09.

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Tenía en manos una maqueta de una catedral mientras caminaba hacía uno de sus salones cuando le entró una llamada, se apoyó contra una pared cercana para evitar que se le cayera la maqueta y así sacar el teléfono del bolsillo.

Sintió un susto en el pecho cuando vio que se trataba de su hermano, Milo no era de llamarle estando en la universidad. 

— ¿Qué pasó Milo?. —preguntó para seguir caminando, mirando su maqueta en caso de que se moviera y cayera— ¿Estás bien?. 

— ¿Eh? Si Kardia, estoy bien. ¿Estás en clase?. 

— Voy a una, acabo de jugar. —dijo mientras daba la vuelta en un pasillo— ¿Qué pasó mocoso?. 

Escuchó una risa por parte de su hermano, algo que lo hizo sonreír también. 

— Sobre eso... ¿Me podrías conseguir un libro de tu universidad?. 

Frunció un poco el ceño, le era extraño que Milo le pidiera algo, o más bien... Que le pidiera un libro. Pronto un aguamarina llegó a su mente, algo que lo hizo asentir con razón. 

— En mi vida has pedido un libro Milo, ¿Qué te dijo Camus de él?. 

— No pudo conseguir el libro que quería en ningún lado, tampoco la preparatoria lo tiene. Pensé que tú universidad lo podría tener. 

— ¿Y tú quieres que yo lo robe de aquí?. 

— Así es, Kardia, quiero que lo robes de tu universidad. 

Soltó un suspiro y río un poco, su hermano estaba bromeando pero si era capaz de hacerlo solo por él. O bueno, para que Milo estuviera bien con su enamorado. 

— Está bien Milo, conseguiré el libro. Mándame su nombre, iré por él antes de la clase. 

Colgó la llamada después de escuchar el agradecimiento de su hermano, cuando llegó a su destino abrió la puerta del salón notando que aún estaba vacío, dejó la maqueta en su lugar y salió. 

Llevaba su mochila con él, podía dejar la maqueta pero lo que cargaba con él jamás. No confiaba en muchos de esa universidad. 

La mayoría del lugar eran alfas, pero solo unos cuantos dominantes igual que él. Los omegas se mantenían reservados entre ellos, solo se podría decir que algunos tenían marca de estar enlazados con un alfa. En cambio los betas estaban alejados de todos, eran como un diez porciento de la universidad. 

Había llegado a la biblioteca de la residencia, justo cuando abrió la gran puerta recibió un suave olor, no podía descifrar qué era, pero era llamativo. 

Era dulce pero fuerte, un olor natural y lejos de todos los que había olido a lo largo de su vida. Parecía al de un Omega entrando en celo. 

Intentó ignorarlo y buscar el libro de su hermano, si algo había aprendido al escuchar a sus compañeros era que había omegas que dejaban que llegara su celo para así aparecerse ante un alfa para llamar su atención y terminar marcados. 

La marca de un Omega igual a la de un alfa podía quedarse en ellos sin necesidad de una atracción de ambos, solo podría romperse si alguno de los dos, en este caso el Omega, decide marcar a algún otro alfa. 

Tapó su boca con la mano, sentía mucho más fuerte el olor mientras más se adentraba a la biblioteca. Para alivio encontró rápido el libro, lo tomó y metió a su mochila, se disponía a retirarse por dónde había caminado pero al girar la cabeza a su costado quedó helado. 

Había alguien ahí. 

Era un joven de largos cabellos oliva, vestía el mismo uniforme que él, aunque este lo usaba de manera correcta y formal. En cambio Kardia era más de solo ponérselo y sentirse cómodo. 

Tenía un listón atado en moño en su cabello, era azul como la corbata que tendrían que traer ese día con el uniforme... El Antares tampoco respetaba eso. 

El joven estaba sentado, recargando solamente un poco de su torso y cabeza en la mesa de estudio, encima de sus brazos. 

No le podía ver el rostro, pero claramente por el olor que soltaba podía darse cuenta que era un Omega entrando en celo. 

Soltó un suspiro y frunció el ceño, no iba a caer en los trucos de esos recesivos. 

— ¡Oye tú! —dijo manteniendo su distancia— ¡Estás entrando en celo lárgate de aquí!. 

No recibió respuesta, aquel sujeto ni siquiera se movió. Parecía estar realmente dormido.

Se acercó un poco a él, quedando solo a un metro del oliva. Su olor era más fuerte estando tan cerca, a Kardia no parecía importarle ni afectarle, solo podía decir que era llamativo. 

Observándolo bien, el joven era delgado pero no tanto, parecía que se mantenía bastante bien físicamente. Era pálido, haciendo que Kardia se preguntara si estaría enfermo. 

El cabello podía decirse que le llegaba abajo de las posaderas, y por el corte que tenía el alfa no evitó acordarse del enamorado de su hermano. 

Soltó un suspiro nuevamente y extendió una de sus manos para tocar al otro, dudó un poco, pero al final lo sacudió levemente del hombro. 

— Hey tú... Despierta. 

No sabía ni porqué lo hacía, no lo conocía y además el omega parecía en celo, solo podía dejarlo ahí a su suerte. Aunque... En el fondo de su pecho, Kardia no era un insensible. 

Lo sacudió con ambas manos hasta que vio respuesta del omega, tan pronto como este se movió lo soltó, se sentía nervioso. 

— Mmh... 

Vio cómo el oliva levantaba su cabeza observando a su alrededor, no lo lograba ver ya que Kardia estaba detrás de él. 

Escuchó un suspiro proveniente del Omega para luego ver cómo el mismo se quitaba unos lentes que llevaba y dejarlos en la mesa. Podía sentir el aumento de sus feromonas cuando se despertó, eran mucho más dulces. 

Se sobre saltó cuando el contrario se giró hasta encontrarse con él, Kardia apretó la mandíbula, ni siquiera podía moverse. 

— ¿Quién...? Mhmg... 

El Omega se levantó tocando su vientre, parecía que le dolía. Su mirada buscaba algo sobre la mesa, pero no estaba. 

Miró a la persona que tenía enfrente de él, parecía asustado. Kardia en cambio levantó las manos en su costado, mostrando que no tenía nada con él. 

— Oye... Estás en celo, sabes que puedes tomarte los días libres en tu ci... 

No terminó, el oliva delante de él cayó de rodillas al suelo, cubría su boca y nariz con ambas manos. Esto alarmó a Kardia, quién rápidamente se hincó delante de él para tomarlo de los hombros. 

Sintió como el omega se aferró a su uniforme, frunció el ceño por eso pero no hizo más. El contrario no le daba la cara, miraba el suelo mientras trataba de calmarse. 

Kardia sentía el aroma contrario más leve, pero un olor conocido lo hizo sorprenderse. 

— ¿Qué? Maldición no... 

Eran sus propias feromonas, las estaba expulsando por aquel omega oliva. 

Abrió levemente sus ojos cuando se encontró con la mirada del contrario. Eran unos lindos violetas que parecían rogarle por ayuda. 

Se tensó por completo y apretó la mandíbula, era la primera vez que estaba adelante de un Omega de esta forma. Ahora entendía sobre la tentación del aroma de un omega. 

Cerró los ojos y simplemente lo abrazó. 


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