C U A T R O

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—Señoritas, por favor. —Era la cuarta vez que Tony detenía su reunión porque las madres estaban murmurando entre ellas, interrumpiendo al castaño y frustrando sus explicaciones. —Dejen al señor Rogers en paz, sólo es un ser humano.

—Bastante guapo.

Respondió una mujer rubia que miraba atenta al incómodo capitán. Tony sonrió para sus adentros al verlo intimidado, no creía que eso era posible.

—Señorita Carter, por favor.

Repitió Tony cuando reconoció a la mujer. Sharon Carter, por supuesto. No era madre, pero si era tía de una de sus alumnas, y a veces -siempre- cuando la mamá no estaba disponible ella acudía a este tipo de reuniones.

—Lo siento.

Se disculpó con una sonrisa que para Tony fue algo sarcástica.

—Antes de continuar podría presentar al nuevo padre, digo, es primera vez que lo vemos.

Dijo una madre y todas la apoyaron.

Tony tomó aire, con toda la paciencia que sus alumnos le enseñaron a tener, sonrió por compromiso, juntando sus manos.

—Bien, luego pongan atención, ¿si?, esto es importante.

Todas asintieron de acuerdo. La emoción y las hormonas femeninas se sentían en aquel salón.

Tony miró a Steve. No quería tener que presentarlo, pero su mirada pidiendo compasión fue un dilema divertidísimo para el castaño, así que cedió.

—Señoritas, nuestro nuevo integrante es Steve Rogers. Se mudó hace algunas semanas junto a su hijo Joseph, es su primera reunión. Saluden.

Lo último lo dijo con algo de malicia. Esto se ganaba por hacerlo esperar todas las mañanas y todas las tardes por su impuntualidad.

Todas las mujeres se le acercaron como osos a la miel, Tony sonrió, negando con su cabeza. Mientras, continuó escribiendo el pizarrón las fechas importantes para los alumnos.

[...]

—Nunca pensé que te vería tan intimidado.

Dijo Tony mientras sonreía todavía por la situación. Steve se había quedado de los últimos, seguro y para reclamarle a Tony.

Lo cuál, es exactamente lo que hizo.

El castaño estaba borrando el pizarrón. El rubio lo miraba de brazos cruzados. Ya no estaba sentado sobre aquella pequeña silla, ahora estaba de pie en el marco de la puerta abierta.

—No estaba intimidado.

—Oh, claro que no, capitán condecorado. —Dijo sarcástico Anthony, mientras se acercaba al escritorio para tomar sus carpetas y libros. —Sólo te dio vergüenza, entiendo.

Steve rodó los ojos, mirando cada movimiento del castaño, por lo que el otro lo miró también, alzando una ceja.

—¿Por qué sigues aquí?

Preguntó Tony. El rubio se sintió algo ridículo.

—Sólo quería hacerte una pregunta.

—Pues hazla.

Respondió obvio Tony, aún sonriendo porque ese rubio era un payaso. Un agradable payaso.

—Claro... —Steve se incomodó un poco porque seguía siendo duro para él. —¿Quién es la señorita Carter?

Anthony se sorprendió por tan repentina pregunta.

—Vaya, directo al punto mi general. —Bromeó un poco Tony, pero realmente estaba sorprendido. —Si te interesa la señorita Carter, pues búscala tú.

Se encogió de hombros Tony, y Steve negó.

—No, es sólo que...

—No soy cupido, Steve, sólo soy un maestro de preescolar.

Tony le dio una palmada en el brazo, y continuó con su camino mientras sostenía sus libros y carpetas contra su pecho.

—No es eso, es sólo... Olvídalo.

Steve le siguió cuando el castaño ya se encontraba en la entrada principal del jardín.

—Olvidado. —Tony sonrió. —Nos vemos mañana, señor Rogers. Puntual.

Steve asintió, y Tony caminó bajo los árboles de la acera. Seguro a la avenida principal.

El rubio abrió la puerta de su auto y se apoyó en ella mientras veía al maestro caminar. Pensó en llevarlo, pero enseguida descartó esa idea.

Sería muy extraño.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora