Capítulo 23: Un tierno y electrificante...

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Pov Alex

De acuerdo, ahora puedo decir abiertamente que no solo he volado por los cielos, sino también que experimenté de primera mano la fuerza del hombre que los carga. Solo me falta levantarlo por mi mismo para completar la lista.

Pero pudo haber salido mejor. Quiero decir, sentí como casi vomitaba todo órgano dentro de mi cuerpo que por un momento juré que mi estómago llegó a mi garganta. Y hablando de ella, hasta este punto apenas puedo pronunciar una palabra. 

Creo que no he gritado así en mi vida.

No se como describirlo. Quiero compararlo con algo, pero no hay nada en palabras que pueda ejemplificar lo que se sintió recibir un fuerte abrazó de oso de Atlas. Diría que un avión cayó sobre mi espalda, o un crucero, pero ya estaría exagerado... o me quedo corto.

Atlas, el titán que levantó el cielo por más de tres mil años. No quisiera volver a experimentar sus saludos de bienvenida, ni mucho menos descubrir que hace en las despedidas.

Lo último que recuerdo fue esa corriente eléctrica corriendo como un escalofríos, antes de perder la conciencia y tener un sueño muy raro. Estaba yo, y alguien más, y esa fuente de nuevo, pero tan rápido como vino, se fue.

Cuando recuperé la conciencia, me encontré en lo que solo podía describir como una celda oscura y rocosa. Las paredes rugosas y frías exudaban una humedad que se me congelaba hasta mis huesos. 

Era un ambiente cavernoso y lúgubre. Algunas prendas de tela, de dudosa procedencia. Una tenue luz que se colaba revelaba un espacio reducido y que podría haber sido el escenario de las pesadillas más sombrías que cualquiera pudiera tener, o el nivel en las celdas oscuras de Resident Evil 4. 

El frío y la humedad eran probablemente lo más se podía destacar. Casi como si estuviera atrapado en lo profundo de una cueva olvidada, diseñada para la desesperación. Demasiado difícil no dejarse llevar por la opresión del entorno.

Sin embargo, la desolación encontró un contrapunto inesperado, porqué al despertar en este rincón oscuro, lo primero que vi fueron los hermosos ojos grises de Annabeth.

Antes de que pudiera entender completamente lo que estaba pasando, Annabeth se había derrumbado sobre mí. Estaba llorando y me abrazaba como si pensara que en cualquier momento podría dormir de nuevo.

¿Y saben qué? Se sintió genial.

Por qué puede que estemos en un agujero horrendo y oscuro, rodeados de monstruos y titanes, esperando una presunta muerte de la que debíamos escapar. Pero después de casi una semana buscándola, de viajar miles de kilómetros, luchando contra cada cosa, y no teniendo los mejores sueños, pude por fin decirle: "Te encontré."

Mientras Annabeth se calmaba y dejaba de llorar, los efectos de la Ambrosía hicieron su entrada triunfal, como si me hubiera metido un combo de cafeína y azúcar divina. 

Mis huesos dejaron de quejarse, y la fatiga se fue como un mal sueño. Pero aún no podía moverme. Seguí ahí acostado con la cabeza en su regazo sin apartar los ojos de ella.

A pesar de estar recuperándome, al mirarla, algo en mí todavía pensaba que esto no podía ser real. Como si en cualquier momento Annabeth fuera a desaparecer de nuevo, como esa ilusión de antes. La Ambrosía estaba haciendo su magia, pero la realidad de tenerla aquí era tan surrealista que mi cerebro se resistía a aceptarla del todo.

Asique mi mano se extendió lentamente hacia arriba de nuevo, rozando su mejilla suavemente. Su piel estaba fría, pero se inclinó como si buscara calor de ella.

-Imprudente.- "La Maldición del Titan." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora