No sabía ni que fecha era, maldecía por nunca tomarle importancia a eso, ya que sabía perfectamente que era importante en su vida. Caminaba por los pasillos de su preparatoria a paso apurado, sabía a quién y en donde buscar para llegar a su destino, y no le tomo demasiado tiempo hasta llegar ahí.
Podía olerlo, casi sentirlo de solo imaginarlo cerca, se fue directo al rincón que ha visitado de más de una vez en esa biblioteca, sabía que la persona que necesitaba no salía de ahí, así que encontrarlo era pan comido.
En cuánto llegó ahí fue recibido por una nube de tranquilidad, aquel olor leve a menta y roces de vainilla era lo mejor de su vida, se apoyó sobre sus rodillas, aferrándose a aquel olor que inundaba ese rincón.
La persona que estaba ahí lo observó por un momento antes de acercarse, no era nuevo para él verlo de esa manera, sabía que era la única persona que podía ayudarle.
Tan pronto como iba a preguntar al contrario sobre su estado, sintió que el mismo se aferró a él, oliendo su cuerpo desde cadera a pecho, para luego verlo fijamente.
— Gracias a Dios estás aquí... Me iba a volver loco...
Los ojos violetas se agrandaron un poco por esas palabras, y su ceño fruncido desapareció poco a poco.
Ha pasado casi la mayoría de su vida con aquella persona que tenía enfrente, pero eso no significa que se haya acostumbrado a esas palabras en estas ocasiones.
— Iba a retirarme en unos momentos, fue bueno que me encontraras. —mencionó mientras tomaba los brazos que se aferraban a su cuerpo— ¿Cuánto tiempo llevas así?.
— No más de... Treinta minutos.
Vio como el más bajo de los dos se acercaba a un pequeño escritorio con una banca para estudio alado, tomó asiento en ella e hizo un ademán con la mano para que lo acompañara.
El de cabellos esponjoso se sentó en el lugar de manera obediente, colocando la cabeza en el hombro contrario.
— Camus... —susurró mientras respiraba con delicadeza— Tu olor es hermoso...
— ¿Crees que es maldición o bendición?.
Casi lo olvidaba, la razón por la que los dos se la han pasado juntos la mayoría de su vida es porque ambos tienen problemas controlando su cuerpo.
Camus, su gran amistad que tiene como adoración desde muy pequeño desarrolló feromonas fuertes, bastantes calmantes y frescas para el alfa presente. No tenía control completo en ellas.
En cambio él, Milo Antares, un alfa dominante viniendo de una familia de puros alfas de igual forma dominantes... Tenía problema con su rut. Era algo que no podía controlar, ni siquiera saber la fecha cerca a la que le podía llegar, y los mentados supresores nunca eran de ayuda, además de que odiaba tomarlos.
Miró a la persona a su lado, tenía la vista clavada en un libro que tomó de su costado, Camus era realmente hermoso, aunque suponía que era normal, después de todo su amigo era un Omega dominante.
Ambos empezaron con el problema de dominio de su cuerpo desde pequeños, Milo a los nueve y Camus a los ocho, coincidencia o no, ambos estudiaban en el mismo lugar y se encontraron con aquel problema.
Milo se calmó al instante con el aroma de Camus, en cuánto al Omega hizo el intento de manejar un poco sus feromonas, captó inmediatamente que estaba ayudando a ese niño desconocido de su lado, que se aferraba con todas sus fuerzas a él, casi queriendo sacarle más olor.
Recordaba que un joven los encontró en un rincón del jardín de su escuela, el alfa estaba profundamente dormido, mientras Camus jugaba con su cabello, casi metido en un trance.
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Omegaverse.
FanfictionOmegaverse, coincidencias, destinos, encuentros... ¿Qué podría pasar?. . × Pequeña historia omegaverse de Milo y Camus, junto Kardia y Dégel. Gracias por leer!.