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Pasó una semana desde aquella llamada que tuvo con Dégel, se tuvieron que retirar de las cabañas en la noche del día siguiente, pues no quería ser repentino ante la vista de Camus, eso lo podía asustar, y más que nada, quería que el menor disfrutara un poco del lugar. Ese era su objetivo desde un principio. 

Llegaron en la madrugada a la casa de los Dschubba, el aguamarina venía dormido desde a medias del camino, así que solo lo pasaron a la cama, cambiándole de ropa. De eso se encargó Dégel, mientras un mareado Milo estaba luchando contra los síntomas que le mandaba su pequeño Antares. 

El alfa dió una velada aquel día, pues se quedó hablando con los tutores de su pareja y Dégel, sobre Ganimedes. Mystoria había recibido más cartas de él, las cuales abrieron en ese momento. Parecía que el padre del omega no se rendiría y buscaría la manera de tener a Camus con él. 

Eso le dejaba mal sabor de boca, sabía que ahora el de cabellos negros conocía la apariencia física del menor, y se sentía como un idiota, ¿Cómo se pudieron encontrar con él?. De todas las personas ¿Por qué él?. 

Soltó un suspiro saliendo del pensamiento que le estaba atormentando, sintió que le apretaron la mano y cuando volteó a su lado pudo observar a su adoración, parecía agotado. 

Estaban regresando a casa, pues habían salido de la preparatoria. Decidieron ir a pasear por un parque cercano antes de llegar con los Antares, y se alegraban por hacerlo, de verdad les faltaba caminar a ambos. 

El aire del día estaba frío, ambos estaban abrigados pero aún así podían sentir lo fresco llegar a ellos, a Milo le parecía curioso, sentía que ese clima en pleno mayo era único. 

Se volvió a concentrar bien en su pareja, jalándolo con él a unas bancas cercanas. 

Sabía que el menor podía tener sueño, últimamente dormía mucho más, y además de eso, ya comía sin tener que presionarlo, tenía algunos antojos. Pero eso no quitaba el hecho de que Milo también parecía embarazado con los síntomas que tenía. 

Sonrió al ver cómo el menor se estiraba antes de tomar asiento, tocándose la parte baja de la espalda. 

— ¿Te duele?. —preguntó cuando el aguamarina tomó asiento, acariciándole el lugar. 

El contrario asintió, tapando su boca ya que bostezó.

— Un poco, pero mi tío Scarlet dijo que sería normal a partir de estos meses... —dijo al terminar. 

— También recuerda que tienes que subir un kilogramo por cada mes que cumples Camus. 

Volvió a asentir, siendo envuelto en los brazos de su pareja. El parque estaba tranquilo, si no fuera porque aún llevaban el uniforme de la preparatoria y que Camus tenía que dormir, se quedarían a disfrutar del tiempo en el lugar. 

Milo le brindó un beso en la frente al menor, quedándose unos minutos de esa manera, cerrando sus ojos. El aroma de vainilla de Camus era bastante dulce, también pensaría que se trataría de un omega en celo si no conociera su situación. 

Sintió como el menor se recargó en él, acomodándose entre sus brazos. Sonrió, el aguamarina buscaba siempre su campo en dónde sea que lo abrazara. 

Al abrir sus ojos sintió un hueco en el corazón, la mirada penetrante del hombre de cabellos oscuros se encontraba a varios metros de ellos. Empezó a sentir sus latidos aumentar. 

Se tenía que tranquilizar para poder hablar, no quería hacerle saber a Camus que estaba nervioso. 

Notó como Ganimedes al saber que fue visto se dió la vuelta, empezando a salir del parque. 

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