14.

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Era lunes y un inicio de semana de universidad esperaba a Kardia, sonaba ridículo ya que ni siquiera se le permite descansar los fines pero así era la academia.

Ese día llegaba tarde, ni siquiera se forzó en dar lo mejor de él para otra semana de maquetas sin descanso, la realidad era que le daba igual, terminaba pasando de alguna u otra forma.

Iba a bajar de su carro después de revisar que no le faltara nada en su mochila, al levantar la vista pudo distinguir un carro que a pesar de solo averlo visto un día, sabía perfectamente de quién era.

Dégel se estacionaba en la parte delantera de él, estaban a unos metros.

Antes de que el Omega se bajara del carro Kardia ya estaba delante de su puerta, la tocó con suavidad dos veces, no tardó mucho para que Dégel abriera.

— Buen día, ¿Llega tarde?.

El Omega se bajó del carro quedando frente a él después de cerrar la puerta, vestía el uniforme adecuadamente, ese día la corbata era verde, eso significaba que el listón de su cabello también.

Kardia lo miró atentamente, se sentía aliviado porque el Omega estaba bien. No sabía que decir o hacer en ese momento, su mano jugaba en su bolsillo, tocando la caja de supresores del menor.

Todo el alivio que sentía se fue al caño cuando logró notar un aroma que era expulsado del menor, no eran los lirios, era otro aroma. Por lo dulce que aquel era pudo notar que pertenecía a un Omega, eso lo dejaba dudando.

¿Dégel prefería a los omegas?. Llegó a su cabeza los días que faltaban de su celo el último día que lo vio, solo una idea se cruzó en su mente. El Omega la había pasado con otra persona.

¿Y con otro maldito Omega?.

Empezó a tranquilizar su cabeza, no tenía porqué preocuparse, no eran nada.

— Supongo que sí, llego tarde. —dijo, desviando la mirada— ¿Porqué llegas tú a esta hora?.

— Tenía que encargarme de algunas cosas, me tomó más tiempo del que pensaba.

— Ya veo.

Sacó aquella caja de su bolsa, extendiendo la mano al menor para entregarla. Lo miraba serio.

— Son tus supresores. —mencionó cuando estos fueron tomados— Para tu próximo celo no te tomes más de dos en un día.

Maldició mentalmente, aquel Omega estaba cubierto de otras feromonas. Se sentía un estúpido, mientras él se preocupaba por el oliva, este se la estaba pasando bien con otra persona.

¿Dónde había quedado la persona que no quería necesitar de otra en el celo?. Aquello era pura mierda.

Soltó un suspiro, luego sonrió. El menor tenía que tener su vida si o si. No lo conocía.

— Llegaremos tarde a clase si seguimos aquí, vámonos.

Ganó un asentamiento por parte del menor que lo siguió en silencio, no lo seguía a la par, si no unos pasos atrás.

Dégel se dio cuenta de lo grande que era el otro ¿O él era muy bajo?. Pensó en la pareja de su primo, también Milo destacaba por ser muy alto. Ante los ojos de Camus claro. Aún le faltaba crecer al dominante menor.

Sabía que ellos por omegas serían por ley mucho más bajos que los alfas, y ahora que lo pensaba, el alfa frente a él era la primera persona que le decía mocoso. Ni sus padres lo hacían.

Frunció el ceño por aquello ante la mirada atenta y sonriente del mayor.

— Los pies sobre la tierra Dégel. —dijo dándole toques en la cabeza con dos dedos— Te caerás o chocarás con alguien.

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