19.

195 13 3
                                    

En toda la clase que llevaban no se dirigieron la palabra, desde en el momento en que se encontraron en el estacionamiento se ignoraron, ambos tenían ojeras, parecía que ninguno había dormido la noche anterior.

El Omega se había levantado diez minutos antes de las doce, estaba confundido y ardiendo en fiebre, pero era lo único que sentía. Pudo mirar al mayor sentado en la orilla de la cama recargado en el respaldo, estaba con los brazos cruzados sobre su pecho con una almohada encima, dormido.

Tenía su ropa puesta al igual que el otro, recordaba absolutamente todo lo pasado en la tarde, haciéndolo ganar un sonrojo en sus mejillas. Nunca imaginó a Antares de esa forma con él.

Bajó sigilosamente de la cama y salió de la habitación, se sentía mareado. Cuando estuvo en la planta baja sintió un líquido escurrir por sus piernas, aquello lo hizo soltar una maldición.

Buscó por toda la sala su teléfono, no lo tenía en sus bolsas, revisó en el parchero, en su abrigo tampoco estaba.

Cubrió su rostro con ambas manos, tratando de hacer memoria.

— ¿Qué buscas?.

Dio un saltito en su lugar, giró el rostro a la voz contraria, dejando caer sus manos a los costados.

— Mi teléfono.

Aquel objeto fue sacado de los bolsos del alfa, quién se acercó a él para entregárselo.
Kardia parecía estar bien, casi como si nada hubiera pasado anteriormente. Eso le causaba un malestar a Dégel, quién tomó su pertenecía en silencio.

El mayor se acostó en la sala, dejando soltar un suspiro.

— Perdón...

Ambos se miraron, la palabra fue al unísono.

Dégel tomó asiento en la sala, mirando su teléfono.

— Mi padre me matará...

— Es lo que vi... Tienes como cien llamadas perdidas. ¿Nunca has llegado tarde?.

— No. ¿Usted si?.

— Unas cuántas veces, me quedaba aquí.

— Mmmh.

Kardia seguía viendo al menor, quería decirle algo más, pero no sabía qué.

Volvió a vibrar el teléfono del oliva, quién ignoró la llamada, poniéndose de pie.

— Me tengo que ir, le pido disculpas por lo ocurrido, y por dormir en su habitación.

Tomó su abrigo para ponérselo, guardando su  vibrante teléfono en el bolsillo, Mystoria si lo mataría en cuánto lo viera.

Iba a tomar el pomo de la puerta cuando sintió una mano en su brazo, al girarse vió a Kardia, quién lo miraba ansioso y nervioso.

— Tú...

— ¿Si?.

Después de unos segundos en silencio Kardia lo soltó, dejando salir un suspiro.

— Ten cuidado al manejar, y no te preocupes por lo otro. Avísame cuando llegues.

— Lo haré.

Y así sin más logró ver cómo el menor salió de su casa, abriéndole el portón con el botón que tenía alado de la puerta. Se tiró sobre la sala, maldiciendo.

Quedó esperando el mensaje del menor por más de una hora, este no llegó, causándole insomnio toda la noche.

Estaría contra Dégel por ello.

Omegaverse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora