D I E C I S I E T E

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La mañana siguiente fue productiva, Steve últimamente estaba despertando por sus alarmas como era debido, pero aún así se tardaba a propósito porque así podía ver al castaño unos minutos más antes de entrar al aula.

Era un privilegio del que había aprendido a sacar provecho.

—Papá, ¿me haces hotcakes para desayunar?

Steve terminó de acomodar el uniforme de Joseph y se levantó para ponerse recto.

—Perfecto, justo hoy quería comer hotcakes, Jo, ¿cómo supiste?

El niño sonrió feliz, sentándose en la isla de la cocina mientras miraba a su padre comenzar a sacar los ingredientes para cocinar.

Joseph no era un niño impuntual para nada, pero se había acostumbrado a saludar al maestro Tony con un abrazo antes de entrar a clases.

Los demás niños no hacían eso con el maestro, y eso a él le gustaba. Le gustaba ser su favorito.

—¿Ya no estás molesto conmigo por copiarle a Francis?

Steve lo miró mientras batía la mezcla, porque le preguntó de forma repentina cuando minutos antes habían estado en silencio.

—No, no estoy molesto contigo, pero tengo algo que decirte.

El niño ladeó la cabeza, intrigado por lo que su padre podría decirle.

—Amor, sabes que el trabajo me consume mucho tiempo, y que a veces suelo llegar tarde. —Comenzó explicando suavemente Steve. —Y no puedo ayudarte siempre en tus tareas, así que no te culpo por buscar ayuda en tu amigo, pero necesito que un adulto se haga cargo para que sea mejor tu aprendizaje...

A medida que Steve hablaba, la sonrisa del pequeño iba desapareciendo con lentitud, tanto que inclusó dejo de oír a su padre.

—...Hoy te cuidará una niñera.

Cuando terminó la explicación, Joseph ya había bajado de su asiento y se había ido a su cuarto, cerrando la puerta fuertemente.

Steve se quedó de pie, sin saber qué hacer. Joder, esto no se lo esperaba.

[...]

Llegaron tarde, como siempre, pero esta vez el ambiente estaba distinto. Tony estaba esperando afuera como de costumbre, pero Steve le prestó poca atención.

Joseph bajó del auto con su mochila en su espalda, y sin mirar a Steve caminó hasta la entrada.

—¡Buenos días, cariño!

Saludó Tony con su característica energía, pero fue brutalmente ignorado. El niño pasó por su lado sin siquiera mirarlo.

El castaño miró con confusión al rubio, que recién estaba bajando del auto con una cara...

—¿Pasó algo?

Tony preguntó una vez el rubio estuvo frente a él. El castaño había olvidado todo lo que pasó la noche anterior por el bien de Joseph, realmente nunca lo había visto así.

—Le dije lo de la niñera, y no está nada contento.

Respondió Steve, mirando el camino por donde su hijo pasó enojado hace un rato.

El castaño hizo una mueca, porque sabía que esto pasaría, pero decirle al rubio que dedicara menos horas a su trabajo era una perdida de tiempo. Lo había comprobado más de una vez.

—Por supuesto que no, él esperaba a su padre. —Habló bajito Tony, acomodando su cabello. —Tranquilo, haré lo que pueda para animarlo.

Al ver que Steve no le prestó atención, el castaño hizo una leve reverencia para despedirse, y abrió la puerta del jardín.

Antes de poder entrar, sintió la gran mano de Steve en su brazo. Lo hizo voltear y cuando estuvieron de frente, lo envolvió en un fuerte abrazo.

—Gracias por eso, Tony.

Tony no supo qué hacer durante unos segundos, pero finalmente cedió y se hundió entre los fuertes brazos del rubio, apoyando sus manos en esa gran espalda e inhalando el varonil perfume del capitán.

—No hay de qué, Stevie.

Dijo bajito, sintiendo como lo apretaban un poco más entre los brazos ajenos.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora