Capítulo 1: Un frío día de invierno.

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Pov Annabeth

Hacía mucho frío. Más de lo que me gustaba en realidad. No extrañé la nieve  tanto como en el último año que viví con mi papá. Desde que era niña en el campamento que dejé de verla, hasta  esa temporada con él. En realidad, no caía gracias a la barrera mágica que habíamos reestablecido en el verano con mis amigos.

Ahora meses después, ya sin las altas y calurosas temperaturas, con el sol radiante en el cielo, y los largos días y cortas noches, volvíamos a esta época del año. Días muchos más cortos y fríos, donde el sol no calentaba y solo podías abrigarte lo suficiente al punto en el que apenas puedes caminar.

No es que la odiara. Tenía sus puntos a favor. Solo que si tengo que elegir entre uno u otro, me quedo con el verano. Ahora, bajo el manto gélido del invierno, cuando la escarcha se adueñaba de las calles y el aliento se congela en el aire, comienzo a impacientarme.

Y como si fuera poco, mi papá me escribió a principios de diciembre.

Decía que él y mi familia adoptiva se habían instalado en su nuevo hogar. Sin embargo, la carta no me llegó hasta mediados de diciembre, probablemente porque la envió al campamento y no mi nueva escuela. El dolor de nuestro fiasco de Acción de Gracias ya se había atenuado, aunque pensar en ello todavía me llenaba de una capa de entumecimiento.

En la carta, mi padre insistía en invitarme a San Francisco para las vacaciones de Navidad. Me prometió que tendrían una habitación en la casa para mí pase lo que pase. No por primera vez, me pregunté por qué seguía escribiendo, insistiendo en que yo pertenecía a él.

No coincidía con su negativa a elegirme por encima de su nueva familia, ni siquiera por encima de su trabajo y sus... pasatiempos. ¿Fue un persistente sentido de responsabilidad? ¿Le impidió su conciencia abandonar por completo a su hija en el campamento?

Quizás ambos estaríamos mejor si yo... 

Si yo dejara de dar vueltas sobre las cosas. Dejaría de ocuparse de mí, fuera de sus manos para siempre. No tendría por qué sentirse culpable en absoluto.

Adjunto a la carta había un trozo de papel de cuaderno con la nueva dirección de mi padre y una fotografía de él junto a su esposa e hijos. Los cuatro en el jardín trasero de la casa. Al fondo estaba la alta sombra de una montaña, que se extendía hacia un cielo oscuro y nublado.

Monte Tamalpais mi papá había garabateado en el reverso.

Miré su nueva dirección. Estaba al sur del puente Golden Gate, pero todavía estaban a la sombra del monte Tam. La ciudad tenía que estar plagada de monstruos. y mi papá todavía no lo pensó dos veces en invitarme allí.

En ese instante la puerta de mi cabaña se abrió y mi medio hermano Malcolm asomó la cabeza.

-Quirón está haciendo clases de tiro con arco.- Dijo, antes de preguntarme. -¿Vienes?

Asentí y volví a meter la carta y la fotografía en el sobre y guardarla entre las páginas de un bloc que tenía en la mesa de al lado. Se sentía pesado por la indecisión cuando lo guardé.

Tomé mi abrigo y me levanté de la cama tan pronto Malcolm salió.  Dejé el bloc sobre mi mesa antes de seguirlo fuera. El aire frío golpeó mi rostro apenas pasé la puerta. Un escalofrío incitándome a regresar al cálido interior de mi cabaña.

Escondiéndome en el cuello de mi bufanda, seguí a mi medio hermano por el sendero del campamento. Apenas habían algunos chicos fuera. Mestizos que decidieron quedarse por este año.  

-Imprudente.- "La Maldición del Titan." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora