La jornada siguiente caía en domingo, un día para descansar en el que pocos comercios abrían y en el que la mayoría de la gente aprovechaba a pasar el tiempo con sus familias o enfrascarse en el culto religioso.
De modo que, la primera sorpresa que Évelyne se llevó estando en esta casa extraña, fue que la despertaran temprano para atender a la misa matutina.
O bueno, ese no fue el plan inmediato. Lo primero era prepararse para desayunar en el comedor, con el mismo grupito de cuatro personas con las que compartió la velada anterior. Y, de ahí, emprender camino hacia la iglesia más próxima —la cual estaría lo suficiente cerca como para no precisar sacar el coche de los establos—.
Esta rutina que al parecer se cumplía, sin falta, cada domingo en la propiedad Frankenstein, era totalmente nueva para Évelyne: En todos esos meses que había durado en Ingolstadt, nunca había visto a Victoria utilizar ese último día de la semana para acercarse a una parroquia. No recordaba que le hubiera hecho la más mínima mención a ello.
Y, es más, ¿no mencionó Victoria, en cierta ocasión, que hasta se inclinaba más por el ateísmo? Évelyne hasta le había propuesto visitar el lugar de culto pertinente en Ingolstadt, aunque no se quedasen para la misa, con el mero objetivo de dar un paseo y conocer el edificio. Pero la científica, ocupada o no, tampoco quiso ir.
Évelyne no creía que lo suyo fuese un odio innato hacia lo divino, siendo que pese a no realizar este tipo de tradiciones cristianas en su hogar, a Victoria tampoco parecía importarle el que a su compañera de piso le causara interés y se involucrase en ese sentido. Parecía más, por tanto, que lo suyo era una incompatibilidad entre su propia curiosidad científica y lo que tomaban por verdad absoluta en las sagradas escrituras.
Victoria no quería saber nada sobre eso.
Sabiendo pues que no hallaba divertimento alguno en este tipo de actividades, Évelyne esperaba que pusiese algún tipo de excusa para no asistir. Pero se equivocó. No sólo Victoria no se negó cuando el Sr. Frankenstein puso la sugerencia de asistir todos a la liturgia, sino que ni siquiera cuestionó la decisión.
—Éste será el plan, entonces, a no ser que nuestra invitada tenga algún inconveniente —finalizó el anciano, dirigiéndose a una Évelyne que todavía estaba en proceso de consumir su desayuno.
Aún se hallaban todos sentados a la mesa, la comida a medio consumir. Y Évelyne, que se encontraba más nerviosa que de costumbre por la atención extra que estaba recibiendo, tardó un par de segundos más de la cuenta en reaccionar.
—Por mí no hay problema. No tengo el hábito de asistir semanalmente a la iglesia, pero creo que una misa de vez en cuando nunca viene mal.
Intentaba ser educada puesto que, tras pasar de escuchar lecturas bíblicas a conocer mejor el contexto religioso y coexistir con una persona que no daba importancia a ese tipo de temas espirituales, el cristianismo que estas personas profesaban era algo que le resultaba indiferente. Pero pareció que el padre de Victoria se sorprendió de escucharla decir esto, de todas formas.
—¿Su familia no es protestante?
—Lo es —Évelyne echó un vistazo hacia Victoria, situada al otro lado de la mesa, intentando buscar un mínimo de retroalimentación para salir ilesa del diálogo.
Claramente no iba a conseguirlo, la científica ni siquiera estaba mirándola, concentrada como estaba en esparcir mantequilla en una rebanada de pan.
—En mi casa nunca hemos sido muy dados a cumplir con estos deberes religiosos con asiduidad, quizás porque tenemos una vida demasiado ocupada, en general.
—Eso lo explica. Por estos parajes la mayoría es cristiana practicante, pero siempre existe la típica persona que elige abrir las puertas de su negocio hasta en día santo. Algunos por necesidad, otros porque simplemente disfrutan trabajando y no pueden ni pensar en tener un día libre a la semana.
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La dama que se alzó de entre los muertos #PGP2024
Historical Fiction-Tienes que crear un hombre para mí, con el que pueda vivir e intercambiar el afecto que tan necesario resulta para mi existir. Solo tú puedes hacerlo, y te lo exijo como un derecho que no debes negarme. El monstruo dijo esto con convicción, como si...