Capítulo XXII - El Reencuentro

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Narra Nacht

Volvía a estar solo... Deirieri se marchó sin siquiera despedirse, Yami se volvió caballero mágico y ya nunca tenía tiempo para salir a divertirse conmigo, e incluso... Ahora era compañero de Morgen.

En este tiempo, me empezaron a consumir el estrés y la soledad, como medio de escape me refugié en el tabaco y me metí demasiado en el papel del malo de la historia. Además del tabaco, buscaba la compañía de algunas mujeres de mi edad.
No podía evitar jugar con ellas, detestaba la idea del compromiso pero tampoco quería estar solo. Era un irresponsable y el mundo lo sabía, ellas sabían a lo que se atenian conmigo y aún así se dejaban llevar.
Aún así... Siempre que estaba con alguna, no podía evitar recordarla por alguna razón. Quizá, en el fondo, lo que sentía por ella no era lastima o repudio...

Hoy en particular, me encontraba caminando por las calles de la capital a eso de las seis de la tarde. A lo lejos vi a una chica, al parecer le gusto, supuse que sería fácil hacerla caer, así que decidí acercarme.

Pero de pronto, en mi camino se cruzó un pequeño y regordete gato negro. Lo miré por un momento, me daba la impresión de que ya lo había visto antes. Pensé en ignorarlo hasta que se acercó a mi y empezó a frotar su cuerpo en mi pierna.

-¿Dazz? -el gato me maulló y empezó a ronronear-

Lo levanté y lo vi de cerca. Sin dudas era el gato de Deirieri pero ¿Qué estaba haciendo aquí?

Por primera vez desde hace años, sentí una especie de calidez en el pecho. Puse al gato en el piso y le pedí que me llevara con ella, ese gato siempre fue muy inteligente, pues empezó a caminar y lo seguí. Pero me quedé un momento sorprendido al ver que se había detenido justo en frente del castillo donde viven las familias reales del reino.
Me lo pensé un momento, pero luego vi como el gato salía por otro camino desapareciendo en las calles.

Genial, eso me pasa por seguir a un estúpido gato. Me di la vuelta con la intención de irme de ahí, pero me detuvo la voz de unos de los sirvientes del lugar.

- ¿La viste? -habló una mujer- La señorita Mereoleona trajo consigo a una plebeya

-Pero ¿no lo sentiste? -habló un hombre- se podía percibir un maná muy poderoso, no parecía ser una simple plebeya.

-Tienes razón... Además su apariencia tampoco parecía la de una plebeya -continuó la mujer-

Los dejé pasar. ¿Asi que se encontraba en la casa de los Vermillion? Vaya, el gato no me había mentido...

Sonreí como idiota por un momento, negué con la cabeza y me fui de ahí. Moría por verla, pero lo haría en otro momento.

Me fui a mi casa después de dos días seguidos sin ir a dormir ahí. Cuando iba a medio camino, el gato se volvió a acercar a mi.

-¿Qué quieres? Ve con tu dueña -lo miré desde arriba mientras dejaba mis manos en los bolsillo de mi pantalón-

Seguí caminando pero no dejaba de seguirme y de maullar.

-Bien, entonces te secuestraré -hablé en un tono malvado mientras ponía una expresión sombría en mi rostro-

El gato solo siguió ahí, al parecer quería ir conmigo. Creo que tenía hambre, así decidí llevármelo conmigo a mi casa. Lo cargué en mis brazos mientras me iba.

-¿Crees que si te cuido bien, tu dueña me de alguna clase de agradecimiento especial? -sonreí de forma maliciosa, pero el gato me mordió casi en seguida- ¡Oye! ¿Qué te pasa?

Después de eso siguió como si nada, suspiré con pesadez y lo llevé a mi casa. Lo alimenté y cuando pensé en llevarlo a mi cuarto, solo se salió por la ventana y se fue. Gato malagradecido...

Nacht Faust - Entre Sangre y Sombras (Black Clover) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora