C A T O R C E

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—¿Estás loco?, no puedo ser tu niñera.

Steve tensó su mandíbula y apretó las manos del maestro sin ser bruto, fue un acto de desesperación controlada.

—Vamos, Tony, eres el maestro de Joseph y la persona con la que mejor se lleva, él confía en ti.

El castaño soltó sus manos de nuevo, mirando atentamente al rubio frente a él. Su mirada intensa y su descaro eran cosas que lo atraían demasiado.

—No, Steve, no sé quién piensas que soy pero definitivamente no soy una niñera. —Aunque la idea le gustaba, no era correcto. —Además trabajo todo el día, no tengo tiempo para ser "la niñera" de Joseph. También tengo una vida, ¿sabías?

Steve se acomodó el cabello hacia atrás, dejando de ver al maestro un segundo. Un segundo que se convirtió en momentos de silencio absoluto entre ambos adultos.

—¿Puedes pensarlo?, por favor...

—Steve. —Llamó Tony, el más alto lo miró de forma inmediata. —No quiero volver a darte el mismo discurso, pero si Joseph está haciendo travesuras, es porque necesita un papá. Está llamando tu atención, Steve.

Lo dijo tan suave y con tanta calma, que, por primera vez Steve no se molestó con esas palabras que ha escuchado durante casi toda su viudez.

—Tony, no puedo dejar mi trabajo.

—No te estoy diciendo eso, ¿entiendes?, sólo busco que sepas que tu hijo te necesita a ti, no una niñera, no pasar más tiempo en clases, no estar con gente que se lleve bien solamente, es tu hijo.

Tony se acercó al rubio, tomando sus manos nuevamente y apreciando el tacto cálido que le brindaba ese sutil gesto. Más aún, cuando el rubio aceptó sus manos con dulzura y las acarició con sus dedos pulgares.

—Lo sé. —Respondió el de ojos azules, mirando sus manos juntas y el cómo encajaban bien. La calidez en su pecho era algo que hace años no sentía. —Pero el trabajo es mi vida, y es la forma que tengo para mantener a Joseph en una linda casa, con todas las cosas que él desea, y estar en un buen jardín para aprender.

Tony hizo una mueca, entendiendo las razones del capitán, pero no las aceptaba para nada. Si él tuviera un hijo, definitivamente pasaría días enteros junto a él.

—Steve...

Tony dio un paso más hacia el rubio, quién por instinto bajó una de sus manos hasta su cintura, acercándolo hasta que sus cuerpos chocaban.

Se quedaron viendo unos minutos que se sintieron como un abrazo cálido para ambos, pero, el celular del capitán sonó, obligándolos a separarse de forma repentina.

Anthony estaba avergonzado porque quería besarlo de formas distintas durante mucho tiempo, mientras que Steve intentaba no pensar en el bochorno que estaba sintiendo de pronto.

—Hola, Steve.

El rubio confundido, miró a Tony quien estaba evitando su mirada notablemente.

—¿Hola?

—Soy Sharon. —Lo sabía, la tenía agendada. —Steve, me enteré que estabas buscando niñera.

El rubio alzó una ceja, para luego fruncir el ceño en confusión.

—Hola, señorita Sharon. —Saludó a propósito para que el maestro lo mirase, y por supuesto que lo consiguió. —Si, estoy buscando una niñera para Joseph, ¿cómo...?

—Oh, pues yo estoy buscando empleo y me encantaría que...

El maestro puso su mano en el brazo del rubio y lo bajó, el rubio hizo caso, colgando la llamada con uno de sus dedos en el proceso.

—Yo puedo ser la niñera de Joseph, Steve.

Habló rápido el castaño, mirando al rubio directo a los ojos. Steve sonrió complacido.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora