18.

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Habían pasado tres días desde aquel incidente que marcaba la mente del alfa, no podía olvidar a Dégel riendo, hiciera lo que hiciera, era lo único que andaba en su cabeza.

Ese día se sentía animado, no sabía la razón, pero sentía que algo bueno pasaría. No tenía mucho que había llegado al aula de clases, parecía temprano, los pasillos de la universidad se encontraban casi vacíos, incluso el aula, solo había unos cuantos que fácilmente se podían contar con los dedos de la mano.

Tomó asiento en su nuevo lugar, que era alado de Dégel, el Omega aún no había llegado, y no se había comunicado con él desde el día anterior.

Y a pesar de que Dégel ya se retiraba tarde de su casa por el trabajo, se mantenían en contacto, el último mensaje que tenía de él era un "Mañana lo veo, descanse".

Se fue llenando el salón como se fue acercando la hora de entrada, aquello hacía sentir ansioso a Kardia, parecía que el menor no asistiría.

Estaba a punto de mandarle un mensaje cuando percibió aquel olor a lirios del oliva, rápidamente volteó a su lado, Dégel había tomado asiento. Sintió alivio, eso fue reflejado en una de sus comunes sonrisas.

— Buen día.

— Buenos días... Llegué a pensar que no vendrías.

Tenía aquellos profundos violetas fijos en él, era afortunado.

— Me quedé hablando con Camus, surgió algo a última hora y tuve que pedir su ayuda.

— ¿Qué fue lo que pasó?.

Vió cómo el menor dudó, luego desvío la mirada hacia enfrente, pues el profesor había llegado.

Kardia dejaría la platica para después, pero no se quedaría con la duda.

Pasaron las dos horas de aquella pesada clase, si no fuera por el omega Kardia no hubiera entendido la mayoría de ella, estaba bastante distraído.

Le gustaba lo atento que era Dégel, era disimulado para no levantar la atención del profesor, pero sabía perfectamente como darle la respuestas o ejemplos en los trabajos.

Le podía decir todo con solo una mirada de reojo y señas con la mano, eso lo hacía preguntarse ¿Cómo mierda vivió sin Dégel en todo lo que llevaba de universidad?.

Kardia no era mal estudiante, estaba entre los mejores, pero ese día había algo que lo estaba haciendo distraerse.

¿Qué era ese algo? El aroma de Dégel.

Estaba levemente fuerte, le molestaba saber que no era el único en poder olerlo, los que estaban cerca o alrededor del asiento del omega también lo sentían.

Le parecía extraño por parte del menor, Dégel no tenía ningún problema en usar sus feromonas, las puede esconder perfectamente.

¿Quería llamar la atención de alguien?.

Tal pregunta le causó dolor de cabeza, miró con cara de pocos amigos al oliva cuando este se levantó de su lugar, tomando su mochila.

— ¿Pasó algo?.

— ¿Mmm? No.

Dégel lo miró por unos momentos, haciendo que Kardia reaccionara. También se levantó del lugar, colgándose la mochila.

— ¿A dónde vas?.

— A la biblioteca. 

— Te acompaño.

Vió cómo el menor se encogió de hombros, sabía que eso era una respuesta positiva. Lo empezó a seguir escalones abajo, sintiendo la mirada de varios presentes sobre ellos.

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