—¿Y ésta quién es?
Esa fue la segunda cuestión que Henry Clerval hizo, una vez acudió al encuentro de su querida amiga y la vio en compañía de cierta desconocida.
Tal vez, considerando lo imponente de aquella figura, debería haber ocupado ésta como su primera pregunta. Pero el susodicho se hallaba tan obnubilado por encontrarse con Victoria que, simplemente, hasta que no la hubo saludado no tuvo tiempo para considerar a nadie más.
—Es una prima lejana —respondió Victoria, con una tranquilidad pasmosa, como si ya estuviese acostumbrada a interceder por ella—. No quiero aburrirte con los detalles, mas lo resumiré diciendo que está pasando por una situación familiar complicada y conjuntamente hemos decidido que le vendría bien un cambio de aires. De ahí que planee traerla conmigo a Ingolstadt.
—¿Otra más? —murmuró Henry para sí, no tenía intención de que Évelyne escuchase esta parte de la conversación con la científica—. Tu familia ha de ser bastante grande, ¡parece que os salen parientes hasta de debajo de las piedras!
—Casi, pero no del todo.
A ésta la sacó de una cabaña perdida en las montañas, pero era casi lo mismo. Victoria figuró de manera correcta que con lo de la "gran cantidad de parientes" Henry se refería a Éric.
Éric era, entre otras cosas, un primo lejano de los Frankenstein. Su padre le había abandonado cuando era un niño y su madre —la cual era quien tenía relación con la familia de Victoria— falleció sin poder encargarse de él. Como resultado, los padres de Victoria le adoptaron y Éric creció en esa casa como si fuese hijo más.
—¿Cómo es que nunca me la habías mencionado?
—¿Cómo podría si ni siquiera yo la recordaba?
Resultaba obvio, Victoria debía mentir aquí. Henry no sólo era el amigo con quien se había instalado por vez primera en tierras germanas, al emprender su aventura universitaria, sino que también se trataba del hijo de sus vecinos en Ginebra. Y, por ende, se conocían desde la infancia. ¡Era elemental que lo notaría si de repente aparecía con una extraña!
—No importa, en todo caso es bueno conocerla —Dicho esto, Henry se volvió hacia la criatura, ofreciéndole su mano—. Henry Clerval. Estudio derecho en la universidad de Ingolstadt y, por raro que parezca, soy una de las pocas amistades que esa ermitaña de Victoria todavía conserva pese a su total carencia de tacto a la hora de socializar.
—Évelyne Beaumont —La criatura no parecía segura sobre qué hacer en un inicio, pero al final se decidió por estrechar la mano que Henry le ofrecía, quizás debido a que le transmitió confianza el que un amigo de Victoria pudiera ser tan sincero al hablar de sus defectos con alguien a quien le acababan de presentar.
Por supuesto, Victoria sería la única que no apreciaría este arranque de sinceridad. Y, aunque no protestó por ello, su tono sí se volvió un poco más frío al preguntarle a Henry:
—¿Qué estás haciendo aquí? Creía tus exámenes estaban a la vuelta de la esquina, deberías haberte quedado en el campus estudiando.
— Tampoco es que estuviesen tan cerca, me alcanzaba perfectamente para hacer una breve excursión a Múnich y encargarme de unos recados. Luego me di cuenta de las fechas, de que según mis cálculos no tardarías en regresar, y decidí quedarme unos días más a esperarte, pensando que podríamos volver juntos a Ingolstadt.
—Se aprecia la amabilidad, pero no necesito una carabina. En todo este viaje ya he tenido más que suficiente comparsa.
—¿Tan repleta estaba la diligencia?—Viendo que Victoria tardaba en contestar, añadió—. No es usual en esta época del año.
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La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Ficção Histórica-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...