Évelyne Beaumont fue el nombre elegido.
Évelyne como una derivación un poco más moderna del apelativo de un personaje de las primeras historias bíblicas que la criatura escuchó. Y, en cuanto a Beaumont... Bueno, Victoria había mencionado algo de que todo buen cristiano necesitaba un apellido para acompañar al nombre. El monstruo estaba al tanto de esto, pero no se le ocurrió pensarlo a mayores, de ahí que fuese su creadora quien eligiese "Beaumont" al azar, alegando que hacía referencia al lugar donde se encontraron.
Como fuera, ninguno de los nombres fue pensado en demasía. No por falta de ganas, sino porque no quedaba mucho tiempo.
La criatura, o Évelyne —como se referirían a ella desde ahora—, debía estar en posesión de un nombre desde antes de subir a la diligencia. Pues, aunque se había decidido que Victoria se encargaría de tratar con los humanos que se encontraran a lo largo del trayecto, hubiera resultado extraño para dichas gentes el ver cómo la científica se refería a su persona como "monstruo" o "criatura". Incluso aunque tales términos no fueran usados con ánimo de ofender.
La distancia hasta Ingolstadt era de más de seiscientos kilómetros, por lo que el viaje se prolongaría durante varias jornadas, realizando múltiples paradas para comer y descansar.
Según comentó, Victoria hasta tenía planeado detenerse unos días en Múnich para realizar una serie de recados, puesto que tendrían que pasar por allí de camino a la otra ciudad, de todos modos. Así que, en definitiva, les aguardaba una larga y seguramente tediosa travesía.
Y, si debía ser honesta, ésa era la principal razón por la que Évelyne acabó aceptando esa dichosa contraoferta de su creadora.
Considerando que tardarían más de un mes en alcanzar su destino final, eso le daría el margen suficiente para analizar con cuidado las acciones de Victoria. Hasta ese instante, dado que sus encuentros fueron cortos y esporádicos, sólo había podido verla con la guardia alta y casi siempre con un nuevo plan bajo la manga, por si se le venía abajo el actual.
Évelyne quería asegurarse de que no mentía al decir que no representaba ningún peligro para ella. Y, mientras que el estar encerrada tras los muros de una ciudad podría ponerla ansiosa, el hecho de que ahora estuviesen viajando por amplias zonas de terrenos, con tan pocas personas que fuesen testigos de sus andanzas, la aliviaba un tanto.
Sabía que, si cualquier contingencia surgía y ya no creía en la palabra de Victoria para tener la fiesta en paz, podía marcharse sin que nadie tuviese capacidad de detenerla o inclusive deshacerse de su creadora sin que ésta apenas opusiese resistencia.
Nunca lo había mencionado, pero antes de prender fuego a la casa de aquellos campesinos que tan mal la trataron al conocer su existencia, robó unas cuantas de sus pertenencias antes de volver a partir. Y, entre las mencionadas pertenencias, estaba un pequeño cuchillo que pensó serviría para una vasta cantidad de propósitos. Luego, ¿podría ser una de estas utilidades el amenazar a alguien que se negaba a cooperar?
En un inicio, Évelyne sólo planeaba sentarse y observar, pero era bueno el saber que llevaba un arma oculta en sus ropajes que podría utilizar si se sentía amenazada.
El otro motivo por el que quiso ir con Victoria era por mera practicidad y ahorro de energías: Habiendo decidido no rendirse en su afán por tener un compañero de su misma especie, y siendo que tampoco Victoria se retractó de su decisión de negárselo, el acoso continuo era lo que tocaba realizar. Entonces, ¿qué sentido tenía ponerse de malas con ella si de todos modos planeaba seguirla hasta Ingolstadt? La respuesta era ninguno.
Resultaba mucho más productivo fingir que estaba de acuerdo con sus términos, con el quedo propósito de ahorrarse el tener que hacer el extenso camino a pie. ¿Para qué hacer tan arduo peregrinaje cuando había una humana dispuesta a proporcionarle un vehículo? Aparte, esa persona era la misma que deseaba vigilar, aceptar pues su oferta era como matar dos pájaros de un tiro.
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La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Historical Fiction-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...