Pov Thalia
Montamos el jabalí hasta que el sol decidió hacer su retirada, y sinceramente, era lo máximo que mi trasero podía tolerar. Imaginen estar sobre un cepillo de acero gigante en un lecho de grava todo el día. Esa es la comodidad de montar en un jabalí.
No tengo la menor idea de cuántos kilómetros recorrimos, pero las montañas se esfumaron en la distancia, dando paso a extensiones interminables de tierra seca. La hierba y los arbustos se hicieron cada vez más escasos mientras galopábamos por el desierto.
Cuando la noche cayó, el jabalí decidió que era hora de hacer una parada en el lecho de un arroyo y, tras beber agua turbia, se dedicó a arrancar un cactus saguaro del suelo y comenzar a masticarlo. Espinas y todo incluido.
-Esto es lo más lejos que puede llegar.- Señaló Grover. -Tenemos que bajar mientras come.-
Nadie necesitó decírmelo dos veces para hacerlo. Descendimos del lomo del jabalí mientras disfrutaba de su festín espinoso, y nos alejamos como pudimos, tratando de lidiar con las llagas de la silla de montar.
Después de su tercer saguaro y otro trago de agua fangosa, el jabalí chilló, eructó y giró para galopar de regreso hacia el este.
-Le gustan más las montañas.- Dedujo Percy.
-No puedo culparlo.- Agregué, antes de señalar hacia delante. -Mira.-
Frente a nosotros se extendía una carretera de dos carriles medio cubierta de arena. Al otro lado, un conjunto de edificios que apenas merecían llamarse ciudad. Una casa tapiada, una taquería con aspecto de no haber abierto desde antes de que naciera Zoe Belladona y una oficina de correos de estuco blanco con un cartel torcido que decía:
"Gila Claw, Arizona."
Más allá, una cadena de colinas que, al observar más detenidamente, resultaron ser enormes montones de basura, coches viejos y electrodomésticos. Un depósito de chatarra que parecía haber resistido la prueba del tiempo.
-Wow...- Expresó Percy.
-Algo me dice que aquí no encontraremos un auto de alquiler.- Bromeé secamente.
En la cima de una montaña de chatarra podíamos ver un coche viejo como de los años setenta. Tambaleaba de adelante hacia atrás, como si desafiara las leyes de la gravedad y la física.
-¿Tú crees?- Me preguntó Alex, sonriendo de lado.
Le empujé el hombro, intentando no sonreír. Todavía seguía furiosa con él por nuestra horrible caída en un trineo de bronce, así que miré a Grover antes de preguntar.
-¿Supongo que no tendrás otro jabalí bajo la manga?-
Grover olfateó el viento, aparentemente nervioso. Sacó sus bellotas y las arrojó a la arena, para luego tocar su flauta. Se reorganizaron siguiendo un patrón que no tenía sentido para mí, pero Grover parecía preocupado.
-Esos somos nosotros.- Señaló..
-¿Cual soy yo?- Preguntó Percy.
-La pequeña deformada.- Respondieron Alex y Zoe en un coro simultáneo, que hasta a mi me sorprendió.
Las orejas de Percy se volvieron rojas al oírlos.
-Cierren la boca.-
-El problema es ese grupo de ahí.- Habló Grover, señalando a las de la izquierda.
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-Imprudente.- "La Maldición del Titan." (Saga Percy Jackson x Oc)
MaceraCon menos de un año desde los acontecimientos en el Mar de los Monstruos, Alex se ve arrastrado nuevamente a la acción en medio de un invierno implacable, donde la vida de Annabeth corre riesgo. Nuevos mestizos, viejas caras conocidas, peligros que...