Cinco días fue todo lo que llevó a Évelyne dar con un empleo. Cinco días en los que Victoria se maravilló de lo aprisa que esta persona que, no muchos meses atrás, tenía miedo de pisar un establecimiento donde se aglomeraban unos pocos clientes, se acostumbró a ir de buena gana al local, atendiendo con una sonrisa a quien se le pusiese delante.
Tal como se estaba desenvolviendo últimamente, Victoria la creyó cuando le había comentado de su decisión de comenzar a ganarse la vida por su cuenta, trabajando para alguien más. Pero no pensó que esto fuese a suceder con tanta premura.
Quizás, había considerado la científica, podría haber sido ella misma la que diese con una salida a su no demasiado favorable situación universitaria antes de que Évelyne hubiese tenido ocasión a pensar cuál de las ofertas de empleo le convenía más. Pero, por supuesto, el destino tenía otros planes.
—No es una competición —había dicho Évelyne entonces; cuándo se había vuelto tan sabia con las palabras Victoria no lo sabía, pero no le resultaría difícil de creer que ella siempre hubiese sido así y sólo le faltase, al inicio, la confianza necesaria para hacerlo notar—, lo sabes, ¿verdad? Además, el que yo haya encontrado algo tan pronto es, en su mayoría, porque acepté lo primero que se me ofreció.
No, Évelyne no había tenido requisitos a la hora de pedirle ayuda a Henry. Según ella, le servía cualquier empleo que le permitiera continuar viviendo como hasta ahora, pudiendo regresar al piso que compartía con Victoria al rematar su turno. Daba igual que fuese trabajo arduo o que nunca antes se hubiese ocupado en nada similar.
Ella deseaba aprender, tenía un objetivo claro y no parecía poseer intenciones de detenerse a sobre pensarlo. Saliera aquello como saliese, su mentalidad era la de que ya vería cómo se las apañaría según cómo fuesen fluyendo las cosas.
—Tal vez yo debería hacer lo mismo —murmuró Victoria; aquel era el primer día que visitaba la cafetería donde Évelyne estaba atendiendo como camarera y todavía no podía creer lo distinta que ésta se veía a cargo del servicio en un lugar así—. Henry y Eric suelen decirme que debería pensármelo bien antes de decantarme por algo, pero tal vez el aventurarme a la primera ocupación que halle es lo que sería preferible que hiciese.
—No te lo recomiendo, pero si quieres probar igualmente... —procedió Évelyne, un tanto dudosa—. ¿Qué tal te va en la universidad? ¿Has hablado ya con Waldman?
—Puede que algo le haya insinuado ya, acerca de que estoy planeando cambiar mi rama de estudios. Y, también, es muy probable que con las mismas me haya callado e ido a ocuparme en otra aula, en cuanto vi que aparecían los asistentes de Fuchs para comenzar la jornada de experimentación.
—¿Experimentación?
—Ratas muertas para probar la nueva maquinaria recién traída de Berlín. Un espectáculo digno de ver.
Évelyne trató en vano de ocultar una mueca de asco. Estaba intentando servirle un té a Victoria, pero el líquido a punto estuvo de desparramarse por el mantel.
—O de que lo vean otros, mejor —concluyó Victoria, bien consciente de su reacción—. La cuestión es que no voy a llegar al verano en este proyecto. Y tengo dos opciones: O me las arreglo para que me dejen trabajar con esa agradable gente que se dedica a la medicina botánica, o comienzo un nuevo proyecto por mí misma.
—¿No decías que no había sitio con los del otro laboratorio?
—Y no lo hay, está muy solicitado. Por eso lo de empezar algo por cuenta propia.
—¿Otro experimento? —Évelyne trató de inquirir de manera que se notase optimista, aunque a millas de distancia se notaba que no estaba muy convencida—. Supongo que tienes los fondos y los conocimientos para ello.
ESTÁS LEYENDO
La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Historical Fiction-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...