Nuevas Oportunidades - [Stony]

S I E T E

La mañana siguiente fue calmada como nunca antes en cuatro años. Steve había despertado justo cuando sonó la alarma de su celular, aprovechando la mañana para hacer su rutina antes de que Joseph se levantara.

Decidió que hoy era un buen día para afeitarse la barba, estaría rodeado de niños todo el día y no quería verse demasiado imponente, como solían decirle.

—¿Papá?

Justo estaba terminando de acomodar la ropa que Joseph usaría.

—Buenos días, Jo.

—¿Pasó algo?—Preguntó el niño cuando se sentó en la cama, restregando sus ojitos con una mano. —Es temprano.

Steve sonrió un poco, y negó con la cabeza luego.

—Te acompañaré al jardín hoy. Es el cumpleaños de tu amigo Franco.

La carita de felicidad de Joseph le dijo que había tomado una buena decisión.

—Se llama Francis, papá, y será genial que estés ahí.

—Lo será, sí. Ahora vamos a ducharte, tenemos que desayunar antes de irnos.

El niño se bajó de la cama y corrió hasta el baño luego. Steve lo miró un momento antes de ir con él.

[...]

Joseph fue uno de los primeros niños en llegar al jardín, cosa que sorprendió gratamente a su castaño maestro, quién, no estaba esperando fuera del recinto como solía hacer, si no, que estaba en el patio, conversando con una pelirroja, alta y bonita quienes en conjunto saludaban a los padres que llegaban hasta los salones para dejar a sus niños.

—Steve. —Tony se acomodó en su lugar luego de llamarlo por su nombre inconscientemente. —Es decir, señor Rogers, buenos días.

Nadie podía culparlo, era una sorpresa verlo tan puntual.

—Señor Rogers. —Saludó también la pelirroja junto al castaño. Ahora Steve notaba sus pecas y sus ojos verdes. —Usted debe ser el nuevo padre, no recuerdo haberlo visto antes.

Ciertamente, cuando visitó el lugar para saber si era apropiado o no, fue junto a Natasha y la mujer frente a él no estuvo ese día. En cambio, fue un hombre de lentes y cabello con rulos. No recordaba su nombre.

—Buenos días.

—Oh, disculpe, soy Pepper Potts, la directora del jardín.

Ahora Steve entendía todo, aunque siendo sincero por un momento pensó que era la novia de Anthony por la comodidad con la que se hablaban.

—Es un placer conocerla, no había tenido el gusto.

—¿Por qué sería?

Preguntó Tony sarcástico. Pepper sonrió sin decir nada mientras que el rubio sólo le dio una mirada algo avergonzado.

—En fin, caballeros, tengo que irme. Hoy tengo reuniones a las que asistir y padres que saludar.

—Nos vemos, Pepps.

La pelirroja se despidió con su mano mientras caminaba a la entrada principal de su jardín, mientras niños y niñas llegaban en su mayoría felices. Al parecer si era el excelente lugar que le habían prometido.

—¿Es tu novia?

Preguntó Steve una vez dejaron de ver a la mujer. Tony se rió con sorpresa, y luego cruzó sus brazos sobre su pecho.

—No te interesa saber eso, no es una pregunta que le haces al profesor de tu hijo.

—Sólo era curiosidad.

El castaño relamió sus labios intentando reprimir una sonrisa, desviando la mirada a los niños que conversaban por ahí. Entre ellos, Joseph junto a Francis.

—¿Sabes qué es curioso?—Preguntó Tony, volviendo a mirar al rubio a la cara. — Verte llegar temprano. Aunque también podría considerarse un milagro.

Steve rodó los ojos, no queriendo sonreír para no darle más confianza.

—Muy gracioso, pero sólo vine a dejar a Joseph temprano porque su amigo está de cumpleaños.

Se dio la media vuelta para ir a la salida, pero una mano tomó su brazo, deteniendo su caminar. Steve sonrió satisfecho para sus adentros.

—¿Qué?, no, dijiste que ayudarías a decorar.

—Lo sé, y así será. Eso te ganas por delatarme con la directora, no soy tonto.

Tony negó con la cabeza, soltando el fuerte brazo una vez se dio cuenta de que aún lo estaba tocando.

—Eres un... —Ambos sonrieron inevitablemente. —No lo digo porque hay niños nada más.

—Lenguaje.

—Sí, lo que sea.

Steve asintió una vez tocó la campana y Tony lo miró una última vez.

—Te queda la cara de bebé, Steve.

—¿Disculpa?

—Te ves bien sin la barba.

Murmuró Tony, caminando al salón luego. El rubio sonrió, tocando su rostro como acto reflejo.