Capítulo 18

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—¿Cómo que se te ha propuesto? —inquirió Richard con creciente estupefacción, alzando la voz sin pretenderlo y logrando así que Évelyne se preguntase en qué momento decidió que era buena idea estar en términos amigables con escandaloso sujeto—. ¿Está mal de la cabeza?

Ambos se habían reunido en una cafetería cercana al parque donde Franziska y Évelyne solían encontrarse. Y es que, desde que fueron presentados, tanto el hijo de la señora como Évelyne habían desarrollado cierta camaradería, teniendo a esta persona en común.

Évelyne no se aventuraría a decir que eran amigos —en su mayor parte porque Richard era demasiado orgulloso como para admitirlo primero—, pero ya habían quedado varias veces sin la anciana presente, y su relación ya se sentía como tal.

—Pues lo ha hecho —insistió Évelyne, que claramente también estaba esforzándose para entenderlo—. Fuimos a ver una función hace un par de días y, al acabar, fue cuando se propuso.

—¿Y qué le dijiste?

—Le dije que me lo tendría que pensar, que por favor me diese unos cuantos días para hacerlo.

—Razonable, aunque no muy prometedor para la otra persona —consideró Richard, con la imparcialidad de alguien al que le importaban bien poco los trueques que cualquiera de los dos implicados se trajesen entre mano—. Cuanto más tiempo se ponga de por medio, más ocasiones habrá de huir de un compromiso indeseado.

—No es que quiera huir, es que ha sido demasiado repentino —Considerándolo por unos instantes, Évelyne se corrigió—. O, pensándolo bien, quizás no lo fuera tanto... Es decir, Henry me presentó a Georg después de que yo mencionase que estaba buscando... eh... compañía masculina.

—¿Compañía masculina? —Richard ahora parecía estar haciendo un esfuerzo por contener la risa—. Quizás resulte muy obvia la respuesta, aunque de nuevo, contigo nunca se sabe, pero... ¿Con qué objeto hiciste esa petición?

—¡Creí que era lo correcto! ¿No era eso lo que ponía en la Biblia? Pues yo pensaba que quería lo mismo.

—No te imaginaba yo tan puritana. ¿O es que Georg ya se las arregló para arrastrarte a la iglesia?

—No, a la iglesia fui voluntariamente... Pero ese no es el punto —Ante la creciente mirada de escepticismo por parte de Richard, ella continuó—. Creo que el problema radica en que no entendía bien qué era eso que estaba pidiendo. Compañía... Puede significar muchas cosas.

—Es cierto que de por sí el concepto es ambiguo pero, si vas a pedirlo así, sin mayor contexto ni explicación ante la primera persona que te ofrezca ayuda, creo que es bastante entendible que te malinterpreten y opten por el significado más tradicional.

—¿Tú crees? Cuando se lo pedí a Victoria por primera vez, lo primero que hizo fue preguntarme por qué no prefería una mujer.

Ante esto, Richard ya no pudo aguantarse más la risa y terminó soltando una carcajada que hizo a Évelyne mirar alrededor, incómoda por la posible atención indeseada que a causa de este arrebato podrían recibir.

Por suerte, la gente a su alrededor parecía estar más entretenida con sus respectivos cafés como para dedicarles más de una mirada.

—Supongo que ella me debió malinterpretar —continuó Évelyne bajando un poco la voz, como si le diese vergüenza que alguien aparte de su interlocutor pudiera escucharla—. Yo estaba hablando de otro tipo de relación, de, uh... matrimonio, imagino.

—Te sorprendería la cantidad de gente que tiene otras inclinaciones y que el hecho de no poder contraer nupcias propiamente dichas no les detiene. Pero no, es probable que Victoria no se refiriera a eso. Hubiera sido condenadamente atrevido proponerse de esa manera cuando apenas os conocéis. Aunque, de nuevo, ¿quién soy yo para juzgar?

La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora