Puede que tanto el profesor Waldman como el doctor Fuchs hubiesen traído a sus respectivas esposas al baile de caridad, a fin de que éstas también pasaran una bonita velada en compañía del resto de la vecindad, pero ello no quitaba que el principal motivo por el aquellos hombres habían acudido allí era para reunirse, ya no sólo con Victoria, sino también con algunos otros científicos y catedráticos de la universidad de Ingolstadt.
Y Victoria hizo bien en recordar esto en todo momento, pues así pudo estar preparada para cuando aquella tan temida pregunta llegó:
—¿Cuándo tiene planeado regresar al laboratorio?
No cabía duda de que el profesor había estado guardando dicha cuestión durante semanas, meses inclusive. Al inicio debió haberse guardado sus dudas al saber que Victoria genuinamente tenía un problema de salud que le impedía continuar sus estudios con regularidad pero, a medida que ésta se fue recuperando —o al menos desde fuera parecía que se había recuperado—, sus dudas no hicieron sino aumentar hasta llegar al momento presente.
Waldman no sólo escogió este instante para presentarle a uno de los mejores científicos de su campo para inspirarla, sino porque creyó que sería la ocasión propicia para instar a Victoria a actuar respecto a lo que realmente quería.
Y ella actuaría, faltaría más. Es sólo que quizás no lo hiciera como hubiese hecho dos o tres años atrás. Victoria no era la misma persona de antaño, después de todo.
—Se podría decir que ya he regresado —murmuró Victoria, aunque sabía perfectamente que Waldman no se refería al mismo laboratorio en que ella estaba pensando—. Puede que esto no sea a lo que me solía dedicar cuando comencé pero, después de pasar por algunos problemas de salud, tampoco deseaba regresar de golpe a lo mismo que estaba haciendo.
—Sí, escuché que había enfermado —había comentado Fuchs, que sin duda alguna había sido informado por su amigo—. Nada demasiado grave, espero.
—Debió ser algún tipo de virus que circulaba por ahí —se metió Waldman, siguiendo con la historia que Victoria le contó a él en aquel entonces—, hace unos años hubo una epidemia de gripe en la zona: Unos familiares míos también tuvieron que encamar durante semanas. Por suerte, ya están todos bien.
—Ha debido ser eso, sí. Creo que el médico que me atendió lo comentó.
Era obvio que, si Victoria nunca le reveló a su mentor que su baja temporal de la universidad se originó tras haber logrado crear vida a partir de un ser inerte, todavía menos iba a confesar que el diagnóstico del doctor fue histeria relacionada con un sobreesfuerzo en el trabajo.
Porque, si hubiera mencionado al menos ese ínfimo detallito a Waldman, era probable que éste se hubiese preocupado de verdad, al punto de aconsejarle volver definitivamente a Ginebra y abandonar los estudios de manera permanente: El profesor era de los pocos que apreciaba el talento intelectual de Victoria pero, a sus ojos, seguía siendo sólo una mujer. Y por ende debía considerarla más frágil.
Waldman tampoco era de los que sobrecargaba con tareas a sus alumnos, así que si alguno de estos acudía a decirle que por cuestiones médicas no podía dar más, él razonablemente le aconsejaría abandonar esa rama de estudios.
No, la verdad es que Victoria no quería incomodarle. Y si al final había enfermado era su propia culpa y de nadie más, pues el profesor nunca le mandó adentrarse en el campo de la alquimia ni tampoco proceder con una cosa tan poco ética como la experimentación en humanos.
—Las fiebres que tuve fueron bastante altas, por lo que me fue recomendado que, una vez pasada la enfermedad, me tomase las cosas con calma en la universidad —continuó explicando Victoria—. De ahí que comenzase a trabajar más en oficina y dejase un poco de lado lo demás.
ESTÁS LEYENDO
La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Historical Fiction-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...