𝗦𝗛𝗘 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄ [𝐏𝐀𝐔𝐒𝐀𝐃𝐀]

𝟏𝟔

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La primera semana de rodaje finalmente llegó a su conclusión, y aquí estoy, Florencia, recostada exhausta en mi cama en este viernes por la noche. Al llegar a casa, me sorprendió descubrir que Enzo aún no había llegado. La tensión entre nosotros se había intensificado desde aquel miércoles peculiar, cuando un extraño acercamiento y roce ocurrieron después de la discusión con Sofía.

Desde ese día, las cosas entre Enzo y yo están tensas, cada roce parece cargado de una electricidad que quema. Incluso en la pantalla, nuestros personajes tienen que fingir que no pasa nada, cuando en realidad ambos estamos muriéndonos de ganas de explorar algo más. La próxima semana, nos esperan escenas de besos, y la siguiente, exploraremos relaciones íntimas. Estoy nerviosa, pero emocionada por lo que nos depara el guion y nuestra conexión en la vida real.

Ahora, mientras miro al techo, no puedo dejar de pensar que son las once y media de la noche. Terminamos el rodaje a las ocho y media, y Enzo todavía no ha llegado. Puede vivir su vida como prefiera, pero la intriga me consume de arriba a abajo. ¿Dónde estará? ¿Qué estará haciendo?

Quizás es solo la fatiga de la semana de rodaje o la tensión acumulada entre nosotros, pero la verdad es que desearía que estuviera aquí. La incertidumbre me atormenta, pero al mismo tiempo, me encuentro reflexionando sobre las complejidades de nuestras vidas, tanto dentro como fuera del set. Y así, entre pensamientos y emociones, espero a Enzo, preguntándome qué depara el futuro para ambos, en la pantalla y más allá.

Abatida por el peso de mis pensamientos, me levanté de la cama con una pesadez que se traducía en cada paso. La necesidad de un respiro me impulsó a abandonar mi habitación, y al salir, me topé con Ada y Uma jugando frente a la puerta de Enzo.

La curiosidad se encendió en mí al verlas allí, como guardianas de un misterio que siempre he respetado. ¿Qué se esconde tras esa puerta? Aunque siempre he sido cuidadosa de no invadir la privacidad de Enzo, en ese momento, una atracción irresistible me condujo a la habitación de invitados, que ahora era el refugio de Enzo.