04.

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Había pasado ya una semana, eso significaba que ese día Milo ya volvía a la preparatoria, pues había salido de su rut. 

El Antares odiaba los lunes, era el único día donde no tenía ninguna clase en la cual concordaba al horario de Camus, por lo cuál su único encuentro fue en la cafetería. 

Se dirigió a su banca habitual, el único lugar donde pasaba con el Omega en la hora del almuerzo. Ni siquiera sabía cómo actuar aún, se la había pasado enredado día y noche en las prendas del menor durante toda la semana de su rut, solo así pudo calmarse en momentos. 

Sus ganas de ver a Camus se arruinaron gracias a que logró visualizar al Omega con alguien más en la banca que solían usar solo ellos dos, sentía una presión en el pecho, y no era la primera vez que la sentía en ese tiempo. 

Tratando de disimular, se acercó a la banca normalmente y antes de que pudiera decir palabra alguna miró a los ojos al Omega, quien le mostraba una cara que solo Milo conocía, un "Sácame de aquí".

— Hola Camus, por fin nos encontramos. —dijo el alfa mientras acariciaba el cabello del mencionado, como si se tratara de un niño— ¿Ya comiste?. 

Ignoraba totalmente la mirada de desprecio de la persona que Camus tenía delante de él, aquel joven de cabellos azules parecía odiarlo sin siquiera conocerlo. 

— Te estaba esperando para hacerlo Milo. 

Camus pronto se levantó de su lugar poniéndose alado del Antares, Milo le brindó una gran sonrisa, sintiendo más fuerte el aroma tranquilizador de Camus. 

— ¿Te gustaría salir a comer algo? A lo que sé también tienes libre la siguiente. 

Ganó un asentamiento por parte del menor, cosa que lo hizo sentir triunfante ante la persona desconocida presente. 

Tomó al Omega de la mano para salir del lugar, pero se detuvo por unos momentos al sentir el horrible aroma por parte del, ahora visto como un alfa, presente. 

— ¿Tú quien eres idiota? —preguntó con desagrado— Esconde tus horribles feromonas. 

— ¡¿Me dices idiota a mí?! ¡¿Tú quién eres en primer lugar?!. Tú eres quien ha venido y se está llevando a Camus como si nada, cuando yo estaba primero con él. 

La persona delante de ellos se había apoyado en la mesa, levantándose. A simple vista podía decirse que era unos centímetros más alto que Milo, pero eso no le quitaba el hecho de que era un simple alfa contra uno dominante. 

— ¿Acaso no lo escuchaste? Me estaba esperando, por eso me lo llevo. Ahora esconde tus feromonas. 

— ¿Por qué? ¿Tienes miedo de que Camus no se resista a ellas y caiga a mí?.

— Tus feromonas apestan horrible. 

La voz del menor hizo voltear a los dos a él, miraba a aquella persona seriamente, levemente asqueado por las palabras anteriores. 

Al alfa no le quedó más que esconder las feromonas, haciendo sentir a Milo triunfante por segunda vez en el día. 

El Omega empezó a caminar fuera del lugar, detrás de él iba Milo, quién se detuvo por un momento alado de aquel alfa que ahora odiaba. 

— A tu pregunta anterior, solo tómame como el alma gemela de Camus y déjalo en paz, no tiene tiempo para convivir con imbéciles cómo tú. 

Y así sin más, dejó a aquel desconocido con las palabras en la boca y siguió nuevamente a Camus. 

Una vez en el pasillo de la preparatoria le pasó un brazo por los hombros al menor, esperando unos momentos antes de hablar para tomar un respiro del aroma contrario. 

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