Q U I N C E

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Tony se acomodó el cinturón en el asiento de copiloto, evitando mirar a Steve por mucho tiempo, así que fijó sus ojos en la ventana mientras sentía sus mejillas arder descontroladamente.

—Así que... —Escuchó al rubio hablarle bajito, pues Joseph estaba dormido en la parte trasera del auto. —¿Puedes comenzar mañana?

Tony mordió su mejilla con suavidad, intentando no pensar en lo cerca que estuvo de besar al rubio, y en lo poco que se arrepentía de haberse dejado llevar. Es más, ojalá lo hubiera hecho.

Pero por andar de idiota enamorado, olvidó que tenía más responsabilidades y simplemente aceptó un trabajo que no debía, porque estaría poniendo a prueba sus límites de forma constante, y porque Pepper se enfadaría tanto si se enterara.

—Por supuesto, claro. —Respondió rápido, sin mirar aún al rubio. No podía, se sentía abochornado. —Mañana.

—¿Por qué no me miras, Tony?, ¿pasa algo?

Ay, Jesús.

Tony se acomodó en su asiento, mirando el perfil del rubio, quien le devolvió la mirada por unos segundos cuando el semáforo cambió a rojo.

—Absolutamente nada, tranquilo. —Miró al frente, intentando no lucir nervioso. —Sólo no quiero despertar a Joseph con nuestra conversación.

Steve lo analizó con la mirada fija en el maestro durante unos segundos, para luego asentir con la cabeza, y volver su atención a la conducción del automóvil.

[...]

Tony había bajado del auto cuando estuvieron fuera de su departamento, intentando respirar el frío aire de la noche porque pasar un día entero con Steve le revolvía las hormonas.

Y el día aún no termina, para bien o para mal.

Steve bajó de su auto y fue hasta el maestro con la seguridad y calma que lo caracterizan.

—Bien.

—Bien. —Respondió Tony, poniéndose firme en su postura de pronto. —Entonces...

—Entonces vas a ser niñera de medio tiempo, ¿no?

Tony asintió, dejando de ver al rubio unos minutos.

—Sí, pero tengo mis condiciones, Steve. —El rubio se cruzó de brazos, esperando paciente que el más bajo continuara. —Primero, nadie puede saberlo, tener dos trabajos está bien, pero no se me permite relacionarme tanto con mis alumnos, ¿okay?, si pierdo el trabajo te demando por acoso.

—Jamás te he...

—Lo sé, pero es para que lo sepas. —Interrumpió Tony, sonriendo un poco. —Segundo, si te tardas en llegar Joseph vendrá a casa conmigo, y si no me contestas el celular, Rogers, te juro que te mato.

Steve soltó una risa, relamiendo sus labios mientras admiraba la faceta preocupada del castaño. Dios, definitivamente el chico es precioso, hasta podía mirarlo hacer gestos y mover sus manos por días enteros.

—Cálmate, más que una niñera parecen condiciones de esposa.

Tony frunció el ceño, dejando de hablar cuando lo escuchó llamarlo "esposa".

—¿Disculpa? —Preguntó indignado, provocando que el rubio riera. Tony quiso romperle los malditos dientes aunque se viera espectacular simplemente riendo. —No soy una esposa. Ni siquiera soy una chica, en ese caso sería esposo, capitán idiota.

Reclamó cruzándose de brazos. El capitán puso sus manos sobre sus hombros, sonriéndole con gracia. Tony desvío la mirada, sintiendo su corazón chocar contra su pecho.

—Lo sé, estaba molestándote.

Tony bufó sin decir nada más, para luego tomar aire y ponerse serio.

—Okay, pero te estaba hablando en serio, realmente no quiero tener problemas y si acepté es sólo porque Joseph me cae bien y es una dulzura.

Steve asintió mientras acaricaba los brazos del castaño con sus manos de arriba a abajo.

¿Por qué se tomaba esas atribuciones?, ¿y por qué Tony los permitía? Da igual, es imposible que esos contactos le molestaran.

—Uh, qué aburrido, por un momento pensé que podría ser porque no querías que estuviera cerca de la señorita Sharon.

Tony puso su mano en la cara del rubio, haciendo que deje de hablar y separándose de él cuando lo empujó suave hacia atrás.

—Eres un idiota.

—Admite que es una razón.

—Claro que no. Sólo soy una buena persona.

—Y un lindo maestro.

—Exactamente.

—Admite que si no me hubiese llamado no hubieras aceptado.

Tony rió sarcástico, dándole la espalda para comenzar a buscar sus llaves en su mochila.

—Buenas noches Rogers.

—Si me dices que estás celoso yo lo entendería.

—No tengo porqué estarlo.

—Tony admítelo, sería divertido.

El castaño se dio media vuelta otra vez, mirando a Steve desde su lugar.

—Soy el maestro de tu hijo, y a veces siento que estas conversaciones son inapropiadas.

—Inapropiado sería si te beso ahora.

Tony se paralizó un momento, sin saber como tomar esa respuesta tan espontánea.

—No bromees así.

—No era broma. —Habló Steve, dejándose llevar por lo que realmente quería. —Yo... en verdad quisiera intentarlo contigo.

—Steve...

—No tienes que responder ahora.

—Steve... —Tony apretó su mano mientras sostenía la llave. —Tus coqueteos son muy básicos, inténtalo mejor.

Lo dijo con tono de broma, pero realmente no pudo rechazarlo, era evidente la atracción que sentía por el capitán. Aunque nunca esperó que fuera algo mutuo.

Y era totalmente incorrecto y anti-ético.

—Tony. —Steve sonrió, y Tony se dio la vuelta antes de caer a la tentación. —Te estoy hablando.

—Buenas noches, Steve.

El castaño abrió la puerta principal y entró rápidamente, dándole una sonrisa de despedida al capitán antes de salir corriendo a su departamento.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora