𝟓𝟑

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La velocidad con la que había abandonado la casa de Matías reflejaba mi necesidad de escapar, de distanciarme de un episodio que no comprendía del todo.

Las manos aferradas al volante durante el trayecto reflejaban una lucha interna, una batalla contra la locura que amenazaba con apoderarse de mí. La confusión se tornaba mi única compañera, y el miedo, una sombra constante en mi camino, extendiéndose más allá de lo que podía comprender en ese momento. En los ojos de Matías, reconocí no solo su desesperación, sino también la mía, y esa conexión, esa similitud, añadía un nivel más de complejidad a la encrucijada emocional en la que me encontraba.

¿Cómo podía explicar lo inexplicable? El viaje al departamento se volvía una travesía mental, con cada semáforo en rojo actuando como un alto forzado en mi propia montaña rusa emocional.

Las llaves resonaron en el silencio de mi departamento, un eco sordo de la tormenta emocional que me acompañaba. Cerré la puerta detrás de mí, pero el eco de los gritos de Matías persistía. Me movía en un estado de confusión abrumadora, incapaz de procesar completamente lo sucedido.

Caminé por la sala, sintiendo el peso de mis pensamientos en cada paso. La culpabilidad se posaba en mis hombros como un fardo pesado. Las palabras de Matías, sus gritos de confusión, aún resonaban en mi cabeza. En sus ojos, encontré algo más que preocupación: miedo. Esa conexión visceral, reconocer en él la misma desesperación que yo conocía, añadía otra capa a mi propia confusión.

Me dirigí a la ventana, buscando un respiro. El paisaje urbano se extendía ante mis ojos, pero mi mente estaba atrapada en una maraña de emociones.

Mis manos temblaban mientras sostenía mi teléfono, indecisa sobre responder las llamadas y mensajes. Cada vibración era como un recordatorio de la conexión rota, de la distancia emocional que se había intercalado entre Matías y yo.

El espacio que antes consideraba seguro se volvía claustrofóbico. Me encontraba sola, enfrentándome a un torbellino de pensamientos. La casa que debería ser mi refugio se volvía una prisión de introspección. Cerré los ojos, buscando un escape en la oscuridad momentánea, pero solo encontré la persistencia de las voces y memorias que parecían despertar en mi mente.

𝗦𝗛𝗘 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄ [𝐏𝐀𝐔𝐒𝐀𝐃𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora