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El fin de semana fue angustiante para Milo, pues su amada adoración no quizo verle ninguno de los días pasados, lo evitó a toda costa y cuando el alfa quería acercarse se aferraba a una persona en particular.

¿Quién era esa persona? Dégel.

Camus se apegó al omega oliva como si no hubiera un mañana, y el mayor al tenerlo consentido dejó de ir a la universidad solo para estar con él. Faltó a sus talleres e incluso iba a faltar el lunes de ese día, pero fue obligado por su padre a asistir a la universidad.

El omega también aclaró la duda existencial de Milo, él se había quedado con Camus el día que se retiró a su casa, fue quien tomó aquella foto del menor, la cual Mystoria le envió al alfa.

Después de una dura despedida entre un omega aguamarina que se aferraba a su primo, el cuál tenía que irse a la universidad a pesar de que se le estaba haciendo más y más tarde, fueron al consultorio de Scarlet, pues el menor se había negado completamente a ir cuando supo de la probabilidad de estar embarazado, ahora estaban ahí tanto como los padres de Milo, y los tíos de Camus.

Cuando entraron al lugar rápidamente Milo sintió como su pareja se tensó, le tomó de la mano, acercándolo a él para brindarle un cálido abrazo.

Los adultos se mantenían conversando, y aprovechando eso el alfa llevó al menor a las bancas en los pasillos.

— Toma asiento Camus, respira.

El mencionado hizo caso, en silencio. Milo sabía que no tenía que presionarlo, en poco tiempo sabrían si el menor tenía un bebé creciendo en su vientre, quería que todo se lo tomara con calma.

Sus intentos fallaron cuando observó al pelirrojo salir de su consultorio, quién miró a Camus atentamente mientras se ajustaba los guantes.

— Vamos Camus, es hora.

Observó a su pareja, el aguamarina se mordía el labio, nervioso.

— Oye Camus... vamos, estaré contigo. —dijo tomándolo de la mano con suavidad— Todo estará bien.

Su adoración asintió mientras se levantaba de la banca, apretando levemente la mano de su pareja. Ambos entraron al consultorio seguido de Scarlet, quién hizo a Camus acostarse en el lugar, una sonrisa se le dibujó en su rostro al notar los movimientos casi robóticos del menor.

— Toma un respiro Camus, lo único que sentirás será el frío del gel, no te preocupes por lo demás.

Milo, quién acariciaba la mano del menor dándole masajes en la palma, estaba a su lado, mirando atentamente cada movimiento que hacía el mayor.

Los padres de Antares estaban sentados en el lugar, alado de un Mystoria echo nervios. Si Camus salía embarazado tenía el miedo de que la historia se volviera a repetir, pero si no salía, le preocuparía la salud del cuerpo del omega menor.

Scarlet empezó a subirle la camisa a Camus dejándola hasta debajo de su pecho, empezando a tocar el estómago del menor con cuidado.

— Mmmh... es obvio que tienes algo en tu cuerpo.

— ¿Eh?. —musitó Mystoria— ¿Qué quieres decir con eso, Scarlet?.

Camus se empezó a sentir ansioso, apretó la mano de Milo quién se empezó a morder el labio por dentro, nervioso. Empezaba a soltar suaves feromonas, algo que fue percibido por los presentes.

Scarlet sacó el gel conductivo, colocando lo necesario en el estómago de Camus. Aquella sensación era fría para el omega, quién se quejó en voz baja.

La pantalla táctil se prendió cuando el pelirrojo sacó el ecógrafo, poniéndolo en el estómago de Camus, presionando un poco y buscando en el ultrasonido.

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