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Ese fin de semana le tocaba ir a talleres en la universidad, Kardia los odiaba con toda su alma, extrañaba cuando estaba en la preparatoria y los fines de semana los aprovechaba para dormir sin preocuparse de que se le hiciera tarde. 

Al menos había algo que lo animaba y eso era tener una plática con el omega oliva, había llegado temprano ese día, tomó asiento en el mismo lugar de siempre. El salón estaba en silencio, eran muy pocos los que estaban ahí, puesto que la mayoría entraban tarde o a la hora justa.

Habló un poco con Milo esa mañana, su hermano le contaba que estaba en casa de Camus junto a sus padres, tendrían que ver una complicación que ocurrió ese día. 

Lo ánimo un poco, sabía que no podía hacer mucho por mensaje, pero aún así le deseo mucha paciencia al alfa menor. 

El tiempo pasó y el salón llegó a su mayoría de personas que lo ocupaban, solo faltaban algunas, y entre ellas el Omega que esperaba. 

Dégel había faltado. 

Kardia sintió que había perdido demasiado tiempo para nada, se sentía indignado y molesto consigo mismo. ¿Porqué mierda esperaba a Dégel? Solo tenía dos días de conocerlo y ni siquiera podía considerarlo su amigo o conocido. Solo era una persona más entre muchas otras.

Soltó un suspiro, ahora le tocaba estar en esas dos horas escuchando una clase de la cual no quería saber nada. 

Cuando salió de taller se dirigió a la biblioteca, no tenía nada que hacer ahí, pero había una chispa de esperanza sobre su pecho esperando ver a Dégel en el lugar. 

Aunque no tuvo gracia, tampoco estaba ahí el menor. 

— Maldición... 

Dio la vuelta sobre sus pasos y salió de la biblioteca, veía a las personas pasarle a un lado, algunos le mantenían la vista otros la quitaban. 

Los pasillos apestaban entre tantos aromas, solo pocos escondían sus feromonas para no llamar la atención. Él era así, sus feromonas dominantes no eran para nada disimuladas, si las expulsaba pronto se darían cuenta que era él quien estaba presente. 

Tenía otro taller de tres horas, pero para ello tenía que esperar una. Solo le quedó la idea de ir a desayunar. 

Pensó en la cafetería que había visitado con el omega el día anterior. ¿Dégel quisiera volver con él ahí?. 

Una vez en su carro sacó su teléfono, llamaría a su hermano para saber lo ocurrido con Camus. 

Milo le contesto enseguida, parecía somnoliento. 

— ¿Mmmh? ¿Que pasa... Kardia?. 

— ¿Dónde diablos estás? ¿Estabas dormido?. 

— ¿Ah? —escuchó cómo su hermano se movía por el otro lado de la línea— Me quedé dormido junto a Camus ¿Pasó algo?. 

El mencionado dejó el teléfono en una base para el mismo, empezando a manejar. 

— Solo quería saber qué pasó, ¿Fueron a consulta?. 

— No... Camus no quiso ir, el señor Mystoria dijo que le diera tiempo. 

— Ya veo. Oye sabes si... 

Detuvo su habla, unos murmullos se escucharon por la otra línea, supuso que era Camus dormido. 

Rodó los ojos cuando escuchó como el alfa le brindó unos besos, escuchando una risita leve. 

Luego todo se quedó en silencio nuevamente. 

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