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Al día siguiente ambos tuvieron que asistir a la preparatoria, les alegraba que tenían todas las clases juntas ese día, incluso talleres, así evitaban alguna preocupación por parte de Milo hacia Camus, pues tenerlo cerca todo el tiempo le ayudaba a estar tranquilo al pensar en el embarazo del menor.

La tarde anterior se habían tenido que separar, pues Milo se tenía que poner de acuerdo con sus padres en como hará para poder estar con Camus durante el embarazo, era obvio que el alfa no lo iba a dejar estar solo, estaría con él si se pudiera cada segundo, pero también le daría sus respiros, pues el omega ocupaba tiempo para él.

Dégel fue quien se quedó con el omega aguamarina, el menor durmió con él y hasta muy tarde en la noche despertó, aunque no duró mucho, seguía somnoliento y volvió a dormir.

Cada suceso que ocurría el oliva le informaba a Milo, este le agradecía para poder estar tranquilo.

Había terminado la tercera clase del día, estaban saliendo del salón para dirigirse a la cafetería cuando Camus apretó la mano que sostenía de Milo, este se asustó, tomándolo de los hombros con cuidado.

— ¿Estás bien, Camus...?.

— Solo... me siento mareado Milo, no te preocupes.

— Ocupas comer algo Camus, aparte... ¿Estás seguro que respiras con eso?. —preguntó jalando lo que rodeaba el cuello del menor.

El Omega ese día había asistido con una bufanda delgada alrededor de su cuello, cubriendo las marcas que lo enlazaban con el dominante.

Había mencionado en la mañana que era por el frío, y si, estaba fresco, pero no para usar una bufanda en realidad. Era obvio que Camus quería ocultar sus marcas.

Aquello fastidiaba a Milo, a él no se le veía la marca del menor por su pelo, pero si pudiera le mostraría a todos que estaba marcado por el omega. Y eso lo llevaba a varios conflictos mentales; ¿Camus no quería demostrar que eran novios? ¿le daba pena o vergüenza?. Si pudiera acabar con un enemigo, Milo elegiría su mente.

Observó como rápidamente el menor se movió de lugar, negando con la cabeza.

— Estoy bien con ello Milo.

— Mmh.

Soltó al menor de los hombros y empezó a caminar a la cafetería, el omega lo siguió en silencio, miraba de reojo el rostro serio de Milo, parecía que estaba enojado. Sabía que Milo le preguntaba las cosas para su comodidad, e incluso sabía lo fácil que era que el mayor se enojara, pero no tenía palabras para explicarse, en realidad, ni él sabía porqué lo hacía.

Tomaron asiento en su banca habitual una vez que agarraron su comida, se sentaban uno alado del otro, dejando la parte de enfrente vacía.

Ninguno de los dos probó bocado, se sentían disgustados. Camus no sentía apetito, la idea de comer algo de la cafetería cómo usualmente lo llegan a hacer no le agradaba, mientras tanto Milo pensaba sobre la decisión de Camus al tapar las marcas.

Ambos levantaron la vista del platillo cuando una presencia tomó asiento enfrente de ellos, se podría decir que una, ya que eran gemelos.

Milo pronto frunció el ceño. Lo que le faltaba, dos idiotas al precio de uno.

— ¿Qué hacen aquí?. —preguntó Milo con claro disgusto.

Fue completamente ignorado, el alfa sentado frente a ellos volteó a ver al aguamarina. Sonriendo.

— ¿Sientes mucho frío, Camus?.

Camus solo se limitó a buscar la mano de su alfa bajo la mesa, Milo al percibir esto lo sujetó, tratando de mantenerle en paz.

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