D I E Z

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Ambos hombres terminaron de limpiar el salón a eso de las cinco de la tarde, sintiendo un ambiente tenso luego de la confesión del rubio.

Joseph ya estaba dormido en el auto, y Tony terminando de cerrar la entrada principal del recinto. Steve estaba algo incómodo luego de confesar el porqué preguntó por Sharon desde un inicio, porque era doloroso para él aún y porque por alguna razón, quiso aclararle a Tony que entre ambos rubios nada pasaba.

Por parte del castaño, se sintió un idiota por pensar cosas extrañas que no deberían importarle, es decir, Steve sólo es el padre de su alumno, y Sharon también.

—Gracias por tu ayuda de hoy.

Dijo bajito Tony, sentándose junto a Steve bajo el árbol de la vez anterior, en la misma banca que daba vistas al patio del jardín.

—No es nada, la verdad me divertí hoy. Ver a Joseph con sus compañeros fue un gran alivio.

Respondió el rubio sin mirarlo aún. Tony se removió en su sitio, algo incómodo aunque intentase evitarlo.

Miró el cielo unos segundos, y luego de suspirar, habló.

—Pepper era mi prometida. —Soltó, acabando el silencio que se había formado entre ambos. —Nos íbamos a casar, queríamos formar una familia.

Steve miró al maestro con sorpresa, intrigado por la confesión.

—Nos divorciamos porque no puedo tener hijos, soy estéril. —Tony llevó sus ojos mieles al rostro del contrario, sin hacer ninguna expresión particular. —Por eso cuando nos separamos, aunque costó mucho, quedamos en buenos términos y decidimos crear este jardín. A ambos nos gustan los niños, fue nuestra forma de... adoptar, supongo. O sanar, como sea.

Anthony se encogió de hombros, sintiendo la mirada de Steve directamente en él.

—¿Por qué me cuentas esto ahora? —El de cabello castaño suspiró, apoyando sus manos en el asiento junto a sus piernas. El rubio lo miraba comprensivo sin llegar a ser una mirada de lástima. —Es decir, lo siento por lo que pasaste, y porque hoy te pregunté sobre ella, pero, no entiendo.

—Umh, bueno. Para empezar no quise asumir cosas que no debí, porque es tu vida privada y no quise entrometerme, en realidad pensaba que eras divorciado.

Hizo una mueca que no pasó desapercibida por el más alto, quién se apoyó igual que el castaño con sus manos a los costados de sus piernas, rozando sus dedos inconscientemente.

—Entiendo, pensé que estabas celoso.

Intentó bromear Steve, y lo logró más o menos. Una risa leve salió de los labios del castaño, aunque no lo miró.

—Quisieras. —Murmuró Tony, mirando sus pies. —Prosigo; tampoco quería preguntarte sobre algo doloroso, pero como lo hice y me contaste, yo te cuento algo sobre mi y así estamos a mano.

Tony se encogió de hombros una vez terminó su explicación, mirando a Steve nuevamente. El rubio lo miró fijo en silencio.

—Gracias, Tony, por compartir esto conmigo.

Eso fue un gran alivio para ambos.

—Gracias Steve, por compartir esto conmigo también.

Con una suave sonrisa y manos estrechadas todo el asunto estaba solucionado, ya no se sentía esa tensión incomoda entre ambos. Quizás podrían ser grandes amigos.

—¿Quieres que te lleve a casa?

Preguntó el rubio.

Anthony lo miró, analizando un poco la situación. Bien, sería sólo por hoy, es decir, tampoco es muy extraño que uno de sus apoderados le quiera acercar a su hogar, él no tenía auto y un empujón no estaría mal.

Pero si alguien los ve...

No, sólo será esta vez, y sólo son amigos.

—Está bien. Gracias.

El militar se levantó entonces, teniéndole la mano al contrario para ayudarle a levantar.

—No despiertes a Joseph o te bajo del auto.

—Cariño, yo lo hago dormir la siesta, no sé de qué hablas.

Steve rió bajito, entrando al auto no sin antes abrirle la puerta al tan adorado maestro de su hijo.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora