Capítulo 2

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¿Debería haberla detenido?

La criatura pensó seriamente en ello una vez volvió a quedarse a solas. En verdad, y repasando oración por oración la conversación que habían tenido, no detectó ninguna señal que le indicase que sería imprudente dejar ir a su creadora sin un juramento de que haría lo que se le pidiese.

No era una cuestión de confianza, ¡era más que obvio que no iba a confiar en una persona que, no sólo la abandonó, sino que ni siquiera ahora se mostraba especialmente cooperativa a la hora de cumplir sus deseos! Se trataba más bien de una intuición. ¿Qué ganaba Victoria al volver a huir? La respuesta era nada.

Sí, la dirección que le dio pudo haber sido falsa, pero eso daba igual. Ya se daba por hecho que los Frankenstein vivían en alguna parte de Ginebra, por lo que no saber el edificio exacto tampoco constituía un gran impedimento para hallarlos: Si lograba que los ciudadanos la escucharan medio minuto antes de poner pies en polvorosa, la criatura estaba bastante convencida de que sabría arrancarles la ubicación verdadera.

En caso de que huyesen de la ciudad... Bueno, no huirían, ¿verdad?

La científica semejaba una persona orgullosa, pero también alguien en extremo reservada. No tenía ninguna prueba de ello, pero si tuviese que adivinar, la criatura diría que esa mujer no le habló nunca a su familia sobre los horrores que creó.

En otras palabras, veía improbable que en un periodo de menos de tres días apremiase a los suyos para cambiar de domicilio. Los humanos no eran tontos, e incluso a pesar de no comprender del todo la situación, estaba segura de que querrían informarse bien del tema antes de decidirse a continuar con una posible fuga. Y Victoria tenía demasiado que explicar.

¿Qué sucedía si escogía marcharse ella sola, abandonándola por segunda vez y dejando a sus parientes a su suerte?

Si se diera ese caso, el monstruo estaría en un aprieto, pues su primerísima intención había sido acercarse a Ginebra para mantener amenazada a su familia, matarlos a todos si es que Victoria decidía hacer caso omiso a sus requerimientos.

Pero, de nuevo, la criatura tenía el mismo instinto asesino que el de una mosca. Confesó ante su creadora el haber asesinado a un niño a sangre fría, cierto, pero en realidad eso no fue del todo correcto. Lo que en realidad sucedió fue que el crío se sobresaltó al verla y echó a correr, con la mala suerte de que acabó tropezando en un terraplén y dándose un golpe fatal en la cabeza contra unas rocas.

Sí, al menos de manera indirecta fue culpa suya por espantarlo, ¡pero no había sido su intención eliminarlo, ni siquiera tras saber que era uno de los Frankenstein! Fue un terrible accidente que en su momento le afectó pero, después, una vez pudo hablar con Victoria cara a cara, pensó que podría utilizar para obligarla a cooperar.

No se sentía orgullosa de ello, pero no creía tener otra opción.

Si Victoria elegía abandonar también a su familia ante la amenaza —cosa que no le resultaba difícil de imaginar, considerando su historial—, la criatura pensó que iría a por ella y se olvidaría del resto de los Frankenstein. Esto es, si es que no se le dificultaba perseguirla a donde quiera que fuese.

Matar a toda una familia debía ser su último recurso, sin importar qué.

Por otra parte, y aunque en estos días de espera la ansiedad la carcomía, todavía deseaba creer que había hecho bien al darle una última oportunidad a la científica dejándole su tiempo para pensar las cosas. Porque, a ver, ¿qué sucedería si no lo hubiese hecho? ¿Y si la hubiera retenido en la cabaña hasta obtener su respuesta afirmativa?

Eso hubiera puesto de malas a Victoria. Tal vez habría aceptado por compromiso, como una artimaña improvisada para salir del apuro. O puede que hubiese hecho todo lo contrario, enojándose de tal manera que jurase no volver a pisar un laboratorio en la vida. Fuera lo que fuese, no era rentable. Era mejor mantener la incertidumbre por un rato más antes que obtener una negativa instantánea.

La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora