T R E I N T A Y T R E S

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Unos minutos después, ambos amigos se calmaron y salieron de la oficina de la rubia para hablar con los padres que seguro estaban escandalizados aún.

—No hiciste nada malo, Tones, tranquilízate.

Tony hizo una mueca intentando darle la razón a Pepper, pero no pudo hacerlo.

Desde hace un rato ya no podía dejar de pensar en Joseph y cómo debe estar tan triste.

—Hablaremos con los padres, tu vida privada no les debe importar. —Pepper hablaba y hablaba, pero Tony había dejado de escucharla cuando estaban a pasos de su salón. —Creo que fui muy dura con Loki ahora que lo pienso...

La mano de la pelirroja acarició la espalda de Tony antes de entrar al salón. Tan segura y firme como una madre dispuesta a defender a su hijo.

Tony tomó aire, entrando al salón también.

Sorpresivamente, no había nadie, solo Steve, Joseph, y los Barton.

—Dios, ¿estás bien, Tony?

El rubio se acercó a su novio enseguida, dejando de ordenar el salón para tomarle ambas manos apenas lo tuvo en frente. Tony asintió, sonriendo un poco.

—Lo estoy, Stevie. —De algún modo, estar así sin tener que esconderse, se sentía más cómodo. —Tranquilo.

Murmuró, dándole un apretón en las manos antes de soltarlo y acercarse a Clint, quien estaba limpiando con su esposa.

—Gracias por quedarte, Clint.

Dijo el castaño, mirando al hombre comer algunos pastelillos que aún estaban en las mesas.

—No hay de qué, siempre supe que ustedes se traían algo.

Dijo sin importancia, ganándose un codazo de su esposa.

—Está bromeando.

—No lo hago.

Tony y Steve sonrieron, para después continuar limpiando el salón, incluyendo a Pepper.

—¿Cómo está Jo?

Preguntó Tony, mirando al niño con aún su nariz algo roja, pero estaba sonriendo.

—No lo tomó mal, hasta que los demás niños se fueron sin saludarlo.

Tony hizo una mueca, mirando fijamente a su ya -casi- hijo. Tomó una vela de la mesa y un cupcake antes de que Clint - o Francis- se lo comieran, encendiendo la vela.

—Toma.

Se lo entregó a Steve, quien lo miraba con algo de confusión.

—Jo. —Llamó Tony cuando se acercó a ambos niños. El llamado sonrió apenas lo vió, tirándose a sus brazos. —No estés triste porque si lloras, voy a llorar también.

Dijo cuando lo alzó en sus brazos, sonriendo un poco cuando el niño asintió con la cabeza.

—Ven Francis, vamos a cantarle a tu amigo.

—Esperé toda la mañana por este momento.

Dijo el niño, levantándose del suelo para ir junto a los adultos que esperaban pacientes por Joseph una vez entendieron la idea del maestro.

—¿Para cantarme?

Preguntó Joseph emocionado aún sobre los brazos de su maestro.

—No, para el pastel.

—No hay pastel, Francis.

Murmuró Clint, ganándose otro codazo de parte de Laura.

—Bueno, da igual. —Habló Pepper, acercándose a ambos niños, poniendo sus manos en los hombros de Francis.— Uno, dos, y tres...

Los cinco adultos y Francis comenzaron a cantarle el feliz cumpleaños, mientras la vela sobre el cupcake se comenzaba a derretir.

Joseph estaba feliz, aplaudiendo y sonriendo a pesar de todo lo que anteriormente había pasado.

[...]

Al final del día, todo había resultado bien. Hubieron dramas, sí, pero Steve y Tony hicieron lo posible porque el día de su -hijo- fuera especial.

Ahora iban camino a casa del rubio, con Joseph dormido atrás en el auto. Había jugado gran parte del día con Francis.

Tony no podía estar más agradecido con los Barton por eso. Al final Francis era un revoltoso, pero era un gran amigo y un niño dulce.

—¿Pepper te echó del trabajo?

Preguntó Steve, porque Tony había estado en silencio desde que Joseph se había dormido en su silla.

—No, en realidad sólo estaba molesta por no haberle dicho sobre nuestra relación.

Dijo Tony, mirando al frente. La mano de Steve se posó en su pierna, dándole apoyo.

—Lamento lo que sucedió, amor.

Ahora sí Tony miró a Steve, para acercarse a él y darle un beso en la mejilla mientras el rubio conducía.

—En algún momento se iba a saber.

—No era el modo.

El castaño acarició la mejilla de su novio con su mano, porque se había sentado de costado para verlo en todo momento.

—No lo era, pero ya pasó, y estoy bien.

Aseguró el maestro, algo agotado por todo lo que había pasado. El rubio lo miró con ternura.

—Me alegra eso, y gracias por estar siempre para Joseph y para mi.

Tony asintió sonriendo un poco, acariciando el cabello de la nuca del rubio.

—No hay de qué. Somos familia.

¿Se atrevió a decirlo?, sí, lo dijo.

Steve frenó el auto, mirando a Tony con emoción contenida.

—Te amo, Tony.

Eso tomó por sorpresa al castaño, quien se sentó bien en el asiento del copiloto, sin quitarle la vista de encima a su novio.

—¿Tú qué?

—Te amo, Anthony.

Tony se lanzó a los brazos de Steve, besando sus labios con dulzura.

—Te amo, Steve.

Y, al final del día, ésta era una nueva oportunidad para su relación, que estaba más fuerte que nunca.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora