Capítulo 4

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O H M

Incluso con muchas personas a mi alrededor, me siento incapaz de quitarle mi atención a Nanon.

Estoy conversando con mis compañeros de algunos otros proyectos próximos, y toda la empresa está en esta fiesta, pero no puedo evitar buscarlo con la mirada, para saber donde está.

Ya me quiero ir.

No soy un tipo de fiestas, me divierte estar presente un rato, pero no voy a quedarme hasta que termine la noche.

Les sonrío caminando al centro de la pista, y Nanon deja su cerveza para acercarse a mí.

—¿Ya nos vamos? —me pregunta acercándose a mi oído y yo asiento.

Cuando realmente quieres irte, no necesitas comunicarles a todos que te vas.

No van a darse cuenta, están divirtiéndose.

Abro la puerta de mi auto, para que Nanon entre y me sonríe.

—Gracias —dice estirando su boca hacia mí y yo me río.

—¿Tomaste?

—Una botella, estoy bien —responde sentándose.

Rodeo mi auto para subir también y lo enciendo, mientras él pone música.

—¿Quieres que te lleve o vas a quedarte a dormir en mi casa?

—En tu casa —dice subiendo el volumen— ¿Tienes cerveza?

Sonrío, porque está muy animado.

—Sí, si tengo.

Me detengo en el semáforo, y lo miro, apoyándome en el respaldar.

Mi brazo se estira a su rostro y él sonríe, cuando lo toco.

Me pierdo un poco.

Voy a acercar mi rostro al suyo, pero la luz roja cambia al verde, y las motos hacen ruido al pasarnos.

Me pongo derecho, volviendo a ponerme en marcha.

Podría escucharlo cantando acá, toda la noche.

Cuando llegamos y estaciono adentro, se baja, agarrando las llaves de mi bolsillo.

Bloqueo las puertas y entro con él, que va directamente a la cocina.

Saca las botellas del congelador, pero se sirve también el vino que tengo en la mesa, en una copa.

Me acerco quitándosela, para tomar yo.

Hemos firmado para participar en otra serie juntos, de forma secundaria, por el tiempo que tenemos.

Eso es bueno.

Quiero caminar a la sala, pero se acerca, y me quita la copa de nuevo.

Se sirve más y logro quitársela, pero soy torpe esta vez, y me tiro el vino a mí mismo.

—Es una camiseta blanca —me avisa como si no lo supiera yo.

Es obvio que está divirtiéndose.

Giro los ojos sacándomela, y pongo la copa en la mesa, para tomar un poco de cerveza.

Cuando volteo, Nanon me quita mi camiseta y seca mi pecho con ella.

—La estás manchando más —le digo y él se ríe.

—Ya sé.

Se la quito para tirarla al sillón, y él sigue cerca.

Me tenso porque pasa uno de sus dedos por mi piel, y siento escalofríos.

—¿Vas a dormir así? —me pregunta subiendo la mirada a mis ojos y yo asiento.

—¿Por qué? ¿Te molesta?

—No.

Juego con su cabello y se ríe mirando mis labios.

Llevo días intentando buscar este momento, pero no he logrado mucho, porque ha estado evitándome y no entiendo la razón.

Me acerco a sus labios y lo miro nervioso, dándole tiempo.

Si quiere quitarse, puede hacerlo.

Quiero que él tome la iniciativa, no quiero ser yo el que lo haga primero.

Jadeo, porque me besa él, jalando mi labio inferior con los suyos, y yo sostengo su cintura más fuerte.

Empuja su cuerpo contra el mío, y bajo mis manos a su trasero.

Se aleja un poco para tomar aire, y lo miro mordiendo su barbilla.

Sonrío, porque gime cuando deslizo mi boca a su cuello.

Chupo su piel y aprieta sus dedos en mi espalda, cerrando los ojos.

Llevo años con esta idea extraña en la cabeza y siento que toda esa tensión que llevaba cargando, ha dejado de pesarme.

Nanon siempre me ha dado curiosidad, y estoy muy caliente ahora.

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