06.

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La pregunta quedó al aire sin nadie quien la tomara, ambos se quedaron en silencio para pesar del Omega, que poco a poco empezaba a arrepentirse de sus palabras.

Un desastre pasaba por la alborotada cabeza del mayor y la razón era ¿Qué sentía por Camus?, lo que sentía por su adoración más grande del mundo. Ese era el tema.

Aunque, si se lo planteaba bien era un ¿Qué no sentía por aquel aguamarina?. Desde hace ocho años que se la vive pegado a ese Omega y cada vez que podía estar con él se sentía de lo mejor.

Una sonrisa se le dibujó en los labios al recordar los momentos que tenía con Camus y se admitía así mismo algo que no había hecho hace mucho tiempo.

No podría vivir sin ese Omega aguamarina.

Sentía nerviosismo por todo su cuerpo y se maldecía por lo mismo. ¿Porqué no podía hablar?. Si él era un bicho parlanchín en todo momento.

— No... No tienes porqué responder Milo... —dijo el menor tratando de quitar las piernas del alrededor contrario— Es un poco ridi...

— Cállate.

El menor se sorprendió por aquellas palabras y frunció el ceño, mientras el alfa se pasó las manos con cara de frustración.

— Lo siento... No quería... —suspira— Solo déjame hablar Camus, porfavor.

Milo lo había tomado de ambos tobillos evitando que esté se moviera, lo miraba atentamente. El Omega se quedó en silencio, pero asintió para hacerle saber que lo escucharía.

El dominante suspiró nuevamente y tomó de los brazos al menor para levantarlo y sentarlo enfrente de él, extendió una de sus manos para acariciarle los lacios cabellos aguamarinas.

— Más bien... ¿Qué no siento por ti, Camus?. —sonrió un poco para así continuar— He pasado la mayoría de mi vida contigo y incluso... Me siento comprometido, como si fuéramos una pareja desde pequeños.

Camus para ese entonces estaba con las mejillas sonrojadas y sentía su cuerpo temblar un poco, hasta había olvidado por el momento los síntomas de su celo.

— No me fijaría en ningún otro Omega que no seas tú. —agregó— Sé que siempre te he presentado como mi mejor amigo pero... Siempre te he visto como alguien más, o bueno, me ilusionaba con que algún día podríamos ser algo más...

Milo recargó su cabeza en el hombro de Camus, haciendo que esté tuviera que apoyarse con las manos en la cama.

El Antares había pensando en declararse algún día al Omega, pero no pensaba que sería en esas situaciones. En un día cualquiera, en su habitación y con él entrando casi en celo. Si tenía en claro los sentimientos que mantenía a Camus, pero no sabía si iba a ser correspondido. Nunca dijo nada por eso.

— Ni siquiera estás obligado a contestar Camus, sabes que yo de verdad te entenderé sea lo que me digas. Solo quiero seguir siendo tu amigo porfavor...

Levantó el rostro con una sonrisa plana en labios, la misma que fue borrada al instante por ver los ojos llorosos del menor.

— ¡¿Porqué lloras?! ¡¿Qué dije?! —preguntó asustado.

El Omega tapó su rostro por unos momentos antes de abalanzarse al mayor, abrazándolo mientras seguía llorando.

Milo en ese momento no entendí nada, tal vez sea por el llanto de Camus o por el golpe que se dio en la cabeza con el suelo al caer ambos. Correspondió el abrazo, aún sin entender lo que pasaba. Estaba en silencio.

— ¡Ees un idiota, Milo! —dijo el aguamarina levantando su cuerpo apoyándose en el otro— ¡¿Porqué no me habías dicho nada?!.

Antares seguía en silencio. ¿Estaba siendo rechazado? ¿Su amigo estaba incómodo? ¿Era correspondido? ¿Qué diablos pasaba?.

— ¿Camus...?.

— No sabes lo mucho que me ha costado fingir... —empezó a hablar, tratando de calmar su llanto— Fingir no sentir algo por ti, tenía miedo de ser rechazado y perder todo el tiempo que hemos pasado juntos... —agregó para mirar atentamente al mayor.

Las pequeñas lágrimas del menor caían sobre el rostro de Milo quién no se creía lo que había escuchado.

— Tú... —susurró la palabra— ¿Sientes algo por mí? ¿De verd...?.

— Si Milo, hasta este punto de mi vida solo pensaba que te tenía cariño como si fueras mi hermano, pero... Supe que era algo más cuando me di cuenta que sin ti mi vida no sería nada... Incluso en mis celos... Me alejaba porque desde el primero solo quería y deseaba estar contigo...

El alfa no lo podía creer, de verdad estaba siendo correspondido.

Tenía los nervios a tope, ¿Que debía de hacer?.

— Mal... Maldición Camus. —dijo mientras se sentaba en el suelo, acercándose a Camus quien estaba sentado sobre él— ¿Qué debo de hacer ahora? ¿Te pido ser mi novio? ¿Tú quieres ser...? No... ¿Puedo ser tu novio?.

Una gran y suave risa proveniente del Omega lo sorprendió un poco, pronto sintió los brazos del mismo alrededor de su cuello y el optó por rodearlo de la cintura.

— Por mí —habló el menor— Somos pareja desde el primer día en que nos conocimos.

— ¡Tenemos ocho años de novios!.

Ambos se miraron a los ojos, no sabían que hacer a continuación.

Milo había olvidado por el momento la apariencia del menor, lo veía más hermoso que los otros días. Si se concentrara en su olor, era un poco más fuerte, pero extremadamente dulce y más llamativo. Era el mismo aroma que el día de su celo.

Cayó en cuenta que el Omega podía estar tratando de llamar su atención con el aroma, así que pronto hizo que Camus le rodeada la cintura con las piernas para así levantarse del suelo con facilidad.

Acostó al menor en la cama con suavidad, el aguamarina lo veía atentamente, sonrojado.

— ¿Sería prudente ayudarte en tu celo tomando en cuenta que apenas somos novios?.

Mientras decía aquello soltaba un poco sus feromonas, así para ayudar a estimular al menor.

Supo que estaba funcionando cuando el Omega lo jaló hacia él, quedando a solo unos centímetros a distancia. Camus libró una de sus manos para jalar el cuello de su pijama, gimiendo un poco.

Se sentía a ahogar, las feromonas del mayor lo hacían querer tener y sentir cerca de su cuerpo, una sensación insaciable de que lo tomara y se enlazara con él.

— ¿Apenas...? —preguntó el omega— Nosotros tenemos ocho años de relación.

Milo soltó una pequeña carcajada, ya sabía lo que tenía que hacer a continuación.

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