su mano sube por mi cintura, aún golpeando mi interior y lo miro a los ojos, gimiendo agotado.
—Me encantas —dice atrapando mi oreja con sus labios, y tiro la cabeza atrás, retorciéndome entre sus manos.
No creo que algo pueda sentirse mejor que tener a Ohm dentro de mí.
Mi mirada va a su boca, porque llega y mantiene su pene en el fondo, gimiendo.
Cuando me suelta, me acuesto sobre su cuerpo, cerrando los ojos.
—¿Cansado? —me pregunta acomodando mi cabello y yo asiento.
Se ríe quitándose y lo veo levantarse para caminar a la mesa.
—¿Quieres comer?
Muevo la cabeza verticalmente de nuevo, y él agarra su teléfono.
Vuelve a la cama mirando la pantalla, concentrado en lo que hace.
—No tienes que decirme, ya sé qué te gusta desayunar —dice mostrándome lo que ha marcado en la aplicación.
Hago una mueca con los labios, y suspiro, levantándome para entrar en el baño.
He pasado la noche acá, y él está actuando como siempre.
Me doy cuenta al mirarlo, no tengo nada que esperar, porque esto es todo.
Yo no me entiendo.
Fue tan lento, que no noté cuándo esto se volvió un infierno personal para mí.
La confusión por mis sentimientos, el miedo de aclararlos, la obsesión por minimizar lo que sentía, la culpa de aceptar una atracción que estaba desbordándome.
Me miro en el espejo.
—Nunca me han gustado los hombres —digo en voz alta, porque yo sí quiero hablar.
Tengo un conflicto interno que no le he compartido a nadie.
—A mí me atraen —me responde apoyándose en el marco de la puerta y yo lo miro.
Siempre ha salido con mujeres.
Hablo de que no tenía idea, sé que él trabaja en una industria que le ha abierto la mente con los años, y sé que apoya abiertamente el "no importa el género" cuando le preguntan, pero nunca lo he visto relacionarse con un hombre.
—¿Sí?
—No voy a casarme con uno —me aclara y yo lo miro confundido— no estoy hablando de eso.
—¿De qué hablas entonces?
—Me encantan las mujeres, yo quiero tener una familia perfecta, quiero tener hijos, quiero una casa bonita, tú sabes de lo que hablo.
—Sí, entiendo.
—No me proyecto con un hombre de esa manera —agrega pasando las manos por su cabello— me atraen, pero es diferente, no voy a comprarles rosas ni andar de la mano con uno.
Ohm lo tiene claro, este parece ser un tema resuelto para él.
—Es sexual —digo porque comprendo.
No creo que yo sea el primer hombre con el que se ha ido a la cama y voy a verme patético si le planteo lo confundido que me siento yo.
¿Acaso él nunca ha sentido algo parecido?
¿Siempre ha tenido tan definido todo?
—Ohm.
—¿Sí?
Lo miro, tomando valor.
Quiero ser sincero, yo siempre le he contado todo.
Nuestra amistad se construyó en la confianza, jamás le he tenido miedo a decirle como me siento.
—Tú me gustas mucho.
Siento que no puedo ser más claro, él va a entender que eso engloba más que el sexo.
Sus labios se entreabren y baja la cabeza un momento, aclarando su garganta.
—Nanon, no arruines esto —dice tan bajito que me planteo convencerme de no haber escuchado.
Puedo sentir su incomodidad, cuando me mira de nuevo.
—Tú sabes lo importante que eres para mí —agrega acercándose— lloro como un estúpido cuando hablo de cuánto te amo.
Sí, lo sé.
—Lo siento —suelta al finalizar y yo entiendo lo que intenta decirme.
Está disculpándose, porque él nunca va a enamorarse de mí.