No pasó mucho desde que dejó a Camus en su cuarto, Milo se quedó sentado fuera de la puerta de la habitación, ocupaba estar tranquilo, pero para eso ocupaba las feromonas del Omega y parecía que brindarselas no sería posible en ese momento.
El tío de Camus, Mystoria, le brindó supresores al Omega por su celo, dejaba libremente andar a Milo por su casa ya que era de confianza completa, al fin de cuentas él era quien cuidaba a Camus desde que tenía 3 años, por lo cuál también le tocó conocer a Milo desde los principios de su amistad.
El alfa tenía en sus manos unas tabletas de supresores para su rut, pero no quería tomarlos, le parecía extraño para él tener que hacerlo, desde que comenzaron sus problemas a temprana edad eran las feromonas de Camus las cuales lo calmaban, y ahora no tenerlas le daba una sensación vacía en su pecho.
Aún podía oler las feromonas de Camus sobre sí mismo, sabía también que el carro de su hermano estaba lleno de ellas, por lo cuál bajar e irse a su casa no era opción aún.
Hace unos minutos que no escuchaba los gemidos de su amigo desde su cuarto, parecía que los supresores estaban dando efecto, pensaba en esperar unos momentos más para así poder entrar y despedirse de él para marchar a su casa.
Aunque parecía que la vida tenía otros planes para él, la puerta detrás de su espalda se abrió dejando libre todas las feromonas del Omega, haciendo que Milo se quedara piedra por un momento.
— Mi... Milo...
El mencionado volteó a ver a Camus, levantándose casi de un brinco del suelo, aparecieron tonos rojizos en sus mejillas cuando vio que el menor solo llevaba la camisa de botones de la preparatoria y las medias junto con su ropa interior.
El Omega lo miraba con ojos cristalinos, tenía la cara roja y sus piernas temblaban un poco, odiaba sentirse así realmente, su primer celo fue hace cinco años y lo seguía odiando como la primera vez.
Había pasado todos sus celos solo, con supresores y durmiendo desde el principio al fin, pero eso era por una razón; no estaba el alfa cerca.
Este era el primer celo que tenía enfrente de Milo, ya que el Omega cada vez que sabía que su celo llegaría se alejaba del alfa hasta que acababa, el rut del mayor nunca se adelantó cuando su celo, por lo cuál podía quitarse la preocupación de no poder ayudarlo con sus feromonas.
Esta era la primera vez que tenía a un alfa enfrente de él en su celo, y parecía que solo por eso los supresores tomados no servían, sentía las feromonas de Milo cerca de él, sentía que su cuerpo se quería aferrar solo al alfa y a nadie más.
También sus feromonas estaban por todas partes, le era imposible controlarlas más de lo normal, sentía que las expulsaba pero no podía saber si eran para ayudar a Milo o para atraerlo a él.
Dio un paso al mayor, pero sus piernas temblaban a más no poder y terminó en el suelo, el alfa rápidamente lo levantó en brazos y llevó a su cama sin decir palabra alguna, tomó asiento en la orilla de la misma y cubrió su rostro con ambas manos.
Se sentía un completo desastre.
Duró un momento así, hasta que sintió algunos jalones en su ropa y al voltear a ver al culpable de ellos apretó la mandíbula.
— Maldición... Camus... ¿Tomaste los supresores?
— Los odio.
Una risita salió de los labios del mayor quién empezó acariciar los cabellos contrarios.
— ¿Cómo te sientes?
— Un asco.
Las respuestas eran cortas y un poco bruscas, sabía que Camus realmente la estaba pasando mal.
Soltó un leve suspiro y apoyó sus manos en el cuerpo del menor hasta que este estuvo acostado completamente en la cama, se puso suavemente entre ambas piernas del mismo hasta dejar caer su cuerpo en el pecho del Omega.
Escuchaba latir el corazón de Camus, eran latidos rápidos. Cerró sus ojos por un momento, podía rescatar algunas feromonas tranquilizadoras del menor, eso le estaba ayudando a estar conciente de todo y no caer en la locura.
Se sorprendió cuando las piernas de su amigo le rodearon la cintura, sentía la calor llenar su rostro al darse cuenta que parecía haberse servido en bandeja de plata al Omega.
— Milo...
— ¿Si?
— Tengamos un bebé...
Tan pronto como escuchó aquello se levantó del pecho contrario, viéndolo atentamente, sorprendido y nervioso.
— ¡No... No podemos tener un bebé Camus!
— ¿Por qué no? Soy un Omega, puedo quedar embarazado.
Al mirar a los ojos al menor se dio cuenta que lo había perdido por el momento, solo era su instinto en celo hablando.
Por alguna razón eso hacía que le doliera un poco el pecho. Sabía que Camus en sus cinco sentidos nunca le diría algo como eso.
Se sentía tranquilo, su rut parecía detenerse por el momento, pero aún no sabía cómo ayudar a Camus.
No se podía acostar con él, le asustaba mucho las consecuencias sobre eso, capaz el Omega se alejaba de él por incomodidad, e incluso ninguno de los dos tenía algún condón necesario para evitar convertirse en padres por algún accidente del momento.
Suspiró con pesar, se empezó a quitar el chaleco del uniforme junto con la camisa de botones, quedando solo en resaque.
En acción rápida y aún con las manos temblando, le desabrochó la camisa al menor y se acercó al oido del mismo, mordiendo un poco el lugar, ganando lo más hermoso que sus oídos han llegado a escuchar.
— Mi... Milo Aaah...
Tocó un poco el cuerpo del Omega, repartiendo algunos besos sobre su pecho, para luego dirigirse a los pezones y lamerlos suavemente.
Sentía a Camus retorcerse debajo de él, con una mano aferrándose a su cabello, mientras la otra intentaba tapar sus gemidos.
Milo se sentía nervioso, bajó su temblorosa mano al miembro de Camus y dio toques suaves por encima de su boxer, lo sentía erecto, tocó más abajo y pudo sentir lo mojado que había puesto a ese Omega debajo de él.
Por primera vez en todo ese rato abrió sus ojos para mirar el rostro del Omega, tenía toda intención de besarlo, y no era el único que quería hacerlo.
Camus lo miraba impaciente, esperando a qué actuara rápido.
Pero... Simplemente no lo hizo.
Cubrió el rostro contrario con su uniforme y bajo rápidamente de la cama, el cuarto del Omega ahora estaba lleno de sus feromonas y solo dio la última mirada a su gran adoración antes de salir del cuarto.
Salió de la casa de Camus en menos de tres segundos, subió al carro de su hermano y se dirigió a su casa, aún pensando en lo que había hecho.
Se sentía horrible, un asco. Sabía que ni siquiera vio el cuerpo de Camus ya que tenía los ojos cerrados, pero podía sentir aún los toques que le brindó con sus manos.
No podía creer que hiciera eso, pero también era necesario, si pensó correctamente, Camus podría utilizar sus feromonas y ropa para poder masturbarse y librarse un poco de la necesidad sexual, ahora mismo era un Omega en celo, no le preocuparía hacer ese tipo de cosas pensando en el alfa, simplemente pensará en eso como algo para satisfacerse.
Solo quería llegar a su casa y darse un baño con agua congelada.
Mientas tango en la casa del Omega, Mystoria había ido a ver al menor después de observar a Milo salir, y se sorprendió con lo que le tocó presenciar.
Ni siquiera era algo por lo que preocuparse, solo era algo que nunca olvidaría.
Camus estaba abrazando y aferrándose a las prendas en sus manos, hundiendo su rostro en ellas, mientras apretaba suavemente sus piernas.
Estaba cayendo en un profundo sueño.
En celo y... Tranquilo, sin alguna necesidad.
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Omegaverse.
FanfictionOmegaverse, coincidencias, destinos, encuentros... ¿Qué podría pasar?. . × Pequeña historia omegaverse de Milo y Camus, junto Kardia y Dégel. Gracias por leer!.