Tom Kaulitz o como todo el mundo lo llamaba LA BESTIA era un adicto a la adrenalina, rebelde, un hombre que salió por su cuenta solo de las oscuras calles de Stuttgart, mujeriego con bastantes mujeres a su alrededor, y bastante agresivo, no cree en...
Era sábado por la tarde, hoy como cada fin se organizaría una carrera a la que por primera vez en mi vida había decidido no participar, la verdad esque no tenía ganas prefería quedarme solo en mi casa mirando películas.
Era un día lluvioso con un clima bastante frío, literalmente era un día increíble para quedarme en la comodidad de mi casa, pero obviamente no para morir de hambre, y como la idea era no montarme en mi moto tome el paraguas y salí a buscar mi propia comida caminando.
Al llegar aún establecimiento de comida que daba a unas siete cuadras de mi casa, para pedir lo de siempre.
El servicio y la comida era muy buena por eso siempre paraba en este local. Había una morena con cabello rizado que siempre que me atendía me sonreía muy coqueta, y al entregarme mi pedido y pagarle le giñe el ojo compartiendo una sonrisa con ella.
Luego de lo que sucedió con Bill al fin había aclararon mis dudas y pensamientos y llegar a la conclusión de que aún que sienta algo por el todo era un error, que solo me habían creado falsas esperanzas con sus lindas palabras por qué solamente quería jugar con mi mente.
Cómo cualquier puta lo aria, seguramente luego de que yo le quitara su supuesta virginidad se habría acostado con medio Stuttgart tanto hombres como mujeres, por qué si me traiciono antes lo pudo volver hacer.
Al ir pensando en eso sin querer choque con alguien que calló al suelo por el impacto, yo lo mire para disculparme pero al fijarme solo pude cambiar a una cara de asco. Hablando de putas se apareció el.
— ¿Tu otra vez? ¿Que acaso nunca aprendes?.— Dije con notorio desprecio en mi voz.
Vi como su cuerpo se tenso y comenzó a levantar la mirada cruzandola con la mía y percatarse de con quién había chocado y rápidamente retirarla fijándose en el suelo.
— Lo siento.— Susurro en un tono inaudible que casi no se podía escuchar.
Lo observe detenida mente mirando el aspecto que traía, mostrandose sin nada de maquillaje, con el pelo sujeto en una coleta, usaba solo una sudadera de tela fina junto con unos pantalones cortos dejando ver sus piernas pálidas. Eran casi las ocho de la noche, llovía a cántaros con una helada que podrá provocar una horrible pulmonía y el solo vestía eso.
— Que lástima me das Bill.— Dije sonriendo y seguir con mi camino.
Al doblar a la esquina le di una última mirada fijándo que seguía tirado en la misma posición y aún que mi corazón se estrujara no podía olvidar su engaño.
Junto en estos momentos mi cabeza se creaba todo tipo de escenarios, tal ves si se terminó por acostar con Black y por eso el muy imbecil estaba tan obsesionado por el. Lo extrañaba pero no había nada más que pueda hacer.
Llegue a mi casa y simplemente me tiré sobre el sillón, sirviendo la comida sobre la mesa y mirar películas quitando por un momento a Bill de mis pensamientos.
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