El viaje hasta Ginebra no resultó del todo como Évelyne esperó.
Pues, ahora que ya se hacía una idea de cómo podría tratarla el mundo humano si hacía un esfuerzo por integrarse, auguraba un camino tranquilo y sin sustos. Quizás, en vez de sobresaltarse por toda mínima interacción dirigida a su persona, hasta podría disfrutar de cada parada en el camino.
Y sí, la cosa comenzó bien. Évelyne estaba de buen humor, tomándose aquella salida como una excursión orquestada con fines de ocio. No es que tuviese dudas de que la familia Frankenstein la fuese a aceptar; es que ni siquiera se lo planteaba en serio. Se decía, a propósito de esto, que era porque ya había reunido la confianza suficiente como para saber que nadie tendría un mal gesto para con su persona. Pero la realidad era que simplemente eligió no considerarlo.
No quería pensar en un posible rechazo e insistía, en su cabeza, que el tener el aprecio de Victoria era suficiente.
Luego, en cuanto a la científica... Ella también pareció expectante por el viaje al inicio. Si bien de una manera mucho menos entusiasta que Évelyne, respondiendo con quedas sonrisas y comentarios afables a sus preguntas sobre el trayecto y lo que les depararía una vez llegadas a su destino.
No fue hasta que les restaban unas cuantas horas por llegar que el nerviosismo de Victoria se hizo patente, de una manera que resultaba muy propia de ella: Pese a que estuvo conversando con Évelyne y con las otros pasajeros durante esas jornadas sin mayor problema, durante el último día comenzó a permanecer mayores ratos en silencio, enfrascada en sus propios pensamientos. Hasta que, a falta de unas tres o cuatro horas para arribar, ya no dijo nada.
Évelyne, que en otro tiempo habría confundido esta actitud con una señal de altanería, con la científica creyendo que era demasiado inteligente como para dirigirles la palabra al resto de mortales, ahora estaba bastante segura de que esto no era sino la señal de problemas a la vista, de que Victoria estaba incómoda por algo.
Y pensándolo de nuevo, aunque Victoria nunca se negó a comunicarse con su familia en el pasado, ¿no resultaba un tanto distante cuando los mencionaba? Tal vez fuese cosa de su personalidad, ya que Victoria había demostrado que ni siquiera era muy dada a recrearse en el afecto que le profesaba a Henry, pese a que por sus acciones sí estaba claro que apreciaba mucho a su mejor amigo. Pero, aun así... ¿No debería ser diferente con la familia?
Debería, pero claramente no lo era. No sabía si por causa de la propia Victoria o porque algo había sucedido con los Frankenstein de lo que no estaba enterada.
A menudo, Évelyne se encontraba con que lo que ponía en sus libros, versus lo que ocurría en la realidad, resultaban ser cosas a menudo completamente opuesta. Y ella, con su curiosidad inherente, deseaba saber por qué.
Resultaba una lástima que no pudiese preguntar al respecto. No ahora. Victoria no solía poner reparos en explicar lo que fuera en lo que Évelyne tuviese dudas, pero sí tenía una línea que no permitía que se cruzase bajo circunstancia alguna. Y dicha línea era, cómo no, la de no inmiscuirse en asuntos personales.
Las pocas cosas que Évelyne sabía de Victoria, y de sus parientes en Suíza, habían sido provistas voluntariamente por la científica, sin que nadie la coaccionara a hablar. Ya fuera porque resultaba necesario saberlas para cualquiera que fuese el paripé que estuvieran armando o porque, simplemente, a Victoria le apetecía hablar de ello por su cuenta.
A Victoria no solía apetecerle tal cosa, por eso Évelyne ya ni siquiera lo intentaba. Pero hoy, el día en que se reunirían con la familia Frankenstein, quizás podría resultar una excepción.
—No volveré a preguntar si estás segura de que puedo hospedarme en casa de tus parientes, pues eso ya ha sido decidido hace mucho —procedió Évelyne mientras todavía se encontraban en el coche, a un par de kilómetros de Ginebra, aprovechando que el resto de pasajeros se había bajado en la ciudad previa y nadie podía escucharlas—. Pero, ¿no puedo decir que vivimos juntas en Ingolstadt?
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La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Historical Fiction-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...