Capítulo 47

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Hoy me despedía de la abuela, era triste, pero ya debía regresar a su propia vida y como me encontraba mejor, hablando de la parte física, acepto a irse, aunque sabía que prefería quedarse, le dije que ya podía valerme por mi misma, además tenía a Buck y a papá para apoyarme en todo lo que necesitara. Mis heridas habían sanado de manera progresiva, al menos las visibles, seguía en la terapia, pero no avanzaba mucho, me costaba abrirme, hablar de lo ocurrido me hundía y apenas había dado detalles en estas últimas sesiones. Aún mantenía la misma rutina de comer y dormir, a veces preparo la cena o veo televisión para distraerme, pero salir era lo único que no se me antojaba, sabía que estaba deprimida, aunque aún no había sido diagnosticada aún, pero recordaba el sentimiento de aquella vez.

La abuela me estrechaba en sus brazos mientras repartía besos por todo mi rostro y me decía lo mucho que me iba a extrañar, esto me recordaba a cuando abandone Minnesota, se había aferrado a mí, no trato de hacerme cambiar de idea, pero si deseaba que me quedara para siempre. Sabía que ya se sentía sola, pero no quería demostrarlo, aun así, acordamos vernos para las fiestas navideñas.

Buck sube su equipaje en la cajuela y subimos al Jeep para tomar camino al aeropuerto, mis primas iban en la parte de atrás junto a la abuela, mientras que yo tenía el copiloto. No nos tomó mucho tiempo llegar, las lágrimas se volvieron hacer presente por la despedida y dejamos ir a la abuela, con la promesa de ir pronto a Minnesota, quizás para el principio de la primavera, hasta Buck había sido amenazado para ir.

La tarde había caído y tenía otra sesión de terapia, Athena me acompañaba, como siempre, la morena sacaba de su tiempo para ayudarme con mis citas con la doctora Jackson, quizás no era mi madre, pero se comportaba mejor que la que había tenido, el cariño y gratitud que le tenía era muy grande, esperaba algún día poder remunerar todo lo que estaba haciendo por mí. Vamos en su patrulla, me interroga sobre como he estado y si me he alimentado como es debido, le contesto con la verdad y antes de que me dé cuenta, ya estamos a la espera de mi turno en el consultorio.

Desde que había venido por primera vez, me había dedicado a observar cada uno de los detalles. El lugar era en unos tonos neutro, un gris plomo y un verde grisáceo decoraban las paredes en conjunto con un blanco hueso, el aire acondicionado estaba en temperatura media, haciendo del espacio un lugar agradable para estar, tenía un gran ventanal, por el cual podías ver parte de la ciudad, gracias a que el edificio daba a la parte de las playas y estaba en un cuarto nivel, no tenía balcón y las ventanas eran rejadas, dando un aire de libertad mientras a la vez te sentías encarcelado.

Cerca de los asientos se encuentra un pequeño librero, tenía revistas bastante viejas, juraría que había visto alguna del dos mil diecisiete, en la otra punta una gran máquina expendedora desentonaba con el espacio, siendo tan llamativa con sus dulces y luces de colores. Por su parte en el centro estaba la recepción, donde hay un agradable joven de no más de veinte años, con sonrisa de comercial y cabello rojo como una manzana, su nombre era Dylan, lo había leído en su placa y cada vez que me veía me echaba una que otra mirada coqueta. Si Buck estuviera aquí, le borra esa sonrisa de idiota de una sola mirada.

Mi turno llega y respiro hondo antes de ingresar al lugar.

-Bienvenida, Evangeline ¿Cómo estas el día de hoy?-tomo asiento donde siempre y comienzo a responder sus preguntas.

-Algo triste, la abuela se fue hoy, así que ahora estaré sola en el departamento-juego con el dobladillo de mi blusa mientras hablo y evito todo contacto visual.

-Comprendo-no debo mirarla para saber que está anotando todo lo que digo en su libreta mientras asiente a mis palabras-¿Cómo esta Buck? ¿Está de acuerdo con la decisión de que te quedaras sola ahora?

Burn with you (Evan Buckley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora